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Mad Cool Festival (Jueves): Foo Fighters, grandes vencedores en una primera jornada marcada por la lluvia y el caos

Durante toda la jornada del jueves, la lluvia hizo temer lo peor de cara a la jornada inaugural de esta segunda edición del Mad Cool Festival. Pese a los comunicados de la organización tranquilizando a los asistentes y asegurando que ninguno los conciertos sería cancelado, las cosas podrían haber sido muy diferentes si la tromba de agua que cayó sobre las 18 horas en Madrid hubiera continuado a lo largo de la noche, y es algo a lo que incluso Dave Grohl hizo mención en el escenario. El líder de Foo Fighters reconoció que, en un momento dado de la tarde, se preguntaron seriamente si el concierto se celebraría mientras escuchaban los truenos sobre el cielo de la capital, ante lo que optaron por dirigirse a la Caja Mágica y ver qué ocurriría. Afortunadamente para público, banda y organización, quedó una noche magnífica en la que brilló la luna y todos los conciertos pudieron celebrarse para el gozo de todos los asistentes.

Claramente, el gran momento musical de la noche fue el concierto de la banda estadounidense, en el que se congregó una masa interminable de público que disfrutó con la incontestable batería de himnos que ha ido acumulando el grupo a lo largo de su discografía. All My Life, Learn To Fly, Monkey Wrench, Everlong, Times Like These y muchas más sonaron haciendo las delicias del público asistente, todo ello acompañado del increíble carisma de Dave Grohl, que es único llevando la batuta de un concierto de estas características y metiéndose al público en el bolsillo. En lo referente a la banda, su actuación y el repertorio, todo fue redondo. Pero, sin embargo, no todo fue perfecto. Para empezar, la masificación durante el concierto fue patente, y en nuestro caso, no pudimos presenciar el concierto como nos hubiera gustado para contarlo en mayor detalle, ya que era imposible acceder a un lugar desde el que se pudiera tener una vista decente del escenario, algo que se vió agravado por el hecho de que no funcionasen las dos pantallas gigantes colocadas a cada lado del escenario, probablemente por la lluvia de la tarde, lo que hizo que la gran mayoría del público escuchase las canciones pero no viese un atisbo de la banda principal. Además, al comienzo del concierto, si estabas alejado del escenario como era nuestro caso, la sensación es que el volumen no era demasiado elevado, aunque eso pudo resolverse según fueron sucediéndose las canciones, pero la suma de ambos factores hizo que nuestra experiencia, como la de muchos de los espectadores, no fuese la más agradable. Por eso mismo, esperamos que, como el propio Grohl prometió, no pasen otros 6 años antes de su próxima visita a Madrid, poco antes de irse y dejar el siguiente turno a un Kurt Vile & The Violators que empezaron narcotizados como enredados en el pelo de Kurt tras la vorágine de Dave Grohl.

Afortunadamente, el de Foo Fighters no fue el único gran concierto de la jornada. Un poco antes, Foals nos habían brindado el primer gran momento del festival. Se nota que Yannis Philippakis y compañía ya están más que acostumbrados a liderar escenarios en diversos festivales por todo el mundo, y han logrado amasar un setlist enérgico e intenso en el que es imposible dejar de botar. Además, Philippakis ha dado un paso adelante en su rol de líder y supo subir las revoluciones del público cuando más necesario era. Canciones como My Number y, sobre todo, ese final con InhalerWhat Went Down sonaron enormes.

Un poco antes, en el que era nuestro primer concierto de este año, pudimos descubrir la nueva zona de escenarios al aire libre del recinto gracias a Warpaint, que como buenas californianas trajeron el sol de vuelta a Madrid y consiguieron que este decidiera quedarse y salvar esta jornada de conciertos. Las estadounidenses estuvieron perfectas repasando los temas de sus tres discos de estudio y nos hicieron disfrutar con un aperitivo perfecto a lo que estaba por venir.

También en esa zona, Don Quique González llegaba al festival madrileño con la misma ilusión que tienen las niñas y niños, llegaba muy feliz y sonriente, como nunca antes lo había visto, y eso que han sido unas cuantas. Quizás se debía a que su concierto iba a ser grabado para el lanzamiento del mismo en DVD próximamente, y pese a los problemas de sonido, nada le iba a amargar la noche al madrileño. Acompañado de su banda, Los Detectives, hicieron un recorrido por todo su repertorio, cabiendo destacar La ciudad del viento, Salitre o Charo, canción interpretada junto a la genial Nina, de la banda Morgan, y que hizo que se nos pusiera la piel de gallina a más de uno.

Y luchando contra el solape con Foo Fighters, unos valientes Belle & Sebastian. ¿Qué decir de ellos? Que su cantante, Stuart Murdoch, sí que sabe disfrutar de sus propios directos. I´m a cuckoo, Another sunny day o The party line fueron algunos de los temas interpretados por los escoceses, de forma muy brillante y ante muchas personas teniendo en cuanta contra quién competían en horario. Dentro de la constante interacción con el público, Stuart se preguntó que “dónde estaba el sol de España que tanto amaba” y “qué cojones pasa con la línea 5 del metro de Madrid”. El culmen de dicha interacción se produjo cuando sonaron los primeros acordes de The boy with the arab strap, momento en el que el cantante se bajó al foso para elegir al azar a 7 personas, a las cuales invitó a subir al escenario a bailar el que se puede considerar uno de los himnos del indie internacional. Al menos para mí. Pura simpatía Belle & Sebastian, y un placer como siempre.

Pero un festival es algo más que música, es una experiencia mucho más global, y en ese sentido, esta primera jornada del Mad Cool dejó mucho que desear en términos organizativos. Fallos de sonido en algunos conciertos, especialmente sangrante en el caso de Quique González cuando, además, está previsto editar este recital en un disco en directo, la falta de volumen al arranque de Foo Fighters o en momentos de la actuación de Belle and Sebastian, pantallas gigantes muertas por la lluvia, y sobre todo, aglomeraciones exageradas.

Desde luego, nos alegramos de que el festival haya conseguido hacer un sold out en esta su segunda edición, pero ayer era imposible caminar por el recinto, y mucho menos acceder a la zona de restauración. El hecho de haber dejado el interior de la Caja Mágica a este efecto, con un único acceso a través de un estrecho puente, formaba un embudo imposible de desbloquear en numerosos momentos de la noche, haciendo que cenar fuese una ardua misión para muchos espectadores. Son detalles, sí, pero que hay que cuidar para que el público abandone el recinto feliz y con ganas de repetir el año que viene. En ese sentido, esperamos que la fluidez mejore en las dos noches restantes y que los cambios realizados en el recinto con respecto al año pasado resulten ser a mejor, cosa que anoche no nos pareció.

* David Moya ha colaborado en las reseñas de Belle and Sebastian y Quique González, ¡gracias!

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