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M83: Una noche para enamorarse contemplando las estrellas

M83

Fecha: 9 de marzo del 2012

Lugar: Razzmatazz (Barcelona)

No bien Anthony Gonzalez, es decir, M83 (nombre tomado de una de las galaxias espirales más bellas del firmamento) alimentó altavoces y oídos hambrientos (muy, muy hambrientos, como evidenció un Razzmatazz donde no cabía ni un suspiro de lado) con su Intro, el corte etéreo con que abre el aclamado Hurry Up, We’re Dreaming, quedó claro que la noche era suya; y que esta sería memorable, de aquellas hechas para soñar y para enamorarse contemplando las estrellas.

Y como para materializar ese ambiente romántico y nocturno, el escenario estaba acondicionado con un montaje sobrio: un panel de estrellas que tapizaba todo el fondo, los pies de teclado cuales púlpitos, luminarias distribuidas para dotar de una iluminación onírica en una continua explosión de blancos, azules y morados a la banda, con la doble función de realzar y potenciar esa comunión espiritual y, a la vez, remarcar el concepto del doble álbum que presentaban, en clara alusión a su presentación gráfica.

Sin embargo, Gonzalez y su grupo, un batería y dos multiinstrumentistas encargados de dotar al sonido preciosista de M83 de empuje y fuerza sin perder ni un ápice del bello entramado melódico (ambiente y músculo, todo en uno; un objetivo al alcance de pocos) evitaron entrar directamente al trapo con el último doble álbum y de inmediato gratificar al público, algo que no les hubiese requerido ningún esfuerzo. Pero, muy al contrario, las primeras canciones se dirigieron a sus dos obras anteriores, Teen Angst, de Before the Dawn Heals Us, y Graveyard Girl, del álbum del 2008 Saturdays = Youth, como demostración de un talento trabajado durante años tanto en el estudio como sobre las tablas. Y ni aun así disminuyó el fervor del público. No es de extrañar que Reunion, la primera referencia con ADN de éxito al Hurry Up fuese acogida casi en comunión.

Así, pues, manejaron el ritmo de la actuación con habilidad, distribuyendo los éxitos de Hurry Up en un repertorio equilibrado: por destacar un ejemplo, tras la brillante Reunion, acataron Sitting, el primer single con el que Gonzalez, y su anterior compañero y miembro fundador de la banda, Nicolas Fromageau, se dieron a conocer diez años atrás.

Si la mesura es la faceta a destacar en el transcurrir de la actuación, tan equilibrada que el “momento valle” llegó más por su regularidad que por una mala elección o un medio tiempo fuera de lugar, sobre la ejecución hay que remarcar el carácter musculoso. Si alguien creyó que el sonido más ambient de Hurry Up iba a propiciar momentos de languidez, la contundencia, siempre, siempre pareja a la bella arquitectura semántica de las canciones, despejó cualquier duda que hubiera, y a velocidades supersónicas. Ni tan siquiera una sala como la grande de Razzmatazz, con una acústica tan huraña a los sonidos más sutiles, pudo mellar los delicados arabescos electrónicas servidas con una contundencia puesta al servicio del discurso melódico. Y eso habla muy bien del trabajo del equipo técnico y de sonido de la banda.

Como decíamos, tan alta y tan constante fue la intensidad emocional del concierto, que ante la canción más esperada, Midnight City, el delirio no se diferenciaba mucho de la respuesta del público a lo largo del show.

Poco a poco fue llegando la hora de despertar: A Guitar and a Heart, Don’t Save Us, Skin of the Night y Coleurs dejaron una noche (corta, muy corta) para el recuerdo; la confirmación de un grupo que se hace un hueco en el pódium del indie de la ciudad que, con seguridad, se verá refrendado en junio durante el Primavera Sound.

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