Hace veinte años salía a la luz Una semana en el motor de un autobús (BMG, 1998), tercer larga duración de la banda granadina Los Planetas y posiblemente el mejor disco que una banda de pop en castellano haya publicado jamás.
Para conmemorar la efemérides se ofreció el pasado miércoles un concierto en exclusiva en la madrileña sala Joy Eslava a la que únicamente seiscientos privilegiados pudieron asistir por invitación. El evento estaba organizado por Vodafone en colaboración con la plataforma de streaming Tidal, aunque extraoficialmente podemos hablar de un ensayo general de cara a la gira aniversario del mencionado disco.
Se ha puesto de moda que muchos grupos salgan de gira conmemorando el aniversario de su fundación o de la publicación de sus trabajos más notables, sin embargo el caso que nos atañe tiene sus particularidades y es que si algo bueno tiene este álbum es que por su naturaleza se presta a constantes revisiones.
Una semana en el motor de un autobús no es solamente un catálogo de excelentes canciones, sino el manual de ayuda definitivo para pasar el gran chaparrón emocional que tarde o temprano todo el mundo acaba por experimentar. Su discurso ha ido ganando vigencia con los años, poniendo a sus autores por encima de sus coetáneos en términos de transmisión patrimonial de las ideas y es que pocos grupos de los noventa tienen discos que hayan envejecido tan bien, cosa que directamente no sucede con este trabajo, que cuanto más se escucha, más atemporal suena.
Volviendo a lo que fue el concierto en sí cabe agradecer el gran papel que hicieron Pájaro Jack como teloneros, aguantando estoicamente a un público que parecía tener prisa por el plato principal. Está feo decir esto, pero es lo menos que se puede decir cuando el murmullo de las conversaciones en el piso de arriba impedía seguir el concierto con normalidad incluso en las primeras filas.
A eso de las nueve y media salieron Jota y Florent al escenario, acompañados por un cuarteto de cuerda y piano. Se echó en falta la presencia de Eric Jiménez, que en esta ocasión no acompañaba a sus compañeros, dejando en Jota la testimonial presencia de los acompañamientos de percusión.
De esa manera empezó un recital en el que los granadinos desgranaron una a una las canciones del álbum en riguroso orden y donde se vivieron momentos de todo tipo que acabaron por confluir inevitablemente en esa catarsis que es La Copa de Europa. A continuación, el grupo se retiró por unos momentos y salieron para un breve último bis donde interpretaron Los Poetas y De Viaje.
Poco más se puede añadir a la crónica de una noche en la que cientos de personas se reunieron para celebrar muchas cosas, desde el despecho a la necesidad puntual de pegarse un buen homenaje. Gritos y vítores a mansalva, pero lo importante aquí es que todos hemos pasado nuestra particular semana en el motor de un autobús, los que vienen detrás la pasarán y ahí estarán Los Planetas para ayudarles a pasar el trago. Una resurreción de tal calado es para celebrarla y enorgullecerse de lo que puede conseguir la música.