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Local Natives: Sobresaliente en Madrid.

Foto: Laura Pérez Calle.

16 de noviembre de 2013.
Joy Eslava (Madrid).

No lo esperaba. Siendo justos, y sinceros, no esperaba lo que pasó la otra noche.

El encanto – y lo incómodo a veces – de la sala Joy (antiguo Teatro Eslava) es que, a pesar de haber sido transformado en una discoteca de dudosa calidad o gusto – por desgracia – aún conserva la acústica y esencia del teatro. En el que, dicho de paso, comenzaron representándose obras del género atrevido. Ya saben.

La historia es que siempre que entro ahí me imagino que, por aquel entonces, el espacio sería la versión multitudinaria del conocido Teatro Lara, más íntimo, más recogido. Y sin esa distribución fatal gracias a la cual, dependiendo del punto de columnas y cabezas, incluso puedes llegar a limitar el concierto a la escucha. Y disfrutarlo.

Sin previsión de tantísima afluencia de público la sala Joy Eslava, abarrotada, nos invitada a hacinarnos a los lados. Tras comprobar que el centro, el patio principal, superaba el aforo de la comodidad.

Con ganas pero sin dejar pasar un instante, puede que con un minuto de tregua para colocarnos, los chicos de Local Natives salían al escenario. Algo tímidos. Con esa cara de L.A. que mantienen por cortesía de las camisas molonas y la personalidad diferenciada y conectada de cada uno de los miembros, casi en la misma proporción. Lo primero que pasó fue Breakers, single que nos abría las puertas de Hummingbird (Frenchkiss/Infectious Records, 2013) a comienzos de este año. Segundo disco de la banda – recordemos que – grabado bajo la producción y casi tutela de Aaron Dessner, guitarrista de The National.

World News y Wide Eyes, incluidas en su debut (Gorilla Manor, 2009) confirmaban la calidad de la banda en directo. Con una línea vocal tan empastada que parecía sacada de un pre-grabado, unos tiempos perfectos, el trabazón entre los chicos, las miradas, las sonrisas. El antiguo teatro abría los ojos a la viva demostración de que, cuando uno lo tiene claro, es cuestión de tiempo dejar entrever la seguridad y el carisma.

Es tan evidente que tienen talento que fui testigo de ese cruce de miradas entre amigos, conocidos o desconocidos, en el que uno de ellos pone cara de alucine y el otro contesta exactamente con la misma cara, pero con los carrillos cargados de aire.

Hay que tener bastante gusto para escoger Warning Sign de Talking Heads y convertirla en la versión de la noche, imagínense. Ya con el gesto enroscado de amor siguieron sorprendiendo con la disposición, la actitud, la naturalidad y la sensibilidad que no dejaron de mostrar ni un solo segundo. Ni siquiera entre canciones. Mientras sonaban You and I, Ceilings, Wooly Mammooth, Mt. Washington o Camera Talk, Taylor (guitarra y vocalista) explicaba en un español perdido, y esforzado, cómo estuvo viviendo en Granada y los recuerdos agradables que tenía sobre España. Colombia, la canción en la que se expone la pérdida de – en este caso, una madre – fue, sin duda, uno de los dos momentos más emotivos de la noche. Con el nudo aún en la garganta nos sobrepusimos lejos de la luz azul que les acompaña siempre que hablan de Patricia.

Encuentro necesario hacer hincapié en que Taylor lleva las vocales más graves encajadas con las agudas de Kelcey a la perfección. Que en la cara de Ryan se lee dulzura a la legua. Que Matt es uno de esos baterías que aún sonríen cuando golpean el bombo y la caja con fuerza. O que Nik Ewing es el mejor bajista novato que he visto en mi vida (por no mencionar cómo se mueve).

Precisamente, uno no crea esa conexión con el público si no es real. Si no existe un vínculo con lo que hace, tampoco existe a través de ello.

Entre cambios de instrumentos y la suma de emociones acumuladas Bowery cerraba el setlist continuo. En el primer bis: Who Knows Who Cares, segundo momento para apretar las manos y cerrar los ojos. De verdad, la versión en directo de esta canción – en concreto – es un diez. Segundo bis: entrar, volver a salir, pegar un trago a la cerveza, secarse la cabeza, en posición. Sun Hands fue un espasmo inesperado. Una tormenta de sencillez y energía. Contundentes, muy brutos, muy sueltos y muy cómodos. Además de sobradísimos.

La calidad de Local Natives en directo es sobresaliente.

Para la próxima vez el número de seguidores habrá crecido, el tamaño de la sala será mayor y la intimidad reducida. Pero no serán ellos quienes impongan dresscode para disfrutar de lo que hacen. Entienden ¿verdad?

 

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