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León Benavente enseña las garras en Madrid

LEÓN BENAVENTE
Pocas veces en la historia reciente de nuestro país la irrupción de una banda se ha antojado tan estimulante y necesaria como la de León Benavente. Con Nacho Vegas en pleno paréntesis discográfico, con la esperada secuela de aquella obra maestra publicada por Lucas 15 aún pendiente de ver la luz y con escasísimos iconos nacionales rindiendo a su máximo nivel, apetecía escuchar un debut con temperamento, conciencia y emoción. Valiente, sin pudor, de talante reivindicativo, desvergonzado. Que agitara cerebros y corazones. Con canciones de primer nivel y letras destinadas a grabársete a fuego. Que, en definitiva, marcara diferencias. Pues bien, Abraham Boba y Luis Rodríguez, componentes de la banda del asturiano entre otros méritos, Edu Baos (Tachenko) y César Verdú (Schwarz) lo han logrado. Su homónima tarjeta de presentación es uno de los álbumes patrios más inspirados y corrosivos del año y de los últimos tiempos. Un decálogo de temas de pop-rock, con destellos de after punk, tan urgentes, rabiosos y desencantados como lúcidos. Un disco que inflama el ánimo, que dispara con bala, que te afila el colmillo, que no puedes quitarte de la cabeza.

Las expectativas generadas tras el anuncio de una larga agenda de conciertos durante este año, y que se prolongará en 2014, eran muy altas. Con razón. Y podían haber sido traicioneras, no pocas veces un grupo ha pinchado escandalosamente en escena tras grabar alguna maravilla, pero León Benavente estuvo a la altura de las circunstancias de principio a fin en su esperadísimo concierto prenavideño de Madrid, en la Joy Eslava. Pasadas las nueve de la noche, y con una afluencia bastante generosa de público, Las Ruinas fue el perdigonazo elegido para iniciar el espectáculo y empezar a caldear el ambiente. Pronto se comprobó que la banda sonaba acoplada y que el sonido era impecable. Durante el primer tramo, no obstante, el fan más puntilloso y visceral podría acusar una cierta falta de intensidad sobre el escenario. También debajo, naturalmente. Una música tan contestataria y explosiva, y por extensión el grupo que la ejecuta, merece más implicación por parte de la audiencia. Pocas cosas hay más hermosas que esa retroalimentación anímica que se establece, en ocasiones, entre el artista y el espectador durante un concierto.

Afortunadamente, la temperatura no tardó en elevarse. La interpretación de Muy Fuerte, uno de los momentos más enérgicos, contribuyó a que la maquinaria terminara de arrancar. Se trata de uno de los cuatro temas que integran el flamante EP Todos Contra Todos, y que presentaron al completo durante el concierto. Probablemente, el más certero. Antes del despegue, poco hay que lamentar. Si acaso que la descorazonadora e inmensa Estado Provisional sonara con algo menos de magia y seducción que en el disco. Pero poco más. De ahí en adelante, la actuación adquirió la intensidad y el vuelo que definen al grupo, y la sala se contagió. El guitarrista Luis Rodríguez mantenía su habitual compostura, al igual que Verdú con sus baquetas, pero Boba y Baos, con actitud más protagonista, comenzaron a desmelenarse. Y llegaron momentos álgidos, llenos de brío, como, entre otros, Ánimo Valiente o Revolución. También una pequeña sorpresa en forma de cameo de Nacho Vegas, que salió a interpretar con su imperturbable y carismático estilo La Gran Desilusión, ese agridulce homenaje al 15-M.

Conviene, por cierto, y como una de sus grandes virtudes, elogiar el respeto y mimo que siente esta formación hacia su pequeño legado en la confección del set-list. No hubo ninguna  versión, si excluimos Europa Ha Muerto, de Los Ilegales, que incluyen en su segunda obra, como tampoco guiños a sus anteriores o paralelas carreras. Todo lo que sonó fue León Benavente, debut y EP diseccionados en profundidad. Cuando se llegó al bis, cualquier seguidor con un mínimo de memoria añoraría La Palabra y Ser Brigada, sus dos temas más incendiarios. Naturalmente, esa fue la traca final, ya con Boba desentendiéndose de los teclados, empuñando el micro y recorriendo de punta a punta el escenario como un león enjaulado. Gran broche a una de las bandas primerizas que más conviene atar en corto de nuestro moribundo continente.

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