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“La realidad supera la canción.”

Foto: Laura Pérez Calle.


Sala Siroco,Madrid
18 de enero de 2014

Todas las semanas hay algún concierto interesante que implica a alguna banda relativamente nueva, o nueva. Y casi siempre tiene que ver con amigos. Y casi siempre tiene que ver con La Fonoteca. Cosas bien hechas.

El sábado pasado la sala Siroco (Madrid) se hacía eco de dos presentaciones. En primer lugar, la boy band Gabriel y Vencerás descubría su recién estrenado segundo álbum: San Felices. Ésta vez auto-editado bajo el colectivo Hermanos Segundos: unidos para hacer el bien.

Con cara de haberlo pasado fenomenal en la exhibición condal de San Felices: Jorge, Juan, Pedro y Tito tomaban posiciones entre sonrisas. La verdad es que lo mejor de Gabriel no es ni la perfección ni el sonido compacto. No destacan por ejecutar canciones, si no por interpretarlas. No son punteros en hacer las cosas como le gustaría a mi abuelo, pero esa es la gracia. La verdadera esencia es que, todo ese caos que parece generarse en el escenario, tiene más encanto que un capítulo de Futurama. El aparente desorden les gusta tanto como para demostrarlo (que suena a perogrullada pero no lo es tanto). Y esa sonrisa contagiosa – que hace que termines tarareando canciones con letras ininteligibles, mientras pones cara de idiota y observas a la gente que respondería a este último adjetivo haciendo gestos de no entender nada – es genial.

Las canciones de San Felices son una fiesta. No, ¡un guateque! Factor Amiguet, Funeraria Risas, Sor Increíble, Ácido Niño. Y volviendo, precisamente, sobre ese título que da nombre a su debu: Ácido Niño (Gran Derby, 2012) Palacio y Dionisio sonaron con especial fuerza. A pesar de esos problemas técnicos que, a decir verdad, no tuvieron importancia desde este lado. Escuchamos a Jorge dar la gracias por acudir a la cita y pedir perdón en la misma frase antes de terminar con su parte.

[clap, clap, clap]

Un cigarro después: Terrier. No tengo claro si lo que pasó en Siroco con la presentación de Un Cadáver en el Mar (Sonido Muchacho, 2013) fue real. Y con real me refiero a que hay cosas que uno se cree y cosas que no tanto.

Reconozco que es algo que me obsesiona últimamente y, pongamos que, a cambio de la espontaneidad de Gabriel, Los Terrier sí que siguen al dedillo el asunto sonido bien, voces bien, a bloque. Estructura, becaria, becaria, becaria, muchas ganas. Porque ahí había energía de sobra para llenar una flota de camiones Iveco. Pero, a lo mejor por el contraste, o quizá el exceso de confianza en el escenario. Que – entiendo – no resulta igual de poco atractivo para todo el mundo, no terminó de convencerme aquella escena.

Ellos, también disfrutones y notablemente contentos con la sala, se entregaron por completo a las nuevas canciones. Entendiendo ‘por completo’ como: baño de cerveza en el suelo, bailes, presentaciones, nuevos temas, y mucha complicidad. Quizás ese sea el punto fuerte de la banda que, desde luego, parece conocerse muy bien.

Una vez más, bravo por las conexiones fonotecas, por Barcelona, Zaragoza y Madrid. Y por los sellos y personas que se implican en que todo esto vaya tomando la forma que merece.

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