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La primera noche del Gramolafest

GRAMOLAFEST

La música en nuestro país goza de muy buena salud (la música, que no la industria musical) y quien diga lo contrario es porque no se ha parado a escuchar. La noche del jueves 29 de marzo nos reunimos en la sala Wah Wah de Valencia para asistir a lo que sería la primera de las dos noches que durará el Gramolafest, el festival organizado por la web valenciana La Gramola de Keith.

Nadie sabe dónde acabará un grupo, pero todos sabemos dónde nace: en su ciudad, en su pueblo, en su casa. En cada ciudad y cada pueblo de este país hay una escena, un pequeño mundillo de sexo, drogas, rock&roll y cotilleos. Pero, sobre todo, estamos dentro de él porque nos gusta la música.

Nosotros vemos a los grupos nacer, esos grupos que dentro de unos años verás en grandes festivales tocando delante de miles de personas con fans gritando a primera fila. A esos grupos nosotros los vemos tocar delante de diez personas con la púa prestada de su primo. Nosotros hacemos el trabajo sucio, el día a día. Estamos hasta en el bar más perdido de la ciudad dejando constancia de lo que está pasando delante de nuestras narices, porque se está haciendo muy buena música.

El Gramolafest son solo dos días, y los trescientos sesenta y tres días restantes del año nos los pasamos yendo con sueño a clase o al trabajo, estudiando poco para los exámenes y trabajando en algo de lo que muchas veces no cobramos. Hacemos el trabajo sucio, pero nos gusta y por eso lo hacemos.

Así que, estés en una capital o en un pueblo en medio del campo, párate a escuchar, porque tienes delante gente que hace buena música. Verás la semilla y luego, cuando triunfen y salgan en la Mondosonoro o en la MTV, el resto de la gente verá el árbol. Eso es La Gramola de Keith, y el Gramolafest era su homenaje.

La primera noche se subieron al escenario Gatomidi y Rubick, cada cual fiel a su estilo. Gatomidi son la potencia personificada, la demostración de que con sólo tres personas se puede hacer mucho ruido. Son una explosión de guitarras ácidas y batería contundente que incita a gritar hasta ahogarse. Que Facing Destiny, su primer disco, es para prestarle mucha atención ya lo sabíamos, pero además demostraron que funcionan muy bien en directo y salen airosos con una puesta en escena que no deja indiferente a nadie. Después de canciones como Guess My Name, You Have No Choice, Run Away o Facing Destiny salimos a la calle oyendo solo pitidos en nuestros oídos y con ganas de más.

Cuando volvimos a entrar a la Wah Wah, Rubick ya habían empezado con una de sus versiones. Sí, versiones, porque antes de tocar canciones propias les oímos reinterpretar a The Black keys, Gwen Stefani, Stereophonics, Two Door Cinema Club y, en definitiva, canciones de esos grupos que son sus ídolos y que les han marcado convirtiéndolos en lo que son. Después de I Can Talk de Two Door Cinema Club, anunciaban que ahora venían las suyas. Cayeron hits como Love o Bandits, e incluso alguna de las nuevas canciones del EP que presentarán dentro de poco. Si algo no puede faltar en un concierto de Rubick son las fans emocionadas de primera fila, ellos lo saben y se crecen delante de un público que les pide más y más y al que finalmente sacian con el bis obligatorio.

La noche del viernes se presenta tan interesante como la pasada, veremos a Joe Alvinn, Cosidos y a Rain Over Kiruna, que se estrenan en la segunda y última noche del Gramolafest. Será una ocasión única para ver en dEluxe a estas tres joyas nacidas en la ciudad de las naranjas, la paella y la buena música.

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