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La maravilla de un tío normal: Matthew E. White

Como un tío normal. Un tío normal con pelazo, barba, gafas y algún kilo de más. Un tío normal con cara de buena gente. Un tío normal parecido físicamente al meme del freak (debería haber un link de una imagen aquí alegórica como aclaración). ¿Cómo un tío normal, un tío gordo normal vestido con camisa a cuadros se supone que va a hacer algo que haga rebrotar el día de mierda que llevo encima?  Rebrotar. Ese era el pensamiento inicial. Mi equipo ha perdido, el trabajo es una mierda y ella no me quiere. Pensamiento inicial.

Pero siempre se puede apelar a la metamorfosis.  La metamorfosis. La crisálida, el capullo, el bluegrass, el sursum corda. Todo es lo mismo. Matthew E. White sube al escenario del maravilloso del Teatro Lara en compañía de un batería, un bajista y un segundo guitarra/Steel-guitar para más señas. Y realiza ese bello proceso de cambio en el que la persona deja de ser carne y se convierte en música. ¡¡Ba-bum!!

La voz de Matthew. E. White se desplaza desde el susurro tranquilo y arrastrado hasta altitudes muy elevadas. El concierto con banda juega con el country, el blues, el soul, folk, la americana y lo que viene siendo Rock&roll. Are you ready for the country?  Vistiendo las canciones con los pequeños detalles jazzisticos de las percusiones originales, los brillantes punteos de la steel-guitar, los acertados toques del bajo y los riffs de guitarra.

Recreo su aplaudido Big Inner, la sublime One of theses days y su otro largo Outer face edition, con perlas para los oyentes/escuchantes/asistentes.

El señor Matthew habla entre canción y canción. Es la segunda vez que está en Madrid y la tercera en España. Tiene unas bonitas palabras sobre Ourense y lo gracioso que es intentar comprenderse cuando no se habla el mismo idioma. Habla también con uno del público que es de Virginia. La belleza de Virginia y sus profundos valles.

Pero el concierto gana realmente cuando Matthew recupera todo el protagonismo. Todo el protagonismo para sacar luz y claro/oscuros  a la guitarra y llenar el teatro con su voz.  Una delicia escuchar a Matthew E. White en un sitio así, en un día así, habiendo tomado una cerveza así.

El día no cambió y ella me sigue sin querer, pero por un momento todo se paró.

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