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La madurez e independencia de Editors

Barcelona, 16 de diciembre de 2015.
Sala Razzmatazz.

 

A veces las etiquetas están para cortar las alas a ciertas bandas. Y es que Editors aparecieron en un momento en que Interpol se lo estaba comiendo todo dentro del revival del post-punk. Mientras Antics sonaba sin parar, Editors estaban con su The Back Room, un dignísimo largo de debut que contenía algunos de los hits que aún siguen siendo sus temas más esperados en los conciertos. ¿Qué hubiese pasado con Editors si hubiesen aparecido antes o después? Nunca lo sabremos, pero si una cosa es clara es, que a diferencia de Interpol, decidieron experimentar y salirse un poco del encasillamiento y la repetición.

A destacar que la velada de ayer era algo así como una pequeña prueba de fuego después de los atentados en París; evidentemente hay que continuar viviendo y aunque la mayoría de los asistentes teníamos ese tema en nuestras conversaciones, salimos de la barcelonesa Razzmatazz relajados y pasando página a nuestros pensamientos más tristes.

La noche la abrió unos Twilight Sad en estado de gracia. Con un frontman expresivo que dotaba de fuerza y emoción los últimos aciertos de su último trabajo. En algo menos de un año han pasado tres veces por la capital catalana, y da la sensación que están logrando aumentar su número de seguidores. Serán un grupo underground siempre, pero tienen un atractivo realmente magnético.

Editors empezaron puntuales, con la banda diseminada a lo largo del escenario, alejada uno de los otros. Todos de negro militante, excepto Tom Smith con camisa blanca. Clarísimo quién lleva el peso de la formación, aunque no obviemos al buen hacer de una banda solvente como las que más.
Atacaron sus temas de su último trabajo, el oscuro In Dream, y lo intercalaron con unos temas de flojo predecesor, The Weight Of Love, con temas como Sugar que se vieron mejorados notablemente. Y es que si una cosa destaca el directo de Editors es que da muestras claras que nos encontramos ante músicos enormes y polivalentes y esa es la gran baza de esta formación, aparte evidentemente de la voz grave y polivalente de Tom Smith. Los temas más celebrados, los comentados de su primer trabajo, como Sparks o de su tercer disco, el de de ruptura que contiene el efectivo Papillon.

Con los discos de estudio, Editors nos pueden parecer una banda desconcertante, cada disco es un punto y aparte dentro de su trayectoria como banda. Y en su directo, las guitarras afiladas, el post-punk bailable y los sintetizadores machacones y oscuros se mezclan. Y es que los ingleses en el fondo son una banda de músicos inquietos con ganas de experimentar y de huir de las malditas etiquetas, que les decían que tenían que subirse al carro de la estela de Ian Curtis; pues al revés, acogieron con amor los sintetizadores y decidieron ir por su propio camino. No negaremos que su repertorio es irregular y se nota levemente en algún momento de sus directos, pero apreciar esta calidad hacia el riesgo es algo que se saborea pocas veces en estos días.

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