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La intimidad salvaje de Mujeres en Sidecar

La fina línea entre la emoción más auténtica y el salvajismo más desbocado. En ese punto difícil de conseguir se encuentra el sonido de Mujeres y esa línea es la que termina por reventar en sus conciertos.

Cuando uno asiste a uno de estos tiene la sensación de colarse en algo demasiado personal. Es lo que pasó sobre todo en la Sidecar de Barcelona el pasado 10 de noviembre. Una intimidad extraña que acaba por fraguar entre sudor y cantos a la amistad, el amor y la juventud. La clase de intimidad bruta que habría en una reunión de amigos en el garaje del padre de uno de ellos que acaban haciendo pogo entre cuatro o cinco.

La (Gran) Gira Barcelonesa de Mujeres llegaba a su final tras tres sucesivos sold outs con una cita muy especial en Sidecar. Especial igual que las otras fechas incluidas en esta mini gira, aunque concretamente por poner punto y final a la misma y por su pareja de baile de esa noche. Contar con Las Ruinas para esa especie de retorno a las raíces más profundas de la noche barcelonesa en una cita tan importante como tu décimo cumpleaños como banda no es tontería. El ya clásico grupo barcelonés abrió la noche de la mejor forma que sabe. Con ese garage canalla e idiosincrático con el que se puede identificar cualquier alma nocturna de la ciudad.

Todavía faltaba gente por llegar, pero los coros en canciones reconvertidas en himnos como Cubata de Fairy, Ramón y Cajal o Gabriel y Vencerás fueron auténticos momentos de comunión como pocos saben crear. Sonaron temas de sus últimos álbumes, como Necesito Saber, aunque el momento álgido llegó con su clásico eterno Cerveza Beer. Con ese “Ven aquí, ven a celebrar” fue con lo que la fiesta quedó definitivamente inaugurada, con una Sidecar expectante como un cuarto de calderas.

A veces parece que el mal rollo en un grupo es más fácil de percibir que todo lo contrario, pero en el caso de Mujeres su química en el escenario consiste en la de una banda con la ilusión de unos recién estrenados y la experiencia de unos veteranos. Tras una pequeña pausa para reacomodar el escenario y sin ningún tipo de anestesia, Vete con él, Siempre Eterno y Salvaje se precipitan una detrás de otra liberando el caos colectivo. Los pogos no tardan en aparecer y en un abrir y cerrar de ojos la sala ya está ardiendo.

Desde este comienzo queda claro que como trio Mujeres funciona sin traba alguna, con un ritmo imbatible que no palidece ni en los temas más sentimentales. Es el caso de Dije Fácil y Vivir sin Ti, en las que se deja ver esa sensibilidad pop que caracteriza a los barceloneses y que conjuntamente marcan tan bien ese progresivo paso al castellano que ha ido realizando el grupo. Tras estas los coros no cesan, ya con Un Sentimiento Importante se crea el himno total de esta última etapa del grupo. Bailada hasta la extenuación, con esa subida rítmica que resulta aún más imponente en directo.

Jugar en casa es un punto a favor, pero contar con los fans de Mujeres también. Para más de uno y de unos cuantos el de Sidecar no era su primer concierto de la Gira Barcelonesa, pero para la mayoría de ellos fue como el único. Una parada, Yago lanza las primeras frases Aquellos Ojos y todo vuelve a ser agitación, bailes y coros.

Aunque las canciones de Un Sentimiento Importante marcarán el concierto, todavía habrá tiempo en su recta final para temas más antiguos, como las geniales Galgo Diamante y I Wonder, y para versiones, como el trallazo No Volveré de Kokoshca. Entre medio, Suenan Espadas supone uno de los momentos más esperados del concierto, recibido con el júbilo procedente. Como punto final Demolición, esa locura de canción bandera de la escena garage por antonomasia, se convierte en el mejor fin de fiesta para esta Gira Barcelonesa.

Lo que comenzó siendo una locura en concepto, se convirtió en una experiencia en la que el público pudo sentir orgullo de pertenecer a la misma generación que Yago, Pol y Arnau. Sudar y bailar juntos hasta unirse en un solo grupo. Un puñetazo en la cara en forma de pogo gigante en el que darte cuenta de todo lo que te falta por vivir. Ahora somos un colectivo en el que podemos alumbrarnos unos a otros en la oscuridad que supondrá la espera de su vuelta a la Ciudad Condal con las cerillas de la Casa de Rock Mujeres.

 

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