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La apoteosis de Muse en Madrid

Fecha: 20 de octubre de 2012

Lugar: Palacio de los Deportes (Madrid)

Foto: Paula S.

Todo concierto de Muse trasciende lo puramente musical. No sólo asistes a la actuación de una de las mejores bandas en directo del panorama actual, sino que eres testigo de un montaje espectacular, novedoso, futurista, al alcance de la imaginación (y el presupuesto) de unas pocas bandas. Una cita ineludible, que de ellas vamos a tener unas cuantas este otoño cargado de buena música.

Pero antes de Muse, el escenario, aún tapado y misterioso, fue ocupado por The Joy Formidable, quienes fueron un muy buen aperitivo para un abarrotado Palacio de los Deportes (en serio, una vez comenzó el plato principal de la noche, allí no cabía ni un alfiler). La banda liderada por Ritzy Bryan defendió con potencia los temas de su debut e incluso presentó alguna canción de su inminente nuevo disco, mientras el público de Madrid respondía a la entrega del trío cantándole el cumpleaños feliz al batería, visiblemente contento por tal felicitación.

Aunque el gran momento de la noche estaba por llegar. Para empezar, pudimos finalmente ver el escenario. Amplio, trasparente en muchos de sus detalles, circular rodeado completamente por pantallas que iban a bombardearnos con imágenes sincronizadas con la música durante todo el concierto y distintas posiciones para que la banda pudiese tocar en diferentes puntos ofreciendo al público múltiples puntos de vista.

Todo arrancó entre vítores del público con las imágenes y sintonía de Unsustainable a modo de introducción, justo antes de que los guitarrazos de Supremacy e Hysteria llevasen al público de 0 a 100 en pocos segundos, como los buenos coches. Y entonces, llega la magia del espectáculo. De repente, una estructura piramidal invertida empieza a caer del techo del Palacio de los Deportes y se posa sobre las cabezas de la banda. Las imágenes comienzan a mostrarse también en su superficie, logrando la sincronización perfecta entre música e imagen. Una delicia.

El ritmo sigue por todo lo alto con Supermassive Black Hole y Resistance, dos canciones que forman ya parte del repertorio clásico de la banda, antes de pasar a presentar canciones nuevas de The 2nd Law, en este caso, Panic Station y Animals. La primera, con su ritmo altamente bailable, casi acaba con Matt Bellamy lesionado, ya que sufrió una pequeña caída mientras subía los escalones del escenario (eso sí, ni aun así se le escapó una mala nota). Y la segunda, uno de los mejores temas sin duda de su último trabajo, quedó maravillosamente acompañada por una escenografía que recordaba a las grandes bolsas y un video demostrando el ascenso y caída de un tiburón financiero mientras los mercados se vienen abajo. Toda una alegoría de la triste situación de la sociedad actual, en la que los mercados están destrozando las vidas de tantos. Para mí, uno de los mejores momentos del concierto.

Entonces llegó el momento en el que Chris Wolstenholme y Dominic Howard protagonizaron un solo de drum n bass mientras del suelo del escenario aparece un piano para que Matt Bellamy retome el protagonismo y nos regale sendas interpretaciones de Explorers y Falling Down, tema rescatado del primer disco de la banda y que, según Bellamy, nunca habían interpretado hasta la fecha en España.

Tras esta pausa, volvió la intensidad con Time Is Running Out, otro de los grandes himnos del trío, guitarreo puro y duro para volver a despertar al personal, antes de dar paso a Chris Wolstenholme actuando por primera vez como voz principal en Liquid State, también una de las nuevas canciones que presentaban al público de Madrid. Madness nos trajo de nuevo el espectáculo más sorprendente, gracias a las ultramodernas gafas que se puso Matt Belammy y que reflejaban en sus lentes los mismos mensajes que nos lanzaban las múltiples pantallas del escenario. Una nueva muestra de que, en cuanto a sorprendernos, este grupo va un paso por delante del resto.

Después, estribillo buscando el coro del público con la nueva Follow Me y más cambios en el escenario para presentar Undisclosed Desires, con un Dominic Howard tocando la batería de pie mientras cada uno de sus golpes hace que sus instrumentos se iluminen y Matt Bellamy recorriendo el diámetro completo del escenario para dedicarle su canción a todos los fans, estuviesen en la posición que estuviesen, terminando saludando uno por uno a todos los situados en primera fila.

La máquina estaba funcionando a pleno rendimiento y siguió haciéndolo con Plug In Baby (los clásicos nunca fallan ni decepcionan) y otro alarde de originalidad cuando el escenario se convirtió en una gran ruleta de casino para que el destino decidiese si la banda tocaría Stockholm Syndrome o New Born, siendo en esta ocasión agraciada la segunda. Tras ello, primer descanso de la noche, que no se podía producir de cualquier modo, sino con la espectacular pirámide posándose lentamente sobre el escenario cubriendo a la banda completamente. Alucinante…

Pero aún quedaba el último subidón. Con Uprising, como debe ser, y una increíble animación en los videowalls de la pirámide con un Dominic Howard a lo Uma Thurman en Kill Bill destrozando malos a diestro y siniestro hasta el clímax final, que continuaría con la siempre imprescindible Knights of Cydonia… Después, otro pequeño descanso para ya encarar el cierre final con Starlight y la canción que protagonizó los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Survival, para la que Bellamy se puso su mejor traje de Freddie Mercury

Un concierto apoteósico que confirma que Muse se ha convertido en mucho más que una banda, ya son un símbolo. Y la despedida de Matt Bellamy prometiendo volver el verano que viene nos hizo sonreir, y más cuando fuentes muy cercanas a la banda nos hablaron de una más que posible cita en el Vicente Calderón de Madrid…Ya nos vamos relamiendo…

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