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La apoteosis de Muse en 360 grados

Lo vivido ayer en el Barclaycard Center fue algo más que un espectáculo musical, fue un goce continuo para todos los sentidos.

Muse no actuaba en Madrid desde su pasada gira The 2nd Law en 2012; quizá por eso, cuando anunciaron su regreso a la capital en septiembre, las entradas se agotaron en cuestión de minutos y el grupo tuvo que programar otra fecha (agotada también). Por eso, o porque quienes van a ver al trío en directo saben que el precio de la entrada está más que justificado con el espectáculo del que van a formar parte. El despliegue técnico en sus directos es ya una tradición, y en esta gira, Drones World Tour, no iba a ser para menos: un escenario giratorio de 360 grados situado en el centro del pabellón con dos brazos extensibles a cada lado que servían de pasarela para Matt y compañía. Y, por si fuera poco y para no olvidarnos de la experiencia visual, una hilera de pantallas translúcidas sobre las que se proyectaban imágenes encima de cada pasarela.

El concierto daba comienzo casi a las 21:30h de la noche tras el show de los holandeses De Staat, quienes animaron al público en todo momento, calentando los ánimos para lo que venía después. Luces apagadas, chillidos de emoción… y silencio y bocas abiertas cuando caen del cielo cuatro esferas blancas (muy similares a las del bombo de la lotería) que se mueven de forma autónoma por el palacio. El público hace mano de su smartphone y comienza a grabar lo que ocurre encima de sus cabezas, atónitos. Muse comienza la función con drones sobre sus fans, objetos centrales de la temática de su séptimo disco de estudio Drones (2015).

Matt, Chris y Dom toman posiciones (sin olvidarnos de Morgan, delegado en la retaguardia tras Dom) y suenan los enérgicos acordes de Psycho, single de su último trabajo y convertido ya en éxito del grupo. Estalla la locura generalizada y el público comienza a saltar como loco, apoyando con el concurrido «lololorolololo» a la guitarra de Matt. Finaliza el tema y comienza Reapers, otra canción que no deja lugar al descanso, seguida del ya mítico Plug In Baby y retomando la energía desprendida en los primeros 15 minutos de concierto con otro de sus nuevos singles, Dead Inside.

Tras cuatro temas con los que nadie para quieto ni para tomar aire, llega la calma. Se proyectan en las pantallas imágenes futuristas y desoladoras, más propias de ilustraciones que acompañarían a novelas distópicas, con Isolated System de fondo. Matt y Chris se posicionan al pie de las proyecciones y comienzan a interpretar The Handler, mientras una mano a metros de sus respectivas cabezas, les dirige mediante unos hilos, como si los músicos fuesen marionetas. El público queda fascinado una vez más por los efectos especiales del escenario, cuyo epicentro no deja de rotar con Dom a la batería y las idas y venidas del bajista y Bellamy. El regreso de la locura lo trae Supermassive Black Hole, pero esta vez el público puede descansar tras haberlo dado todo con un pequeño interludio. Y aparece la esperadísima Starlight, con las palmas coreando los ya legendarios acordes y una lluvia de globos gigantes con confetti dentro moviéndose por el pabellón. Hasta Chris y Dom se toman un tiempo para pincharlos y jugar al fútbol con ellos en el escenario.

Matt se sube a la plataforma y toma asiento en el piano para interpretar Apocalypse Please, un tema ya antiguo que han retomado en esta gira y poco esperado para los asistentes. La electrónica de The 2nd Law se abre paso con Madness, el escenario se tiñe de azul y sensualidad a partes iguales; suena entonces Map Of The Problematique, canción con la que el trío sorprendió por no ser una de las habituales. Después de un interludio para coger aire, los hitos se encadenan: Hysteria, Time Is Running Out, Uprising y los puños en el aire coreando «THEY WILL NOT CONTROL US«. Pausa y The Globalist, pieza que dura poco más de 10 minutos y con la que Muse vuelve a hacer gala de su increíble escenario. Las pantallas rodean el epicentro del escenario y se van sucediendo una serie de vídeos para cada parte de la canción: estrellas, drones, imágenes futuristas, una mujer vestida como el propio mesías ante un mundo destrozado y dirigido por la tecnología… La desoladora estela es recogida por Take a Bow y Mercy, y el broche final lo pone, como no podía ser de otra forma, la épica Knights Of Cydonia y el público se despide del trío con el puño en alto y ese «YOU AND I MUST FIGHT TO SURVIVE«.

Las casi 16.000 personas que se reunieron en el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid y las mismas que se darán cita esta noche, van a poder decir que han visto a una de las bandas con los mejores directos de este siglo. Y lo saben; por eso se agotaron las entradas en cuestión de minutos. Muse es consciente de que el directo, y uno como el suyo, ha de ir acompañado de la tecnología para poder aumentar la experiencia de ir a escuchar y ver en vivo a un grupo. Porque Muse no es un grupo cualquiera, ni lo son su escenario o su puesta en escena. Ir a un concierto de Muse es una experiencia recomendada al menos una vez en la vida; porque aunque no sean de tu agrado, tus cinco sentidos no van a quedar indiferentes, y no vas a saber lo que es sentarse en la butaca en las casi dos horas de inigualable experiencia.

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