InicioConciertos - ArchivoKutxa Kultur 2017: convirtiendo el barro en arte

Kutxa Kultur 2017: convirtiendo el barro en arte

Texto y fotos con la colaboración de Sara Pérez

Emocionados por los preciosos atardeceres que se veían en la edición anterior desde el monte Igeldo, sabíamos que teníamos que dejarnos caer por el Kutxa Kultur en 2017, pero, nuestro castillo de aire se derrumbó en el momento que la organización, con el ánimo de aumentar la capacidad del recinto, decidió moverlo al histórico hipódromo de Lasarte.

Aunque parecía una apuesta atractiva una vez llegado el día pudimos vivir una especie de Glastonbury inesperado, con barro hasta las rodillas y haciendo del impermeable nuestro mejor amigo. La verdad que al principio estábamos un poco desorientados pero al final ha quedado en una anécdota.

Otro de los puntos en los que debemos hacernos un poco de eco es en la falta de transporte público. Es decir, lo había, pero la poca señalización y los horarios intempestivos no invitaban a quedarse allí porque suponía un riesgo.

Estamos seguros que la organización va a tomar nota de estos detalles que ensombrecen nuestro paso pero como siempre lo que importa es la música y por ella, soportamos todo.

Lo mejor de este desapacible tiempo fue que la lluvia aguo los planes de la gente guapa de Donosti, que optó por no acudir al festival, y nos dieron una tregua (menos postureo, menos selfies en medio de conciertos y apenas charlas vanales en medio de tus canciones favoritas) a los verdaderos amantes de la música.

Viernes 15 de septiembre:

Llegamos al hipódromo y Havoc con su banda habían salido a dar lo mejor de si en su casa, estrenando el escenario principal. Era la primera vez que escuchábamos en directo las canciones de este Amado Líder, y si el sonido era impecable, sus canciones más luminosas y pegadizas y su banda con una guitarra sobresaliente, lo fueron aún más.

Eso sí, fue sonar La Chica del Tiempo y aparecer la lluvia. El chaparrón iba a más pero aguantamos a escuchar una de nuestras favoritas de Lo Saben los Narvales que no es otra que Hélices, gracias a que la organización nos dejó meter paraguas para proteger la cámara.

 

Aquello no era llover sino más bien diluviar así que la estampida hacia la preciosa carpa de circo antigua que albergaba el escenario Matusalén, fue generalizada. Allí empezaban su set los mejicanos División Minúscula, quienes intentaron hacer a la gente olvidar la lluvia a base de una buena dosis de rockandroll.

Una de las citas más emocionante de la jornada,era la de los donostiarras Amateur, a quienes cedieron el escenario principal para presentar su álbum Debut!. Los fans de La Buena Vida, no podíamos reprimir los nervios, y como por arte de magia, la climatología nos dio una pequeña tregua en el momento en el que Mikel y su impresionante banda de 5 músicos entre los que cabía destacar los nombres de Joseba Irazoki a la guitarra y Paul San Martín al piano, salieron a escena.

Atardecer daría inicio a un set de lo más emocionante en el que echamos de menos la presencia de Irantzu Valencia, pero en el que estuvo muy presente Pedro San Martín. Y es que muchos temas nos recuerdan a él; Fueron Buenos Tiempos, Un Cabreo Pasajero o El Golpe, que lejos de entristecernos nos emocionamos, es más Mikel no cesaba en su empeño de animar al público.  Estamos ante una nueva etapa del «Donosti Sound» que gracias a Amateur ha vuelto en toda su esencia.

Otra vez la lluvia hace acto de presencia y otra vez nos refugiamos en la carpa, donde inmediatamente comienzan unos Jeremy Jay que parecen no llamar demasiado la atención de todos los fans de John Boy más preocupados de que cese la lluvia y poder coger primeras filas que del set del estadounidense, pero que con un inicio arrollador gracias a las canciones de dos de sus mejores álbumes A place where we could go (2008) y Slow dance (2009), consiguen despertar nuestra curiosidad. Eso al inicio, porque a medida que la lluvia cesaba y el público iba  dispersándose para tomar posiciones en el escenario principal, pareciera como si el grupo también se dispersara perdiendo intensidad en esos temas de synth pop ochentero que a priori se nos antojaban muy adecuados como la antesala a unos esperadísimos Love Of Lesbian.

 

Uno de los nombres fuertes de la noche eran Love of Lesbian, que no tuvieron miedo a la lluvia y se presentaron con sus mejores galas y mucho arrojo para dar a conocer a un público sufridor las piezas que componen El Poeta Halley, aunque más que presentación comienza a ser una terrible despedida.

La verdad que el tiempo no ayudaba nada a meterse en el concierto pero el sonido maravilloso que estamos disfrutando en esta última fase de la gira, su colección de éxitos (aunque de la era pre 1999 solo haya sobrevivido Me Amo) y esa brillante actitud que destilan Santi Balmes y compañía hicieron el resto, aunque los chistes sobre lo mucho que se baila en el norte no faltaron.Siempre saben ganarse a su público y su infinita generosidad en vivo les hace ser quiénes son: unos grandes.

En la carpa nos espera un genio de mirada penetrante, un hombre de mundo. Jairo Zavala, más conocido en estos lares artísticos como Depedro, nos lleva a través de la música por carreteras infinitas, paisajes arenosos, sabores picantes. En conjunción con su banda, que en esta ocasión no contó con David Carrasco a quien tenemos que decir, echamos de menos, forman ese elenco perfecto donde la música se vuelve tangible.

Aunque el motivo de la visita era la presentación de El Pasajero, siempre hay cabida para otras piezas de su amplio y sobre todo bello repertorio. Una vez más afirmamos que es y será uno de los grandes estandartes de la música de hoy en día, por el hecho de arriesgar y triunfar con ello.

La lluvia no cesaba y cuando lo hacía siempre nos quedaba el barro pero como auténticos jabatos nos fuimos a ver a los históricos The Jesus and Mary Chain. Un atrevido setlist de 21 canciones para la hora que era es casi un regalo. Clasicazos como Just like honey del celebradísimo Psycho Candy merecen ser disfrutados y juzgados en vivo y es que aunque los escoceses no lo tengan tan fácil para copar mercado como hace años, son fundamentales para entender a bandas de hoy en día.

 

Sábado 16 de septiembre:

 

El sábado si apenas había amenaza de lluvia, aunque como por aquí nunca se sabe, otra vez nos equipamos lo mejor posible con botas y chubasquero para volver a dirigirnos al hipódromo. Nuestra primera cita sería con Neil Hannon y los suyos, y al llegar nos encontramos con la grata sorpresa de que parte del barrizal en el que se había convertido el suelo del escenario principal, había sido cubierto por una especie de tela que por lo menos hacía no nos llenásemos de fango como la noche anterior.

Uno de los platos fuertes de la jornada, junto con el reclamo de The Hives, era sin duda el de The Divine Comedy. 

Como no podía ser de otra forma, salieron a actuar con puntualidad británica y, si tuviéramos que resumir el concierto en dos palabras serían: Calidad y elegancia.

Neil Hannon se mostró como todo un gentleman inglés, esto es, elegante, educado, simpático, irónico y divertido.  La elegancia y una banda absolutamente magistral, son los protagonistas de la primera parte de un set que fue in crescendo y nos fue embaucando hasta el final en el que fuimos conscientes de que nos había enamorado por completo.

Un set cuidadísimo que arrancaba con Absent Friends, canción que da nombre al octavo disco de la banda, para continuar con temas de su último trabajo Foreverland como How Can You Leave Me on My Own o la maravillosa To The Rescue. Alucinamos con las armonías vocales con coros a tres en Sweeden y en Song Of Love, nos encantó que se vistiera de gentleman con bombín y paraguas en The Complete Banker, y el colofón que terminó de enamorarnos llegó, con presencia de nuevo de una ligera lluvia que no se quiso perder uno de los mejores conciertos del sábado,  cuando mezcló el Blue Monday de New Order con su At The Indie Disco.

 

Si la lluvia no quiso perderse parte del concierto de The Divine Comedy, tampoco lo quiso hacer de otra de las sorpresas de la noche, que no fue otra que la alucinante actuación de los locales Grande Days.  Tocaron en el pequeño escenario Kutxa Kultur aunque en mi humilde opinión eran más que merecedores de ocupar el escenario Matusalén.

Las canciones de su EP Spark adquieren otra dimensión en directo, directo para el que invitaron a dos vientos que le dieron mayor intensidad si cabe a las inquietantes atmósferas que crean estos donostiarras.  Kima en seguida quedó hipnotizada con las progresiones de guitarra, es más, dada la calidad de estos chicos no se creía que fueran de aquí, ella estaba totalmente convencida de que formaban parte de los grupos internacionales del cartel. Ahora me confiesa que no para de escucharlos.

Otro de los grupos locales que tuvieron que lidiar con un escenario más pequeño de lo que merecían fueron Luma. Tan sólo batería, voz y guitarra les bastaron para hacer retumbar el suelo del Hidden Stage a base de trallazos de rock sin conjeturas ni artificios. A pesar de coincidir en horario con The Drums, supieron fidelizar al numeroso público que se agolpaba bajo las gradas del hipódromo.

Como hemos dicho, en el escenario principal llegaba el turno para la banda newyorkina The Drums  que, tras su reciente renovación dado que algunos miembros de la formación original decidido abandonar este proyecto, ha vuelto a la palestra gracias a Abysmal Thoughts.

 

Este álbum les ha dado la relevancia que necesitaban tras estos cambios y en directo nos ha sonado muy bien, en parte, gracias a la vitalidad y el talento de los nuevos fichajes, que sumado a la energía y carisma de Jonny, dieron un recital ameno y para todos los gustos, venciendo las inclemencias del tiempo.
En su set list no faltaron las clásicas Money o Let’s go surfing a las que se unieron nuevas Blood under my belt, sin hacer especial hincapié en su anterior disco .Aunque se han vuelto menos bailables, apostaron por la calidad y firmaron un concierto sobresaliente.

Y hablando de conciertos sobresalientes, si la noche anterior en la carpa sobresalió Depedro, esta noche el nombre que reventó el escenario Matusalén fue sin duda el de los vizcaínos VULK.

Por fin pudimos ver al grupo en su más pura esencia. La hora y la climatología eran perfectas, a pesar de estar en los últimos días del verano, la noche se antoja más acorde al invierno, y todo ello junto a la iluminación de la carpa, ayudaba a perderse por las afiladas melodías  post-punk de la banda. No hay lugar para palabrerías (nada que ver con lo que más tarde harían The Hives que nos aburrieron de sobremanera). Vulk, y Agur, eso es todo lo necesario para presentar y hacernos disfrutar de su trabajo Beat Kamerlanden. ¿Para qué más?

Con Zaldiak Burning la carpa ardió, con Something Internal, coreamos el riff de guitarra inicial cual hooligans, en Brazil, nos quedamos fascinados con el gran trabajo del baterista y de la Guitarra. . Los bailes y la voz de Andoni, su líder, nos fascinan. Por primera vez en el festival vemos pogos en primeras filas, y nadie ha querido perderse a este grupazo. Allí vemos a miembros de Belako, De Niña Coyote y Chico Tornado, de Albert Cavalier o de Luma, y es que verlos así, en este escenario, rodeados de amigos, dando lo mejor de si mismos los hace adictivos.

Llegó la hora de los cabezas de cartel del festival, los suecos The Hives.

Como siempre, el inicio fue arrollador, revolucionando al público con su C’Mon, pero a medida que se sucedían las canciones, el monólogo de Pelle Almqvist se nos antojaba más y más largo y aburrido. Imaginar que sin tanta charla, el set  de hora y media larga, perfectamente podía haberse dado por zanjado en unos 50 minutos.  Cuando nunca has visto a los suecos antes, el show con sus saltos, acercamiento al público, cabriolas varias y monólogos puede hacerse llevadero, dado que tienen hits como Wait a Minute, Walk Idiot Walk o su afamado Tick Tick Boom, a nosotros nos aburrieronaunque confesamos nos dieron momentazos fotográficamente hablando, como éste.

Kokoshca serían los encargados de cerrar la carpa Matusalén. Ellos sí lo dieron todo en los 45 minutos que duró su set. Sacaron la artillería pesada y sus temas de rock ochentero y punk pegadizos en seguida pusieron a bailar a los numerosos fans de la banda. Mi Consentido o el fin con Algo Real, convirtieron la carpa en un fiestón. Hemos de confesar que no les seguíamos la pista muy de cerca, pero que nos hicieron despedir esta edición del Kutxa Kultur con un más que agradable sabor de boca.
Así pusimos fin a esta nueva edición del Kutxa Kultur Festibala en el hipódromo. A pesar del tiempo y de fallos que estamos seguros no permitirán que pasen en sucesivas ediciones, el gran cartel, con una importante apuesta por los grupos locales, y cabezas de cartel internacionales dignos de los mejores festivales, hicieron que esta edición fuera especial y pudiéramos vivir la música en vivo cómodamente sin aglomeraciones y sin esperar colas para nada.
Gracias Kutxa Kultur Festibala, nos vemos el año que viene, y si queréis volver a invitar a la lluvia, bienvenida sea.
Salir de la versión móvil