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Julián Maeso, los nervios del estreno

Fecha: 31 de Mayo de 2012

Lugar: Sala Moby Dick (Madrid)

Hubo un tiempo en el que los Sunday Drivers eran bautizados como los Wilco españoles. Salvando las distancias, lo cierto es que el tiempo ha terminado colocando a cada uno en su lugar. Jero Romero y compañía han seguido con sus carreras (ahora por separado), demostrando que lo suyo responde más a la categoría de simple y llano pop. De quilates, sí, pero pop. No obstante, de ese grupo de manchegos salió, sin hacer mucho ruido, un músico que nunca renunció a su alma americana. Julián Maeso, el que fuera teclista de los Sunday Drivers, decidió hace mucho tiempo hacer la guerra por su cuenta. Con un currículum que incluye grabaciones con The Sweet Vandals y Speaklow, así como giras junto a Quique González y M-Clan, su música viaja ahora a solas en Dreams Are Gone, su debut bajo su nombre de pila.

Acostumbrado a los segundos planos, el músico toledano se enfrentaba ayer a una de sus primeras plazas como único protagonista. Sus canciones, su banda. Quizás por ello, los nervios del estreno jugaron alguna que otra mala pasada a Maeso, impidiéndonos disfrutar en el comienzo del concierto de canciones como We live behind a shadow (quizás su mejor composición hasta la fecha) o Back Where You Belong (en clave honky-tonk). Tuvieron que ser ese It’s Been A Hard Day de ecos beatlianos o ese blues rocoso que responde al título de Little By Little, los que terminaran de desperezar a una banda excesivamente tensa.

Y eso que al quinteto habitual le acompañaba Sergi Fecé (Loquillo y los Trogloditas, Gato Pérez), artífice del invento y fiel escudero de Maeso en las sesiones de Dreams Are Gone. Fue él el que puso la cordura a una banda necesitada de alguien que tirara del carro. Al menos hasta que Julián volvió a su espacio habitual, a saber, el hammond. Dice el de Toledo que después de dejar Sunday Drivers decidió abandonar por un tiempo los teclados y coger la guitarra para componer. Del experimento surgieron un puñado de canciones que dejan ese aroma a folk campestre y que comprenden buena parte del segundo volúmen de su disco. Far Station es un buen ejemplo. Una canción que en la Moby Dick ganó un regusto afrancesado. También Men & Ladies se presta a ello, aunque en su versión en directo renuncie a la candidez de la voz de Angie Sánchez en beneficio de un Julián apotéosico a las teclas. Como lo fue también en Who Need What, de nuevo a la guitarra y apretando el acelerador del rock jubiloso.

Con ella Maeso se despidió del escenario antes de atacar con una última canción en clave funk, ejerciendo de gran reverendo a lomos del hammond. Incluso se atrevió a plantarse en el escenario con una peluca afro, que confirmó lo que todos ya sabíamos: la cabra tira al monte. Educado en las virtudes de la música negra, el manchego parece soltar toda la tensión cada vez que el ritmo y el soul comienzan a flotar. También el blues, en el que el músico cae cada vez que coge la guitarra eléctrica. Tablas no le faltan, ahora falta saber si será capaz de llevar a buen puerto un repertorio tan amplio como el que atesora Dreams Are Gone. Dejemos que la ley de la carretera hable.

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