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John Hiatt, homenaje a la canción norteamericana

Fecha: 10 de Julio de 2012

Lugar: Teatro Circo Price (Madrid)

Hace tiempo que John Hiatt sabe que el éxito no es cosa suya. Venerado al otro lado del Atlántico como el compositor de grandes canciones que es, las visitas del de Indianapolis a Europa se cuentan con los dedos de la mano. Los que le conocen dirán que el triunfo nunca fue su estilo, hablarán de sus antiguos problemas con el alcohol o el suicidio de su mujer. A pesar de que tras esa vida tumultuosa siempre queden las canciones. Esas que Hiatt nos regala cada cierto tiempo en pequeñas dosis.

Quizás por todo ello cada paso por nuestro país es especialmente aplaudido por los amantes de la tradición yankee, cada vez más numerosos en España. El martes fueron cerca de 700 los que se acercaron al Circo Price para un nuevo homenaje a la canción americana. Un número modesto (el precio de las entradas no ayudaba), aunque suficiente para que Hiatt sintiera el calor del público.

Pasadas las nueve y media de la noche el músico hizo acto de presencia sobre el escenario, sombrero y chaqueta a juego incluídos, y sin más preámbulos atacó Master of Disaster. Le siguieron el rhythm&blues de Tennessee Plates y el medio tiempo Real Fine Love, dos canciones que Hiatt compuso a finales de los ochenta, cuando todavía parecía que iba a convertirse en una estrella. Claro que, dos décadas después, de nada vale tomarse revanchas y con las heridas ya cerradas el cantante entonó una sentida Down Around My Place, primera incursión en su último disco, Dirty Jeans and Muslide Hymns.

A partir de aquí el norteamericano dejó a un lado su cara más luminosa y guitarrera para hacer un repaso a su cancionero más folk, con un pie en el country (Dust Down a Country Road, Crossing Muddy Waters) y otro en los ritmos caribeños (esa Cry Love que coquetea con el reggae). Demostrando de paso que su voz curtida y ajada sigue manteniéndose firme en las distancias cortas, algo que confirmaría minutos más tarde en Feels Like A Rain, que no habría desentonado para nada en un concierto de Van Morrison. Tampoco en el repertorio de Jackson Browne.

Y es que el norteamericano es capaz de pasearse por todas y cada una de las tradiciones musicales de su país con una facilidad pasmosa, casi insultante. Pero sobre todo de manera sencilla, elegante, sin necesidad de hacer ningún aspaviento para seguir dotando de alma sus canciones. Ni siquiera cuando jalea a su escudero Doug Lancio (guitarrista natural de Nashville) en el rock&roll negroide de Drive South pierde la compostura. Lo suyo es más bien la media sonrisa, el sentimiento íntimo. Algo que él mismo confirma cuando asegura que “las historias folk son tristes”, para al instante siguiente añadir: “Aunque con música mejoran”.

Quizás Hiatt aprendió esa lección de Ry Cooder y Nick Lowe, sus dos escuderos en Bring The Family, el disco que pudo aupar a la fama al compositor. Canciones no le faltaban. Empezando por Have A Little Faith On Me, convertido en himno del cantante e imprescindible en sus conciertos. Con ella inició la coda de un set que había finalizado en falso con Memphis in The Meantime y Thing Called Love, esta última dedicada a Bonnie Raitt, “donde quiera que esté”. Fue ella la que estuvo a punto de llevarle al éxito con su versión de esta misma canción allá por 1989.

Sin embargo el bueno de Hiatt decidió mantenerse en un segundo plano, hilando melodías y canciones hasta que su voz aguantara. Y vaya que si aguanta. Sólo había que verle revolcándose en ese viejo blues que daba nombre a su disco Riding With The King. Puro calor del sur que hace tiempo se atrevieron a recorrer Muddy Waters y Eric Clapton. La chispa final a un viaje de ida y vuelta por la música estadounidense. Ya saben, si alguna vez se lanzan a la carretera, echen mano de los discos de John Hiatt. No se arrepentirán.

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