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Joan Colomo en Apolo: lucidez musical, amigos y cervezas

Foto: Ferran Cano.

8 de mayo de 2014.
Sala Apolo (Barcelona).

Hacía pocos minutos que Germà Aire había acabado su corta, pero interesante, actuación y la Sala Apolo ya se iba llenando para poder presenciar el directo de una de las figuras con más talento del panorama indie catalán. Joan Colomo venía a presentar su cuarto disco de estudio, La fília i la fòbia, delante de un gran grupo de fans y amigos. Seguidores que se ha ido ganando el cantante de Sant Celoni des de aquel Contra todo pronóstico del 2009, su álbum debut en solitario. A este lo siguieron Producto Interior Bruto vol. 1 y Producto Interior Bruto vol. 2, con los que Colomo ganó popularidad y fue madurando como artista. Y, ahora, con su cuarto disco, esta cerca de crear la canción perfecta.

Diez minutos después de la hora que tenía previsto empezar el concierto, la pista de la Apolo ya lucía llena y apareció en el escenario el protagonista, Joan Colomo, sólo con su guitarra y nadie más. Después de saludar y presentarse, dio las gracias a todos los asistentes por haber invertido un poco de su tiempo en irlo a ver un jueves por la noche. Además, bromeó en que seguramente una gran parte del público asistió sin pagar entrada pero que, a ellos, también les agradecía que hubieran aceptado la invitación. Y, sin más preámbulos, empezó el recital con un acústico de Tus pies, uno de los temas más desnudos e íntimos de La fília i la fòbia. Y, después de estos versos de amor de un joven que se hace mayor, entró la banda que acompañó a Colomo a lo largo de todo el concierto.

A lo largo de la hora y cuarenta minutos (aproximadamente) que duró el recital, el cantautor catalán tocó una gran parte de las canciones que forman su cuarto álbum, pero también hizo un repaso por toda su discografía anterior. De esta forma, no faltaron canciones como Reses sociales, El nuevo orden cósmico, Els amigos o Cançó d’amor Nº 1 de La fília i la fòbia; El xiprer, Ego Sum o El fong i el llangardaix de Producto Interior Bruto Vol. 2; Màgic, Hort mort o Pirotecnia barata de Producto Interior Bruto Vol. 1; El camí, El abismo de uno mismo o La mort de Contra todo pronóstico; entre otras canciones que completaron los más de 100 minutos que duró el concierto.

Un concierto en el que destacó la cercanía del artista. Aunque la sala de conciertos estaba cerca de llenarse, la sensación era la de estar tomando unas cervezas con unos amigos y con buena música en directa. Entre canción y canción Colomo contaba anécdotas y buscaba el feedbac del público para hacer bromas y establecer una conversa. Por ejemplo, la pregunta que hizo sobre el precio de las entradas dio a una conversa alrededor de los menús del día o del gazpacho que se había tomado el cantautor el mediodía. Todo eso con el permiso y la simpatía del público, quien reía con las bromas del cantautor. De esta forma se estableció un vínculo más cercano que el del clásico artista – público, en el que el protagonista se acercaba a los espectadores y hablaba con ellos como quien está con sus amigos de copas. Esta acción, como es evidente, no hace más que reforzar el estima que le tienen los fans a Colomo.

Además del setlist establecido, y aprovechando la cercanía del artista con el público, el cantante preguntó a los espectadores qué canciones querían escuchar. Entre las diferentes propuestas que acabó realizando Colomo, quiero destacar una: la magnífica interpretación en acústico de L’ocell (de las mejores de la noche). Para esta, el artista de Sant Celoni volvió a estar solo en el escenario, solamente con la guitarra y el micrófono. Aprovechó la ocasión para demostrar el dominio que tiene de mostrarnos con la voz los sentimientos que giran alrededor de la canción: empezando muy suave y agudo, cambiando a grave y fuerte, y acabando aún más suave que en el principio. Si algo está claro en los acústicos de Colomo, es que nunca canta igual una canción, su riqueza personal le permite vestir cada una de las interpretaciones de forma distinta.

A medida que el concierto se iba acercando a su final (igual que el vaso que de whisky que tenía el cantante), les revoluciones iban subiendo y cada vez había más locura en el ambiente. El público disfrutaba con este estado de alegría y excitación, quien cada vez saltaba y gritaba más. Todo este furor acabó explotando en estado puro en la última canción de la noche, El camí, el éxito más conocido del primer disco de Colomo. Una canción que tardó en acabar, pues tanto los protagonistas que estaba sobre el escenario, como el público, no quería que llegara a su fin. El final de un concierto especial, vibrante, con momentos muy íntimos y otros de locura extrema… Pero, sobretodo, muy alegre, en el que la simpatía del cantante y su habilidad por el entretenimiento causaba más de una risa en el público. Puede que Colomo aún no haya creado la canción perfecta (aunque está cerca), pero es evidente que tiene un talento especial para triunfar en sus directos, en los que, además de mostrar sus dotes musicales, sabe conectar a la perfección con el público, quien cada día es más grande y quiere más al cantautor catalán. Si algún día tenéis la oportunidad de asistir a un concierto suyo, no dudéis, vale mucho la pena.

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