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Izal: Al final hay un final y qué pena que llegara

Fecha: viernes, 23 de noviembre de 2012

Lugar: Sala Club, París15, Málaga

«El mejor concierto después del que dimos en Madrid en Sol». No sé cómo fue en Madrid, pero en Málaga fue increíble, emocionante, inolvidable… Y eso que Mikel reconocía al principio que había ciertas salas de esta gira Budweiser que les daban un poco de miedo. Tal y como están las cosas últimamente y teniendo como antecedente su última visita a Málaga, es normal. Y quizás no se llenó la sala, pero el centenar largo de personas que se desplazó hasta la Sala Club de París15 era el mejor que podía haber.

Ya había gente esperando impaciente y llenando la primera fila tras la apertura de puertas a las 21.00. Mientras daban las diez, hora del concierto, tiramos de móviles para echar un vistazo a redes sociales y decir eso de «Ya estamos aquí», y nos encontramos con actualización de la banda: Ya han dejado su huella en las paredes del camerino con una caricatura de todos ellos. ¡Qué arte tiene Mikel para el dibujo! Poco después subían en ordenada fila al escenario, cada uno con su setlist en la mano. Echamos un vistazo como quien no quiere la cosa… Parece extenso y con buenos bises.

Una pega: estábamos en la esquina opuesta a la de Emanuel, ‘Gato’, el bajista, ¡con el juego que nos da fotográficamente hablando! Club de fans para este hombre ya, que esta noche jugaba en casa. Hasta preguntó si había alguien del barrio de Huelin. No lo parecía, pero abrazó a más de un amigo al bajar del escenario.

Izal abrió fuego con A nuestros rincones y después puso Desorden en la sala con un público entonando aquello de «al final hay un final». Y lo hubo, pero a esas alturas no lo pensábamos aún. Alguien había venido desde Dinamarca para verlos, decía una nota a los pies de Mikel, y canción dedicada que se llevó: Eco, una de las favoritas. Desató los ánimos de la sala desde el primer acorde y eso que no hacía ni falta: hacía coros, aplaudía –se dejaron notar las palmas del sur, como decía Gato– y hasta cantaba en solitario antes incluso de que Mikel hiciera gesto alguno. ¿Tendría algo que ver la presencia de un grupo de acérrimos fans?

«Qué bien que estáis aquí» y Qué bien cantamos nosotros. Y cuando creíamos que estaban dispuestos a desvelar el secreto del Extraño regalo, nos quedamos con las ganas. Lo que sí nos regaló Mikel fue un par de chistes de los suyos. «No le deis cuerda que es peor», avisaba Gato. «Por cosas como ésta no estamos en la Mondosonoro», bromeaba Mikel. Entonces empezó a sonar una melodía conocida al piano… «Y por cosas como ésta, porque tocamos Indiana Jones».

Con Tu continente, Prueba y error y Magia y efectos especiales nos encaminamos hacia la recta final. Gato nos contó que la actriz Elisa Mouliaá, protagonista del clip de Tu continente, es muy buena persona por todos sus ángulos. Después nos pusimos firmes frente al coronel y gritamos convencidos «¡Todos a la mierda, sobre todo tú!». ¿Qué decía antes de un público entregado que cantaba con tantas ganas que dejaba mudo a Mikel? Pues se quedó en nada cuando llegó La mujer de verde, ya en los bises. El día que esta canción no esté en el repertorio, no será un concierto de Izal. A voces se pedía en Málaga a esta superheroína.

La banda tiene ya auténticos himnos, como este La mujer de verde. Seguro que llenan pistas cuando llegue la temporada de festivales. Pero atentos al próximo disco, del que dicen tener ya más de una decena de canciones, porque también apunta alto. La noche del viernes nos adelantaron un par de temas: Tóxica, de estribillo para cantar, y Jenna Fisher, con un rollito que nos encantó.

«¿Echáis en falta alguna canción?» Conclusión en Do para ukelele, con la banda por los suelos, literalmente. Así cerramos la noche, concluyendo que Izal están muy lejos de ser los Vetusta Morla de Hacendado, como alguien dijo alguna vez. Que tienen personalidad propia y arrolladora y un buen hacer sobre el escenario que muy pocos saben transmitir al público. Disfrutan y tienen un feeling especial entre ellos. Precioso el momento en el que todos se arrodillaron ante Alejandro, el batería.

Por cierto, fuera de él –del escenario– también son muy majos: «En cinco minutos nos ponemos nuestros uniformes de dependientes de Zara y estamos abajo vendiendo merchandising y charlando con vosotros».

Y así es como sales de un concierto preguntándote cuándo es el siguiente…

 

 

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