No es fácil defender un festival en pleno mes de diciembre en la gélida Valladolid, tampoco es fácil competir con los mil y un planes que pueden surgir en el Puente de Diciembre a cualquier ser potencialmente electo de ir a este tipo de certámenes pero la calidad del cartel; unido a puntos a favor como la buena oferta en alojamiento, cultura y gastronomía, hicieron que finalmente ir al Intro Music Festival fuera una acertada opción.
El cartel estaba solo compuesto por bandas nacionales, lo cual siempre suscita un poco de resquemor extraño entre aquellos que tienen miedo a asomarse a este tipo de grupos por si les gusta más que lo que importamos. Pero, a favor decimos que el elenco de formaciones denotaba buen gusto y había cosas irresistibles que bien merecían ser vividas. El precio era más que correcto para el cartel, lo cual provocó que en ambas jornadas, especialmente el sábado, estuviera con el papel vendido en un alto porcentaje.
Realmente creemos que la propuesta es muy interesante salvo algunos puntos a mejorar, no imprescindibles pero sí a tener en cuenta.
Para nosotros, el fallo principal fue en la falta de puestos de comida, solo un puesto con cinco opciones y ninguna evidentemente para veganos/vegetarianos o con ciertas intolerancias. No nos podemos creer que celebrándose como se celebra en la ciudad que más veces ha debido ganar en la feria nacional de la tapa, solo pudiera ofrecer bocadillos. Ojalá para otras ediciones promuevan este punto porque con todo el espacio que hay sería un acierto tener otras alternativas. Otro punto era el frío pero no deja de ser un recinto inmenso y casi que te lo esperas. Por otro lado, esperamos que para la próxima vez tengan en cuenta que si alguien se acredita como prensa y lleva una cámara profesional, no sea un problema para el personal de seguridad que nos dijo «a ver si os acostumbráis a dejar estas cosas en casa» como si lleváramos granadas de mano. Una correcta identificación hubiese bastado para no sacarnos los colores y sentirnos mal por llevar una herramienta de trabajo.
Por otro lado, aplaudimos a la organización por el sonido, que era francamente bueno, las medidas de seguridad, los precios relativamente accesibles y los taxis en la puerta, un placer usarlos cuando hace temperaturas bajo 0, ¡Volveremos!
La primera jornada empezaba suave, o no, según se vea y la delicadeza la ponía Maga, esta vez en formato acústico. Cuatro manos, dos cerebros y un puñado de buenísimas canciones hicieron que con poca ornamentación se desnudasen las preciosas composiciones de la banda sevillana, de regreso tras un año de reflexión. Concierto precioso, sentido y cercano además de un avance de lo que será su próximo disco, ¿Acústico? Sí pero con la potencia similar a cuando va la banda al completo.
De sus quince años de carrera sonaron perlas como El ruido que me sigue siempre, Agosto Esquimal, Diecinueve además de otros clásicos que conforman su discografía, nos hicieron partícipes en todo momento de concierto creando un ambiente de auténtico lujo, una apertura mágica, a la altura de su calidad. Además, esa complicidad con el público se notaba en las caras de felicidad de Miguel Rivera y César Díaz.
La siguiente parada musical era Sexy Zebras, al menos para nosotros era la propuesta menos atractiva de la noche en el ranking de gustos pero no podemos negar que dieron un gran concierto. Son tres máquinas en el escenario, un formato trío que tanto explotar otras bandas internacionales como Biffy Clyro o Muse. Aunque están lejos de estos dos titanes estuvieron sobrados de actitud y potencia. Una cosa es que no nos atrapen y otra cosa es que no supieran sacar adelante su directo en un cartel más liviano y melódico.
Todo estaba listo para la salida de Iván Ferreiro, sin duda la visita más esperada por todos, posiblemente de los dos días. Tras firmar una vez más un trabajo de altísimo nivel como es Casa, una proeza lírica donde todo gira, cambia y nada es lo que parece, el gallego era ovacionado cual líder espiritual y es que a muchos nos cura el alma varias veces al día. Palabrita.
Rodeado de los mejores músicos de este país (Emilio Sainz, Ricky Falkner, Amaro Ferreiro, entre otros) salió a prender la mecha con esta literatura que nos emociona y nos parte a trozos a cada canción. Abriendo con la canción que da título al disco, se metió en el bolsillo a las miles de personas congregadas desde el primer segundo, sobre todo porque abrir con la BSO de The Leftovers, una de las mejores series que podemos ver en estos momento, era una señal de la que se nos avecinaba.
Un directo intenso donde la desgarradora voz de Iván pone un color diferente a cada letra, a cada estrofa, a cada canción, ¿Cabe duda de que es uno de los mejores compositores de los últimos 25 años? Una vez más temas como la reflexión, la soledad o la ciencia ficción ponen la huella del gallego, que se unen a esa especie de furia que desprende en las tablas.
Un setlist de 19 canciones donde hubo hueco para canciones de discos anteriores como Turnedo, el viaje de Chihiro, NYC o Extrema probreza, y donde pudimos volver a disfrutar de canciones de Los Piratas como Promesas que no valen nada o Años 80. Aunque él mismo ha admitido en alguna entrevista que se siente lejos de estas canciones como para volver a interpretarlas, a nosotros nos sonaron a música celestial. Este rapapolvo a canciones que durante más de hora y media nos colapsó es solo el aperitivo a lo que nos espera con la gira. Gracias Iván Ferreiro por ser tan singular y auténtico.
La noche del viernes tenía aún dos nombres propios más: L.A. y Dorian. Los primeros aunque ya están dando los últimos coletazos de su gira de presentación aún saben cómo captar la atención de los asistentes y es que empuñan las guitarras como jabatos y la voz de Luis Alberto sigue estando fresca. Repito que creo que son una de las bandas locales con mayor proyección internacional, con un sonido mucho más exportable y comprensible en cualquier punto del mundo, solo les deseamos mucha suerte porque tienen todas las papeletas para triunfar.
Eso sí, su setlist era similar al de otros conciertos pero la parte musical fue soberbia.
Lo de Dorian es una cosa parecida, pero sin embargo, el sabor de boca es más agridulce. El setlist era un calco de toda la gira y que ya hemos comentado otras veces pero además, el sonido no era especialmente bueno, los instrumentos no parecían estar en sintonía y en muchas canciones se perdía el sonido de los mismos. Nos pareció una actuación normal, sin grandes momentos destacables. Seguro que vuelven con aires renovados en un futuro, nada más nos gustaría. Sus hits no faltaron y siempre hacen vibrar pero uno siempre espera ese algo más de las bandas consagradas.
El sábado teníamos mucha tarea por delante y es que nos interesaba todo de principio a fin. La banda que abría la fría noche pucelana era Eladio y los Seres Queridos. Si nos hubiéramos fiado del sonido de los álbumes de estudio no hubiéramos dado mucho por ellos en directo pero (y es un pero en mayúsculas) es la clásica banda que en directo transforman su sonido y regalan un concierto bilateral, ameno y al final, inolvidable, dejando ese poso de volver a coger sus discos y darles una segunda vuelta. Gran comienzo.
La siguiente pasaje lo protagonizaba Xoel López, uno de los artistas más camaleónicos de la escena nacional. Hace mucho que enterró el sonido de Deluxe para dejar pasar otros tintes más costumbristas y étnicos, pero sigue siendo una referencia allá donde vaya y no lo decimos nosotros, sino que todos los artistas que pasaron después, se deshicieron en halagos hacia él. Hombre valiente, salió con todos los instrumentos posibles para él solo interpretar las canciones que han tomado los dos últimos trabajos, aquellas que resultan realmente deliciosas en acústico.
Yo solo quería que me llevaras a bailar, A serea e o mariñeiro y canciones recuperadas de otros trabajos provocaron la mayor de las sonrisas en los que allí se quedaron clavados, delante de tanto arte y garbo. Parece mentira que una sola persona pueda ser además de un músico excepcional tiene ese don para acercar paisajes o tradiciones a través de las letras, creando universos únicos. Inmenso.
Cambiamos de tercio totalmente, de forma radical. Mucho y sus cuatro componentes, liderados por Marti, tomaban las tablas del Intro Music Festival. No vamos a ocultar que nos parecen una banda maravillosa que saben trasladar la actualidad a canciones llenas de energía y que tienen las cosas especialmente claras en cuanto a lo que transmiten.
Nos consta que parte del público no había oído hablar de ellos pero parecían encantados de ver como sabían hacer llegar los mensajes que nos lanzan a cada verso. Su último disco es una bomba de relojería y los canciones como Grupo Revelación, aunque algo alejadas de su sonido actual, siguen siendo irresistibles. Aunque el setlist ya lo hemos vivido antes, no nos importa, Mucho siempre merece nuestra atención, son esas bandas especiales que no podemos dejar de escuchar.
Era el turno de los cabezas de cartel, Love of Lesbian. Aunque nos pasaba como con otras bandas respecto a las posibles canciones que interpretarían ya que vienen de hacer la primera parte de la gira de la presentación de El Poeta Halley, siempre podemos encontrarnos sorpresas.
Santi y los suyos pusieron la carne en el asador desde el minuto uno, algo que desde el primer momento nos eclipsó tras ver algún concierto más irregular durante este año. Sabían de sobra que mucha gente les esperaba hace horas y tenían esa misión que cumplir, hacer que este disco tan complejo en algunos momentos llegase a todos.
Aunque hicieron especial hincapié en presentar las canciones del último largo, hubo tiempo para algunas más clásicas como Club de John Boy, Allí donde solíamos gritar o Belice. Nos encantaría que se remontarán aún más en el tiempo pero entendemos que cuando tienes una discografía tan dilatada y un público tan variado, no se puede contentar a todos y a los mismos niveles y menos en festivales. Ojalá en la segunda vuelta de salas recuperen esas maravillas de los primeros discos.
La verdad que fue uno de los mejores conciertos suyos que hemos visto en este año, sonido de calidad, increíble trabajo de Julián a la guitarra y mucha diversión. Estamos muy seguros que los que vivieron por primera vez un concierto de Love of Lesbian salieron saciados, los veteranos salimos plenamente satisfechos y viendo que nuestros chicos seguían en forma.
El cierre le tocaba a Sidonie, toda una responsabilidad mantener a un público que lo ha dado todo durante dos intensas jornadas pero jugaban con ventaja ya que presentaban su último disco, titulado El peor grupo del mundo, que genera tanto alabanzas como críticas ya que posiblemente quién haya seguido al trío catalán desde los inicios esté algo espantado porque han dejado marchar a la psicodelia sin piedad, dando paso al pop a bocanadas.
La verdad que siempre son muy vitales y alegres con el público pero las canciones que eligen a veces parecen distar mucho de lo que pueden llegar a ofrecer, porque Sidonie no son un grupo de moda, sino que marcaron tendencia hace años y lo siguen haciendo.
Nos encanta oír Fascinado pero hay otras que al menos a nuestros oídos pasan desapercibidas en directo. Sé que es una opinión personal, pero es el paso entre bueno y excelente. La nueva incorporación, una mejora exponencial, aunque Marcel firmó una etapa estupenda con ellos durante la pasada gira.
Eso sí, supieron mantener el aire festivo hasta bien pasadas las 2:30 am, permitiendo corear Estáis Aquí y El Incendio, cerrando el festival de una forma muy digna.
Como podéis leer, ha sido un gran acierto visitar el Intro Music Festival que, salvo aspectos menores, han sabido dar a Valladolid una entidad propia en el aspecto musical durante un fin de semana complicado en fechas, consolidando el ciclo de conciertos previo y acercando la música independiente durante unos días.
Fotografías: David Moya