LUGAR: Sala Joy Eslava (Madrid)
FECHA: 17 de febrero de 2011.
La noche en la capital era fría y lluviosa, pero ello no desanimó a mucha gente que esperaba esta cita en la mítica sala Joy Eslava de Madrid, para ver a un grupo de los que debes ver al menos una vez en la vida.
Hercules & Love Affair vinieron para presentarnos su último álbum de estudio, Blue Songs. Salieron al escenario con 20 minutos de excesivo retraso, pero dicen que lo bueno se hace esperar. Disfrazados de musas griegas salieron los cinco miembros de la banda con sus tres vocalistas al pie del cañón, y al mando de la mesa de mezclas un Andy Butler comandando.
Falling abre fuego, la gente lo agradece, estaban ansiosos. El público se entrega, el comienzo es muy bueno. Pero el ritmo no para, no hay segundo de descanso, la música, los beats, los coros, nada cesa, y es por ello que la gente allí asistente responde consecuentemente involucrándose. Unos bailes de gogo de la Grecia clásica bien llevados por los integrantes hacen que la audiencia quiera imitarles. En todo momento intentan dirigirse en español, animar, se los meten en el bolsillo, hacen participe de la fiesta, no quieren que nadie se aburra, y lo consiguen. El tiempo va pasando rápido.
Un concierto debe ser un espectáculo, y Hercules da cuenta de ello. Los golpes se suceden, uno detrás de otro, como cañonazos celestiales. Suena Raise Me Up, todos manos arriba. La gente canta, salta, todo es magnífico. Ahora toca repasar Blue Songs, que para eso están aquí, y Painted Eyes emociona, y cuando termina la breve pausa que hacen para presentarse y dejar al respetable tomar aire, contraatacan con Step Up. Todo va sobre ruedas, el tiempo va pasando y la gente sigue moviéndose, bailando y riendo sin cansarse, sin inmutarse. Kinn Ann Foxman, esa chica pequeñita con pinta de rapera de Harlem, no para de moverse. Entre los tres van cambiando de micrófonos según dicta la canción, bailando sincronizadamente como sirenas. Aerea Negrot presentaba una escayola en su mano debido a una fractura. Cubierta de purpurina para disimular, asegura en un perfecto español que si ella puede pasárselo bien, todos deben hacerlo. Comienzan a bromear entre ellos sobre sus físicos, se nota que la química esencial para hacer un buen número la tienen. Está todo inventado.
Andy Butler levanta la mano, marca el ritmo, todos vuelven a levantar las manos, todos marcan el ritmo. La música sigue atronando la sala. Un sonido que estuvo a la altura del evento y que respetó las voces y las mezclas. De repente suenan las primeras notas de My House y la gente, conocedora de lo que se viene encima, se vuelca con el grupo, la conexión llevaba ya mucho tiempo hecha. Y sin respiro aparece como un trueno Blind, y entonces es aquí cuando el concierto da un giro enorme y la gente enloquece, todo el mundo se la sabe, todos tararean, todos saltan y la locura se apodera de cada centímetro del recinto. Los minutos transcurren y la sonrisa a estas alturas es imborrable de los rostros de la gente. Gente de lo más variado, treintañeros en su mayoría que buscaban pasárselo bien una noche de jueves con un gran revival de los 70, y ésta era apuesta segura. Porque el mérito de Hercules esta en conseguir que esa gente que ha venido a verte se quede con ganas de más, que le sepa a poco lo que le estás dando, que los conviertas en inconformistas y cuenten los días para volver a verte en directo.
El guión marcaba un bis y el público, sabedor de ello, sabía lo que tocaba, You Belong. Un tema muy bien elaborado en directo con el que acabó un gran concierto. Despues de casi hora y media y entre aplausos, los cinco miembros no se cansaban de agradecer y afirmar que había sido una noche maravillosa. Como en un buen restaurante, Hercules & Love Affair merecen repetir, sobre todo si dejan tan buen sabor de boca como esta noche.