Los jóvenes abarrotaban las líneas de autobuses hacia el polígono Almanjáyar. Todos con pulseras del festival. Comentan la actuación de Izal anoche, cómo no. Al llegar, un calor imponente asfixiaba el canto de las felices canciones de Delafé y Las flores azules. Entonces comenzó la mala suerte. “No puedo, me duele” dijo el vocalista del conjunto sentándose en el escenario. Entraron los médicos le asistieron lo que parecía un tirón y el conjunto continuó el espectáculo con el vocalista casi sentado. Chapó por la profesionalidad de Óscar.
Tras esta accidentada pero genial actuación, llegó el turno de La Habitación Roja y su fiesta de aniversario estrenando en la segunda jornada el escenario Desperados. Una fiesta un poco descafeinada con algunos errores técnicos y un sonido mejorable pero no por ello el público se desanimó ante temas como Indestructibles, Ayer o La moneda en el aire.
Llegó la hora de Dorian y la gente se agolpaba sobre el escenario Inside. Verte amanecer despertó al público nazarí con un sonido sublime y potente. Un directo que, pese a la lesión de ciática de Marc, vocalista de la banda, congratuló al público con temas de su Ciudad Subterránea y La velocidad del vacío. Una selección de temas conocidos por el público que repasó éxitos como La tormenta de arena, Paraísos artificiales o Los amigos que perdí. Una orquestación musical ligada a la electrónica de este grupo que consiguió uno de los mejores directos de la noche.
Tras los catalanes, Supersubmarina se subieron al escenario ovacionados por un público fiel que, al igual que los de Izal, no falta a una cita con Chino y compañía. Algo que sirva como luz, primer tema correcto. Llegaría entonces otro fallo técnico, el más llamativo de la noche. En los últimos acordes de Ana, el segundo tema, se corta el sonido. El público acaba cantando a pleno pulmón la canción. El escenario se enciende y la cara de Chino se descompone. Sale a pedir disculpas en amago de cancelar al concierto o trasladarse al escenario Inside. En ese momento aparece con la camisa abierta y un “Lo siento, no hay corriente” pintado en el pecho. Vaya. El rugir adolescente del público femenino era ensordecedor. Tras unos cinco minutos, el problema solucionado y todo el mundo a bailar con un espectáculo potente incluso con espectáculo pirotécnico durante los últimos acordes de uno de los más coreados LN Granada.
Precediendo al cabeza de cartel The Kooks, los granadinos Niños Mutantes dejaron el listón muy alto. O, al menos, lo alto que se lo pudo dejar unos fallos de sonido imperdonables que puntualmente no permitían oír la voz del vocalista. Subieron al escenario miembros de Lagartija Nick, Napoleon Solo, Lori Meyers y La Habitación Roja que hicieron sonar Errante de una forma única y excepcional. Los locales jugaron la baza del público nazarí aludiendo a la ciudad en repetidas ocasiones mientras alternaban con temas convertidos en himnos del indie como Hundir la flota.
Mientras la música sonaba como preámbulo a The Kooks, en el stand de Smoking concursos y regalos por la compra mínima de 1€ incentivaban al público a acercarse o sentarse en la zona chill out a esperar a los héroes de la noche con una buena cerveza.
Llegaba el ansiado momento. The Kooks subían al escenario tocando temas de su último disco. Los más esperados de la noche y el único grupo internacional hizo bailar a Granada. Mucho. Temas de su Inside In Inside Out reinaron el repertorio. Seaside, She moves in her own way o Ooh La fueron coreados por los allí presentes a pleno pulmón. No faltaron, sin embargo, menciones a la abuela del cantante a la que el público pronto empezó a llamar a coro y que la realización en pantallas no pudo evitar enfocar. Un espectáculo enérgico que sin duda se coronó como el mejor concierto del festival siendo TT nacional. Un concierto que pasó rápido, quizás también porque acabó 15 minutos antes de lo esperado.
Aunque la fiesta seguía con Varry Brava y Elyella Djs una parte del público abandonó el recinto tras la actuación de los británicos. Una pena ya que los Varry Brava hicieron que Granada moviera el esqueleto con sus sones disco para fin de fiesta, canciones como No gires o Oh, oui, oui animaban a aquellos que estaban sentados en las gradas a que se levantaran y movieran el esqueleto. Al fin y al cabo al festival solo le quedaban unas horas.
Sin duda el Granada Sound se ha consolidado como una cita imprescindible del final de la temporada festivalera. Unos fallos técnicos solventados medianamente bien en la segunda jornada, un refuerzo para el sábado en servicios y atención al público muestra la preocupación de la organización por el público que disfrutaba de variedad de puestos de hostelería, precios más económicos que en otros festivales y descuentos en zona VIP. Nos vemos el año que viene Granada.