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Goce. Papaya. Juana Chicharro

Final del verano. Eso que es septiembre (y aún no ha empezado la vida normal, no al menos en toda su normalidad). Eso que es septiembre y aún es verano. Digamos que es viernes. Eso que es un Viernes 4 de septiembre y bajas corriendo la calle Lavapiés, sorteando ofertas para comer bien de cocina india, marroquí, fusión, expresión. Bien. Pongamos eso, que son las 22 horas y que el Juglar ya está a la vista. Digamos que ella llega tarde. O se hace de rogar. El que espera desesepera. Y ella da dos besos y entramos. Hay música sonando, galletitas y gente moviendo sus caderas. Pongamos que la sala está casi llena y bailan, bailan algo así como “cha, cha, cha, luego tras y luego cambio”. Digamos que ellos y ellas visten camisas de hermosos colores, horror vacui de gatitos-robots, faldas cortas y tobillos dislocados. Shss. Empieza. ¿Qué?. 

En el escenario una formación clásica de batería, bajo y guitarra, espera a la cantante afinando las cuerdas y las baquetas. Digamos que con Miguel Ayuso a la guitarra y Roberto Martín al bajo de Fabuloso Combo Espectro la cosa gana empaque. Juana (o la persona dentro de Juana) se sube al escenario portando una falda floreada de tubo, una riñonera y una bolsa de “Super Amara” a modo de camiseta. La señorita Juana, Juana Chicharro son todos(somos todos), se lanza al vacío por bulerías, casi a capella derrochando arte y tronío, con ese toque de calle que gusta. Pisando fuerte como si machacase una jeringuilla en el suelo y como si supiese no pincharse. Al menos no por casualidad o desisia. Juana Chicharro parte de una estética cani-cañí para adentrarse en un sonido de blues-garage-ska-flamenco-punk. Nuyevo folk de aquí. De aquí al lao. Derrochando voz, baile, agitación, sudor, ingenio y humor. Los Juana Chicharro se comen a la sala llena a bocados, emitiendo proclamas sobre el consumo responsable de sustancias y el comportamiento cívico, léase una de sus letras:»dejar ya de chutaros vais a acabar en un descampao». Arrebato. Escuchen: https://juanachicharro.bandcamp.com/releases

Pongamos que se acaba y aplaude la gente. Pongamos que suenan unas hermosas tonadas para seguir caldeando el ambiente. Digamos que aún es verano, que todo vale y que tengo sed. Digamos que bebemos y sudamos, todos, los presentes.

La Papaya. Es el momento de hablar de la papaya. La papaya «nos protege de los resfriados y ayuda a cicatrizar heridas, por su contenido. Nos ayuda a eliminar las toxinas de nuestro cuerpo, por su contenido». Eso es asi. 

Por su contenido Papaya es colores frescos y brillantes, pop-electrónico, que pudimos escuchar en el 7″ que saco Discos Walden, en Febrero de este año. Puedes escucharlo aqui:El rey de las camas en Spotify: https://open.spotify.com/track/5qyXnfuM7FZq2SuM6OkWTJ

Papaya es Yanara Espinoza guitarra de Violeta Vil que se ha puesto ahora a desnudar su alma y voz para este disco, contando con músicos como Miguel Aguas de Jonston, Soledad de Le Parody y Sebastián Litmanovich de Cineplexx, productor del disco que sacará en otoño. 

En directo se presenta con evocaciones ochenteras, baterías y efectos pregrabados, teclados, bajo y guitarra, capas de voces, llevadas a algún punto entre el tropicalismo de El Guincho, Extraperlo y múltiples referencias ochenteras-sesenteras. No diremos Mecano. No lo veo.

Presenta lo que será su disco debut. Un disco en el futuro. Un disco del que no puede hablar mucho, pero que saldrá en Jabalina. Un disco de pop hedonista y bailable. Y del que la sala se alimenta para mover sus caderas en un movimiento así como: “cha, cha, cha, luego tras y luego cambio”. No te contaremos más. Para que no se pierda la magia. Madrid Radical te lo puso delante y tú has podido bailarlo

Sí te recomendaremos su escucha y goce. Pronto.

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