De hace poco tiempo a aquí hay algo especial saliendo a la luz desde las callejuelas estrechas y emblemáticas del centro de Madrid. Para ser más precisos, hay algo saliendo a la luz de la noche, un movimiento noctámbulo que crece tan lento como el tracklist de Mihassan pero que convence a todo el que se empapa de él, como la música del Dúo Divergente.
Ayer estuvimos en Madrid en la fiesta de presentación de Fuego en La Nevera; un colectivo cultural formado por tres chicas de aquí cuyo objetivo es apoyar y promover proyectos artísticos que se den en la capital y en la medida que se pueda, fuera de ella. El primer punto a tener en cuenta es que no son las únicas que han hecho algo similar en este último año, lo que indica que la capital se mueve a buen ritmo, con colectivos más específicos o más abiertos a todo tipo de ideas que tratan de hacerse un hueco también en la escena madrileña. El objetivo de ayer era deleitarnos con dos bandas que este año han pegado el pelotazo en el Make Noise y hacernos bailar un miércoles para redundar en que sea como fuere las cosas se mueven si se encuentra la tecla correcta, no era en absoluto complicado encontrarse en la sala a alguien con quien pudieses hablar de cómo se desarrolla el tema, y de que desgraciadamente, a las redes importantes que podrían potenciar un movimiento cultural tan interesante como necesario no llega suficiente información o no se quiere destacar.
He aquí el punto de controversia, ¿La creación de un movimiento Underground es exclusividad o es comodidad? ¿Nos interesa que esto se sepa más o que se viva más intensamente? En principio parecen compatibles, pero cuando uno se fija en la homogeneidad y la unión del panorama garage de la capital no resulta tan convincente. ¿Es positivo replantear y reventar el panorama o es mejor ir creciendo poco a poco con unas bases comunes? “En el corazón tengo un contable y un pequeño reloj de oro” (Ambientador de Pino; Mihassan). ¿Vivimos entonces según las pautas marcadas pero haciéndonos creer que estamos creando algo sin querer destacar (para quedarnos tranquilos)? Tuvimos anoche la suerte de comprobar en gran medida que NO.
Este colectivo cultural que apenas lleva unos meses en activo ya mueve salas (las llena) y trae a bandas importantes en el crecimiento de la ciudad. Es por esto que queda patente que hay muchas ganas de hacer algo importante, de destacar y de cambiar la historia de siempre que se queda en la superficie de “las pintas”, “el rock duro” a ojos de la sociedad, “la música indie”, “los bohemios” y demás términos que nos clasifican evitando que surja algo potente de las entrañas de aquí, pero si uno se abre sólo a la música que pudimos escuchar ayer es completamente evidente que puede notar cosas diferentes.
Dúo Divergente: Como ya dijimos en la crónica del Make Noise, cada vez que salen al escenario empatizan con el público, y cada vez empatizan con el público lo divierten horrores. No es un directo potentísimo, no te pone los pelos de punta, pero es seguramente imposible que no te deje buenas sensaciones. El rock alocado y desenfadado, la cantante moviendo las maracas como si no tuviese muñecas y bailando como cualquier chica de los 70 lo haría en la capital o Micky abriéndose de piernas cada dos por tres interpretando solos de guitarra en medio del escenario como dueño y señor del Rock&Roll hacen que se te escape algún bailecito, grito histérico, sonrisilla, unos cuantos brincos, agitar la cabeza… Es insostenible estarse quieto o no disfrutar.
Mihassan: Personas normales haciendo cosas únicas, al igual que nuestro trabajo es clasificar las bandas, el de algunas de ellas (Mihassan, por ejemplo) es sacarnos de nuestras casillas y dejarnos en evidencia. Esto es tan positivo que uno no se hace a la idea si no ve en directo los “cutres” vídeos proyectados sobre el escenario que te meten en los ritmos enfermizos de canciones como Señorito o Siga al Agresor, provocando una espiral de baile y contagio de ¿rock Electrónico? que sólo acaba con los repentinos finales, relacionados con los repentinos cortes de planos. Y es que las ideas de Mihassan tienen mucho sentido, y el caso no es sólo atreverse a cambiar cosas, sino también tener el talento para que salgan bien. Ayer pudimos ver a una de las bandas más innovadoras del actual panorama de Madrid, y me permitiré hacer la comparación con aquel momento en el que LCD Soundsystem surgían camuflados entre ritmos de Daft Punk pero con guitarras ochenteras y nadie sabía que decir de ellos.
Dejemos de clasificar cosas para bien o para mal y disfrutemos del arte y la música a los niveles que podamos, porque al final todo esto es un medio de expresión y liberación personal, gracias al cual también podemos llegar a otras personas y cambiar desde individuos concretos hasta sociedades. Ahora que la cultura esta “on fire” dejemos que Madrid arda hasta que el fuego llegue a los pisos superiores, y propaguemos este fuego para que todo sea calor y energía.