FIB HEINEKEN 2010

El concepto y las intenciones del Festival Interacional de Benicàssim han ido evolucinando con el tiempo, poco o nada que ver con cómo empezó la cosa, aunque también es verdad que los tiempos cambiaron y que ahora, por fortuna, hay más festivales donde elegir. Para empezar, lo que fue la idea del festival, traer a grupos extranjeros que venían menos que ahora en un lugar cerca del mar, no tiene nada que ver con la actualidad. Ahora es un acontecimiento lúdico-juerguista-veraniego, dirigido sobre todo a un público inglés cada vez más joven. El hecho de que los organizadores originales, los hermanos Morán, hayan traspasado sus funciones, debe estar bastante relacionado, y la consecuencia más evidente es que el público es cada vez más joven y está menos interesados en la música en sí; disfraces, gente muy pasada de alcohol y otras sustancias (a saber), salidos, algunos un poco agobiantes, y el colmo de los colmos, las dos atracciones de feria, lo más cutre del mundo. Miento, en realidad había varios colmos; el sonido del escenario verde, dos torres gigantes de bafles que habían estado ahí todos los festivales se habían esfumado, con lo cual el sonido no era ni la mitad de potente, luces menos variadas, escenarios demasiado oscuros en ocasiones, sobre todo en los más pequeños y la coincidencia de los grupos más populares a las mismas horas, obvio perderte algunos. No estaban las habituales tiendecitas, el único merchandising era el que vendía la tienda oficial del FIB (25 euros una camiseta, ¡toma!), el libreto donde te decían los horarios de las actuaciones valía diez euros, dos más que el año anterior, y el público, más joven y descontrolado que nunca, sobre todo el primer día con las pilas cargadas a tope. Es cierto que había mucha menos gente que otros años, pero eso no fue inconveniente, más anchos estuvimos. Algo que no había sido tan evidente en los últimos años es cómo cambiaba el público en cada concierto de modo radical; en los no conocidos por el mundo anglosajón, la media de edad era más alta y la gente más civilizada, en los que no, había auténticos abencerrajes que no te dejaban ver el concierto estuvieras donde estuvieras, nunca vi esas diferencias  tan radicales, o no me había dado cuenta, cosas que pasan.


Pero vayamos con la música, que es lo que nos interesa. Es evidente que a todos los conciertos no es posible ir, aún no me han concedido el don de la ubicuidad, aunque pedido está, que conste, y eché de menos algunos que  parecían interesantes, aparte de no haber ido el viernes.


JUEVES. Love of Lesbian, animadísimos, estupendos, siempre tocando bien, echándose en los brazos del público al final, entregado, divertido y todo de raza ibérica. Lo poco que vi de Charlotte Gainsbourg me sorprendió porque la hacía más sosa, pero estuvo muy animada, con varios instrumentos y un concierto que pareció muy entretenido y que sonaba muy bien. Dirty Projectors, todo un descubrimiento para mí, estupendo sonido, originales ellos. The Temper Trap, a los que esperaba con gran ansiedad, tocaron de maravilla, el disco enterito, claro, no tienen más, sonando magníficamente. El guitarrista y su melena no paraban de la emoción y el cantante y su voz, ahora falsete, ahora más grave, no falló ni una sola vez, y cuando empezó a darle a la percusión salpicando agua que había puesto encima, resultó muy efectista, la culminación de un concierto memorable. Eso sí, el público, patético, muchos de cara al público a ver que conseguían, (¡están ahí eh frente, están ahí!, tuve que decir a más de uno) supongo que demasiada emoción de primer día no consumida aún. Gracias al cielo, se fueron pronto a ver a Kasabian, que empezaban a mitad. Y éstos sí que fueron decepcionantes. No creo que tocaran mal, pero el sonido tenía grandes fallos que hacían que sonaran mucho peor de lo que son; el elemento musicalmente moruno que tanto les caracteriza y que es una de las partes que más me gusta lo llevaban bien preparado a base de sitar, trompeta y algo más, pero apenas se oía, al igual que la guitarra, sin embargo el bajo, la batería y la voz retumbaban. Si a esto añadimos la sorpresa de los bafles que faltaban, situación que se tradujo en un potencia mucho menor de lo habitual, y el nuevo corte de pelo del cantante, (la melena al uno, me costó reconocerlos) el resultado final dejó bastante que desear. Una pena. Menos mal que acabamos maravillosamente en la carpa donde pinchaba Virgia Díaz, me declaro gran fan de su programa “180 grados”, y nos acabó de arreglar la noche a todos.


SÁBADO. The Specials en su línea, sonido mejor regulado a pesar de ser en el escenario verde, buenas referencias de Bigott y The Cribs, aunque no pude verles por las dichosas coincidencias. PIL, muy en su línea, pero algo oscuros y repetitivos para mi gusto, esperaba un repertorio más popular, tal vez hayan envejecido raro o soy yo la que ya he superado su fase, aunque su sonido era inequívoco y muy logrado, inconfundible con lo que habían sido. The Prodigy, bailable, movidísimo concierto, tal vez un poco de potencia le faltó, como antes, pero animadísimo. The Sunday Drivers, qué bien lo hicieron, qué pena que se van. Y para mí, los más satisfactorios de la noche fueron Cut Copy, bailables, muy en lo suyo, sorprendente lo bien que sonaban, gran conexión con el público, excepcionales.


DOMINGO. Two Door Cinema Club, aparte de tocar bien, muy simpáticos, y eso que era aún de día, pobres. Foals, buenos, aunque he de confesar que no son de mi gusto. Echo and The Bunnymen, por enésima vez en el FIB, escenario medio vacío, todos yendo a ver a los Gorillaz. Y esto hay que decirlo y describirlo con tranquilidad. Fueron lo mejor del FIB; sonaron geniales, mucho músico encima del escenario, violines tocados por chicas de pseudo uniforme náutico (¿??), Damon cantando y dándole al teclado, el resto de ellos, y mucho acompañamiento musical. Aparte de las letras en las que ponía su nombre en tamaño gigante, por si había alguna duda, en el fondo del escenario se proyectaban constantemente imágenes, ya fuera de sus videoclips, magníficos todos, u otros montajes relacionados con las canciones. Fue espectacular, hubiera sido mejor con más decibelios, pero aún así, no desmerecieron en absoluto. Y para acabar bien, The Pinkertones y Standstill, así de refilón, y segunda sorpresa festivalera porque no le conocía, Yuksek, perfecto para bailar a última hora,  antes de los dj’s de la carpa, que esta vez se pasaron con los éxitos de los sesenta, parece que aprovechando el deterioro de la gente que hubiera bailado Paquito el chocolatero si hubiera hecho falta, lo que hace el cansancio y el deterioro.


En general, se podría decir que este año el cartel bueno era el de los grupillos más que los principales, el despiporre del público va a más y la calidad musical, menos bafles, menos luces, va a menos, a ver qué ocurre al año siguiente. Prefiero no hacerme ilusiones, porque ¿qué hago yo en un festival rodeado de adolescentes guiris disfrazados? Me siento rara, aunque es lo que menos me molesta, lo más difícil de asimilar es que la parte musical parece ser cada vez menos importante. Y eso duele.

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