InicioConciertos - ArchivoExperiencias del Sónar de Noche, edición 2016

Experiencias del Sónar de Noche, edición 2016

Después de haber contado un poco cómo fue de interesante el recorrido que hicimos por el Sónar de Día, ahora toca centrarnos en su hermana, junto con la cual completan el festival, el Sónar de Noche. Aunque, como los últimos años, solo consta de dos jornadas, en lugar de tres como su faceta diurna, es igual de intensa o más que el Sónar de Día. Cambiamos el césped por el hormigón, el sol por el neón, cogemos los ferrocarriles y nos plantamos a la Fira Barcelona Gran Vía, sede del Sónar de Noche.

Viernes, primera jornada del Sónar de Noche. La verdad, no podía empezar mejor. Fuimos un poco antes para coger buen sitio en el SónarPub por el que era, para un servidor, el principal atractivo de esta edición del festival barcelonés. Se trataba de la presentación del nuevo proyecto de Antony Hegarty (Antony and the Johnsons), ANOHNI (junto con los productores Hudson Mohawke y Oneohtrix Point Never) realizando en directo su primer disco, Hopelessness. Además de la curiosidad de ver en directo el cambio musical de Hegarty, había el atractivo añadido que era el estreno europeo de este directo. La realidad llegó al nivel de las expectativas. La voz de Hegarty profunda, brillante y tan emotiva como cuando estaba con los Antony and the Johnsons, la producción electrónica en directo cogían dimensiones más elevadas y bailables y las proyecciones minimalistas, consistentes en diferentes rostros rotos cantando sus canciones, rompían el corazón de los asistentes. Posiblemente de los directos más emotivos que han pasado por el Sónar al largo de su historia, aunque el rostro de Hegarty estuvo oculto todo el rato, pudimos ver su alma, sus preocupaciones y tristezas mejor que nunca (sobretodo en I Don’t Love You Anymore, Crisis o Drone Bomb Me). Crítica, amor y humanidad para empezar el Sónar de Noche. Uno de los mejores conciertos de esta edición.

Fotos: José Martínez

Un momento de pausa, cenamos en las caravanas gastronómicas para recuperar fuerzas y lágrimas, y nos preparamos para la noche que nos espera. Con las pilas ya cargadas, volvemos al SónarPub para ver otro de los nombres que llamaban más la atención a gran parte de los asistentes al festival, el joven Flume. Con tan solo dos discos, ya ha conquistado gran parte de las pistas de baile a nivel internacional y todo apunta que su ascensión acaba de empezar. Antes de empezar ya está bastante lleno de gente (muchos americanos). El concierto empieza y la locura se desata y aguanta hasta el fin del concierto. El productor pinchó una sesión en la que no faltaron ninguno de sus éxitos, ni de los primeros (Sleepless o Holdin On) ni de los más nuevos (Never Be Like You o Say It), y que el publicó agradeció profundamente tal y como lo mostraban con sus saltos y bailoteos incesables. Bastante espectacular el juego de luces de neon y las animaciones coloridas, que le daban el toque de frescura alegre y ilustraban a la perfección el alma de los temas que Flume iba pinchando.

Las tres de la mañana, era hora de matarlo todo con las sesiones techno que irían amenizando gran parte de lo que quedaba de jornada. Empezamos la triada en el SónarClub con un clásico de la electrónica, el canadiense Richie Hawtin. Ya ha asistido anteriormente en el Sónar, y el buen resultado siempre está confirmado. Sesiones largas que mezclan el house y el techno a la perfección, controlando el ritmo cardíaco de los asistentes con los potentes graves y creando aquellas situaciones tan Sónar en la que el público no para quieto, moviendo pies, cuerpo y la cabeza con los ojos cerrados. Aunque su último LP, From My Mind To Your, no es de lo mejor que ha sacado, el mix que presentó estuvo al nivel de sus mejores sesiones. Después, sin dejar de bailar, nos desplazamos hasta el SónarLab, para presenciar lo que pasó a ser uno de los mejores sets del Sónar 2016. Los encargados de darlo fueron Ben UFO y Helena Hauff, dos de los DJs más interesantes en la actualidad. Aunque veníamos con el subidón de Hawtin, tenemos que abandonar Barcelona y entrar en una nueva dimensión para bailar en esta sesión. Su creciente fama está totalmente justificada. Si te gusta el techno de los 80 con las pulsaciones bien marcadas, y gruñidos con efectos de reverberación, no te puedes perder a estos dos artistas. Cuando acabaron, en el mismo escenario, y sin tener tiempo a respirar, salió otra pareja a pinchar, el americano y veterano DVS1 y el joven y berlinés Rødhåd. Otra sesión con mucha carga física, las pulsaciones no bajan, justo el contrario, no paran de subir. Ahora el techno se mezcla más con el dub y la percusión, haciendo quemar y expulsar las últimas gotas de sudor de los asistentes justo antes de acabar la primera noche.

Sábado, segunda jornada del Sónar de Noche. Si la noche anterior empezó fuerte, la segunda no sería menos. Esta vez empezando en el SónarClub, el escenario más grande del recinto nocturno del Sónar, nos esperaban unos de los cabezas de cartel de este año, los New Order. ¡Pero qué concierto! Cuándo uno ve que todo el público, ya lo da todo a la primera canción y no baja el ritmo en ningún momento, es síntoma que la cosa está funcionando de maravilla. Aunque, evidentemente, tocaron alguno de sus último temas, como Tutti Frutti, no faltaron los clásicos más conocidos, como Bizarre Love Triangle o Age of Consent. Ya bien pronto el Sónar de Noche se llenó para ver a los clásicos del sintetizador y las guitarras. Aunque posiblemente no están en la flor de la vida, los miembros demostraron estar en plena forma y saber llenar todos los rincones del SónarClub. Entre imágenes vintage veraniegas, juegos de luces y colores vivos y los sintetizadores, los New Order nos trasladaron al Reino Unido de los años 80 y a todo aquel movimiento que puso los cimientos del alternative dance que tan bien supieron popularizar. El recinto casi se derrumba cuando, ya en el bis, empezaron a sonar las primeras notas de Blue Monday y, posteriormente, y con una proyección de una foto Ian Curtis, entonaron Love Will Tear Us Apart. Alegría, emoción y, especialmente, mucha energía.

Aún con el sudor y la emoción de haber presenciado el directo de New Order, nos movemos a la otra punta del recinto, al SónarPub, a ver dos conciertos seguidos. El primero se trataba de una sesión del DJ y productor Kaytranada. Para un servidor, una de las mejores de esta edición del Sónar. Entre algunos remix y canciones originales, el sonido que sale de su mix es tan variado y cohesionado a la vez como lo podría ser cualquier pista de baile de los 70’s: house, funk, disco, soul, R&B, hip-hop… La música más bailable apta para los amantes de las melodías y ritmos afroamericanos y la electrónica, pasado y futuro se unen bajo la batuta de Kaytranada. Después de él, no nos vamos de la música negra, pues era el turno de Skepta. Aunque el año pasado ya estuvo en el Sónar con su hermano, JME, el directo no fue lo mismo. Uno de los caballeros del grime no defraudó y se hizo con la satisfacción de todos los asistentes que se acercaron para ver de cerca este fenómeno. Puesta de escena simple, escenario bastante vacío, pero que Skepta llenó a la perfección moviéndose sin parar, recitando sus versos y una gran cantidad de brazos que iban bajando y subiendo al ritmo de sus bases electrónicas.

Y para acabar la noche y, con ello, esta gran edición del Sónar (para mi, mejor que la del año pasado), dos leyendas de la electrónica. Primero, visitamos el SónarCar donde el mítico Laurent Garnier estaba dando una sesión de 7 horas. Difícil de definir el estilo de este genio, ya que domina el house, el techno o el trance entre otros, esta magnífica sesión que tenía preparada para el Sónar era lo mejor para repasar toda su carrera musical. Aunque solamente pudimos disfrutar de una parte de esta sesión, tanto se podían escuchar temas muy conocidos de Garnier como otras gemas muy poco conocidas. Con sus sesiones, el viaje está asegurado. Esperemos que, tal y como parece gustarle el festival barcelonés, esté de vuelta en poco. Luego, a las cuatro de la madrugada, volvimos al escenario central del Sónar de Noche, el SónarClub, para poder vivir una de las sesiones de las figuras más conocidas de la electrónica británica, Fatboy Slim. Con una gran carisma y sin dejar de reír y saltar, el DJ hizo saltar y bailar sin parar incluso a los asistentes que ya no podían más del desgaste físico. Es indudable el poder que tiene el británico para llenar pistas de baile inmensas y hacer que estas disfruten sin parar. Aún y así, no se trataba tanto de pinchar temas suyos, más bien de una sesión que había creado para el momento. Por lo tanto, faltaron temas clásicos de sus inicios que más de uno esperábamos oír. No sentimos el Praise You ni el Right Here, Right Now, pero bailamos en aquel recinto ferial tan grande que, por unos momentos, se convirtió en una discoteca de los noventa.

Salir de la versión móvil