Fecha: 19 de Abril de 2012
Lugar: Sala Caracol (Madrid)
Un concierto pueden ser muchas cosas. Concierto como forma de comunicación social en tu grupo de iguales. Veáse: Quedar con los amigos. Tomar unas cañas. Concierto como experiencia. Regala experiencias acústicas, muy pronto en tu bandeja de entrada. Concierto como forma de romper la rutina. Hacer algo diferente. Concierto como melomanía. Hacer una reseña para Crazyminds. Ver a aquel grupo del que eres ultrafan y del que tienes todos los pósters u «pósteres» en tu habitación. Concierto como salto al vacío. Ver a tus archienemigos enfundados en sus camisas de cuadros. A tus ex con el mismo lápiz de labios, color absenta parisienne, dibujado en otras mejillas. Descubrir cosas nuevas, sonidos o formas de tocar que no conocías. O conciertos de evasión.
Evasión o victoria. Gran película de John Huston, Sylvester Stallone, Pelé, Michael Caine, Ardiles. Me pierdo. Me evado. Evadirse como trasladarse a otro lugar, otro momento, transportarse, cambiar, mudar, mover, remover, desplazar el momento presente, transbordar los pensamientos o dejarlos en una orilla de la memoria, no acarrearlos, llevarte lejos, viajar física y emocionalmente. Ese tipo de evasión es lo que consigue The Chinese Birdwatchers. Y no es fácil hacerlo. No siempre pasa. Ni aunque el concierto sea bueno. Y ellos lo hicieron.
Creo que se debe premiar a aquellos que no van hacia lo obvio. Aquellos que hacen música como un arte o una forma de expresión. Aquellos que te hacen saltar, bailar o agitarte también son valorables, no nos engañemos. Pero el caso de The Chinese Birdwatchers busca ir hacia terrrenos más profundos, escavar en lo emocional y partiendo de ese punto elevar el listón y buscar otros aspectos.
The Chinese Birdwatchers presentaban su primer largo en la Sala Caracol un 19 de Abril de 2012 y llenaron la sala (en un día con muchos conciertos en la capital). Anoten la fecha, porque están llamados a cotas mucho muy altas.
La ejecución de los hermanos Sierra, Jorge (contrabajo, Steelguitar), y Raúl (guitarras) es de una gran calidad. El sonido del violín de Iria Armesto es brillante. La voz de Heather es abrumadora. Y la grave(dad) de la voz de Nacho Rúperez es de un auténtico crooner. Genial con la trompeta también. Los acompañaron Moi, al piano y Ricardo Moreno a la batería, creando un sonido impecable.
Canciones atemporales, toques hawaianos, con sonidos fronterizos, soul- jazz. Una jodida delicia de concierto.
Cabe destacar también al colectivo Piovra que siempre propone eventos diferentes, pero de una gran calidad artística.
PD: No pudimos quedarnos a ver a Skeamo, por motivos laborales, les pedimos disculpas. Esperemos verlos pronto.