Reducirlo todo a lo mínimo. No hay una nota de más. Ni un solo acorde, ni un golpe, al bombo, de menos.
“El silencio puede ser tan poderoso como el ruido”. Menos es más. Ellos son Elle Belga. José Luis Garcia (Manta Ray, Viva las Vegas) y Fany Álvarez. Voces, guitarra, pedales, batería. Ellos que vienen del ruido, de las capas eléctricas superpuestas, dan un paso atrás. Un paso antinatural. Menos es más. Redúcelo todo, para que impacte más. Laceración e impacto. Como ese método de tortura, la gota china. El impacto de una sola gota en tu frente. Cada 5 segundos. Y el silencio. El impacto del silencio. El impacto de las letras, de las voces, de la música. La sonoridad llevada a un nuevo grado, a ser un nuevo elemento escénico. Un elemento teatral a veces protagonista, a veces secundario, a veces un juego de luces. Unas luces casi inexistentes en esta caja negra del Teatro del Arte. Es Madrid. Es 2017. Febrero. Y hoy: “No nos basta con la felicidad, necesitamos euforia”. Buscamos algo más que la sonrisa. Esa euforia. Ese «desatamiento» propio y ajeno. Ese fulgor del que te relames y recordarás los días grises. Pero la euforia aquí es susurrada. Una contraposición. Un contraste, físico y emocional. “Reivindicamos euforia, reclamamos euforia, en cada himno, en cada invierno. Euforia en cada gota, en cada despedida”. Elle Belga. Laceración e impacto. Euforia es su último trabajo, en el que tienen como manifiesto: «Reivindicar la euforia como una herramienta política y social. Reafirmarse en unos principios vitales y musicales innegociables. Entender que muchas veces menos es más y que el silencio puede ser tan poderoso como el ruido». Elle Belga es un golpe en el estómago. En el que por un momento intentas coger aire, como un pez fuera del agua y no lo consigues. Pero cuando lo haces, cuando asimilas el todo, disfrutas.
Una maravilla.
Volvamos a empezar. Paso 1. Teatro del Arte. Grupos de la noche: Elle Belga + Os amigos dos músicos. Paso 2. Son Estrella Galicia y Mont Ventoux. Mont Ventoux, nuevo sello discográfico (editorial, etc) creada por Nacho Ruiz y Javier Peña acoge, entre otros grupos, a los citados protagonistas de la noche. Es Madrid. Es febrero y es 2017. El paso anterior al paso 1 ha sido el golpe, la laceración y el impacto. La euforia silenciosa. El arte. Descanso. El teatro está lleno. La gente se sienta en el suelo. Y miran. Admiran la combinación asturiano-galaica, protagonistas de la noche. Hay cervezas. Suelo de madera y caja negra. Me encanta lo de caja negra. Descanso. Recuperación del impacto en el estómago.
Os amigos dos músicos. La musicalidad. Son Jaime Mateo, Arcadio Nóvoa, Raúl Diz, Daniel Alonso, Druso Pedrouzo y Álvaro A. Rivera. Y suenan acojonantemente bien. La musicalidad, la sonoridad. La paleta musical y los brillos que alcanzan en el directo son algo de lo que quiero hablar. Sin saber muy bien cómo hacerlo. Sin encontrar una manera técnica de hacerlo. Pero es algo que sientes y escuchas. Los de Ourense manejan estas sonoridades cercanas al folk, al pop-rock, ochentas, con paisajes propios de una nueva tropicalia. Tropicalismos galaicos.
Sosegados, arrullados, presentaban al público de la capital su primer larga duración, de nombre homónimo Os amigos dos músicos. Diez canciones en gallego, a varias voces y con la orquesta que supone ser 6 en el escenario. Un orquesta bien encajada que hacen una delicia escuchar canciones como A Banda, Fora do meu control, son o último, a cocinar de Celeiro… Una auténtica delicia.
Volvamos a empezar. Se recomienda encarecidamente su consumo y disfrute.