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Eleanor Friedberger, ejercicios pop

ELEANOR FRIEDBERGER

Fecha: 11 de Mayo de 2012

Lugar: Sala El Sol (Madrid)

Foto: Foto cedida por Heinekenpro.com, fotógrafo: Maite Martínez Senosiain

Cuando Eleanor Friedberger decidió hace unos meses comenzar una carrera en solitario lo hizo sin ninguna pretensión. Al fin y al cabo, la artista ya había conseguido hacerse un nombre en el terreno del pop independiente con The Fiery Furnaces, proyecto que comparte con su hermano Matthew. Buena parte de este trayecto, que dura ya más de una década, ha servido también de punto de partida para Last Summer, su debut a solas. Un álbum que, sin alejarla de las coordenadas que ha venido recorriendo, se escora hacia el lado más femenino del binomio Eleanor-Matthew, explorando las cuatro esquinas del pop y mostrando la versatilidad de una artista que, sin inventar nada, es capaz de defender con tiento y garra un repertorio propio. Y eso es algo que no muchos pueden decir hoy en día en el mundo del pop.

 

Digamos que la neoyorquina ha hecho acopio de unos cuantos hits que, bien interpretados sobre el escenario, huelen a festival y verano. Empezando por My Mistakes, encargada de abrir y cerrar su concierto en Madrid. A ella se unen también I Wan’t Fall Apart Of You Tonight o ese estribillo pegadizo como un chicle que responde al nombre de Heaven. Con la Sala Sol marcando máximos en el termómetro, Friedberger añadió el ritmo de I’ll Never Be Happy Again para cerrar la primera parte del concierto.

 

Buena parte de la culpa del calor que salía del escenario la tenía ese guitarrista que parecía salido del club de fans de The Drums, pero que, a diferencia de Jonathan Pierce y compañía, destila valentía y buen hacer sobre las tablas. Fue él el que se encargó de las labores melódicas, dejando que Friedberger se lanzará a mostrar sus encantos vocales, una vez que se despojó de su guitarra. Está claro, después de ocho referencias en The Fiery Furnaces, nadie puede acusarla de no ser capaz de hacer canciones redondas. Quizás por ello Last Summer intenta mostrar también la otra cara de la artista, la de la voz desnuda y directa. La de la baladista que convence con canciones como Boys y se termina gustando con Early Earthquake. También la de los medios tiempos (Glitter Gold Year) o la más áspera (Inn Of The Seven Ray). No todo iba a ser dulzura, vaya.

 

El ejercicio de introspección finalizó de manera satisfactoria con sendas versiones de Bob Dylan (True Loves Tends To Forget) y Jimmie Dale Gilmour (Dallas). Fue allí donde la cantante terminó de cerrar el círculo mostrando su lado más folk, una vez que sus compañeros de banda abandonaron el escenario y sólo quedaron su voz y su guitarra. Buen momento para plegar el toldo y despedirse. Aunque casi mejor hacerlo con el festival desbocado de My Mistakes (de nuevo), debió de pensar Friedberger. Una decisión más que acertada, pues al salir del concierto la mitad del público todavía tarareaba el estribillo. Qué más se puede pedir.

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