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El WiZink Center se rinde a los pies de La M.O.D.A.

Fotografías: Alejando García-Cantarero Alañón

«Nadie nos ha regalado nada. Lo que tenemos lo hemos ganado día a día gracias a las canciones y los conciertos [•••] pasando por todo tipo de escenarios y lugares, conociendo a mucha gente nueva y viviendo una vida que nos ha cambiado para siempre. Tres discos y 400 conciertos después…» Así anunciaban La Maravillosa Orquesta del Alcohol ( La M.O.D.A.), orgullosos, la celebración de un concierto muy especial. Y es que, tras todos los trotes que la banda se ha dado de escenario en escenario y de ciudad en ciudad durante siete años, qué menos se podía pedir que recibirlos con una fecha en el gran Palacio de los Deportes de Madrid, ahora conocido como WiZink Center.

Esta sería su primera vez tocando en un estadio de tales envergaduras, tras haber pasado por más de veintitrés festivales este año, entre los que se encuentran el Mad Cool Festival o el DCODE festival, ambos con entradas agotadas.

 

Las entradas generales se agotaron tan sólo un mes después de salir a la venta. 12.000 disponibles en total. Rozando el sold out. Tanto la fama que se ha ganado la banda como la asequibilidad de las entradas invitaban a hacerlo. Gente de todas las partes de España acudieron el sábado 1 de diciembre al WiZink Center para presenciar uno de los acontecimientos del año.

Nada más entrar al estadio podía oírse una canción de Johnny Cash siendo reproducida mientras el público comenzaba a llenar el recinto, homenajeando así a uno de los principales referentes de La M.O.D.A. Se mantuvo este ambiente hasta que, de pronto, se apagaron las luces y comenzó a sonar Nubes Negras, canción introductoria del álbum La Primavera del Invierno. Entonces, los siete miembros de la banda empezaron a salir al escenario en fila mientras el público los recibía con entusiasmo.

‘¡Vamos a dejarnos la voz juntos!’

Comenzaron a tocar La Inmensidad, una de las canciones más emotivas. Los asistentes la cantaron a pleno pulmón. Sin apenas parar un segundo entre canciones, continuaron con Una Canción Para No Decir Te Quiero y con Mil Demonios, llenando de energía el Wizink Center entre saltos y vítores. Todo ello se veía a la perfección desde las gradas. Amoxicilina, Disolutos, Suelo Gris u O Naufragar fueron varias de las canciones que tocaron a continuación. Se respiraba una energía espectacular entre la banda y el resto de personas presentes.

Un breve discurso del cantante introdujo a Amanecederos, que gritaba «¡vamos a dejarnos la voz juntos!«.

La puesta en escena no era nada del otro mundo, a excepción de alguna que otra canción como Miles Davis, en la que unos láseres blancos peinaban al público de arriba a abajo. También en Hay Un Fuego, canción que aprovechó el cantante, David Ruiz, para bajar al foso, donde el público le esperaba ansioso. Cantaron todos juntos al unísono mientras la mirada sincera de David no demostraba más que felicidad y agradecimiento. Era La M.O.D.A., y no necesitaban nada más para triunfar. Solo los instrumentos, sus voces y sus ganas, que no han cambiado desde el primer día.

Catedrales, Vasos Vacíos –que fue una de las triunfadoras de la noche-, Los Hijos de Johnny Cash… Todas ellas son himnos imprescindibles con los que nos deleitaron a lo largo de la velada.

Océano, Campo Amarillo y Héroes del Sábado; los éxitos de la noche

Océano hizo el ambiente aún más emotivo con frases como «la música no es un juguete«. Se le ponían los pelos de punta a todos los presentes al oír gritar a Ruiz «nuestro último grito será el más sincero«. ¿Y quién no continúa canturreando ese «títeres, títeres, títeres… ¡Títeres!» a día de hoy?

1932 precedió a Hay Un Fuego. Himno Nacional… Todas ellas grandes canciones, pero ninguna podía compararse con ese Campo Amarillo en solitario, con todas las luces enfocando a David y su guitarra. Una balada a la tierra de la banda burgalesa, «la tierra que menos le importa al gobierno«. Y cuando estabas apunto de soltar una lágrima, el resto de la formación se unió rodeando al cantante como si simbolizaran el apoyo que a veces todos necesitamos.

Por último, Héroes del Sábado. No existen palabras para describir lo que se siente al ver y cantar la letra de esa canción junto a todo un estadio. Miles de personas con sus camisetas pintadas con la frase «Héroes del Sábado«. Pocas canciones te hacen sentir tan identificado. «¿Dónde están los que pueden parar el mundo sólo con mirar?«… Aquel sábado La Maravillosa Orquesta del Alcohol fueron los verdaderos héroes.

El setlist constó de ni más ni menos que veintinueve canciones. Dos horas continuas de show, porque no se le puede llamar de otra manera, durante las cuales los miembros de La Maravillosa Orquesta del Alcohol dieron todo de sí mismos haciendo de aquel sábado uno irrepetible e inolvidable.

Es alentador ver cómo un grupo procedente de una tierra tan poco común ha conseguido llegar tan lejos sin cambiar un ápice de sus ideales, sin dejar de creer en sus letras y de trabajar duro por lo que quieren. Alentador porque demuestra que no todo debe ser como se nos enseña, que un grupo de folk burgalés puede llenar un estadio… Hay canciones que pueden curar a los heridos y La M.O.D.A. lo han demostrado, lo han conseguido.

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