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El Desmadre de Triángulo de Amor Bizarro en la OchoYMedio de Madrid

El pasado 20 de abril, el cuarteto gallego Triángulo de Amor Bizarro presentaba su último EP, Gatopardo, en la sala OchoYMedio de Madrid.

Con puntualidad británica, a las 21:30, salieron al escenario dispuestos a dar otro memorable recital de su intenso sonido para conquistar Madrid, como ya hicieran hace un año en su presentación de Salve Discordia. Como de costumbre, no decepcionaron. Lo que está claro es que la noche del 20 de abril era su noche, y tanto ellos como el público lo sabían. Esa conexión mágica entre grupo y público que hace que todo sea más fácil sobre el escenario estuvo presente desde el comienzo. O Isa abrió el concierto. Brillante elección, y declaración de intenciones. 

Pero la catarsis colectiva que es un concierto todavía tardaría en llegar. Y es que el público estaba algo frío, casi tímido. Le costó soltarse con Gallo Negro se Levanta, un tema que si a algo te invita es a darlo todo. Pero eso no preocupaba al cuarteto gallego, que sabía que lo mejor está por llegar y que en sus conciertos puede pasar de todo. También sabían de la exigencia del público madrileño, y ya se encargaron sus clásicos de desperezar al respetable de la capital. 

La gente empezó a vibrar cada vez más rememorando temas como El Crimen: Cómo Ocurre y Cómo Remediarlo, o Para los Seres Atados-A las Condiciones Terrenas. El público ya estaba empezando a sudar con los primeros y tímidos «pogos», tradición en cualquier concierto de Triángulo de Amor Bizarro. Era el momento de bajar las pulsaciones, si es que es posible con Triángulo de Amor Bizarro. Y es que ni siquiera baladas como Seguidores escapan en directo de una potente batería, quizá de las mejores que he presenciado en una sala, en perfecta armonía con la pausa y hasta podríamos decir ternura que transmite Isa. Tras una ovación cerrada, llegaba el momento. El Gatopardo y De La Mano de las Almas Oscuras volvieron a meter en materia a un público ya hipnotizado que acabó por enloquecer cuando sonó Robo Tu Tiempo. Y pasó lo que tenía que pasar. El público, extasiado, se dejó de remilgos y se formó un inmenso «pogo» que terminó por desmadrarse, como no podía ser de otra forma, con Desmadre Estigio. Triángulo había cumplido. Pero cuando la adrenalina en el cuerpo es tan alta, el ser humano se vuelve insaciable, y más cuando Zippo deja de lado su teclado y se sitúa al pie del escenario, agitando los brazos y pidiendo más. Triángulo no estaba fallando, y la gente no podía fallarles. Y no lo hicieron.

La calma que precedió a la tempestad

Tras Cómo Ella encontró a la Diosa. Isa anunció un descanso, palabras textuales «en lo que dura un máster de Cifuentes». La gente aplaudió extasiada ante este chascarrillo. Quince minutos. Eso tardó la banda gallega en recargar pilas, para continuar con la segunda parte del concierto recogiendo su propio chiste al recordarnos que «el mejor sitio para descansar es la Universidad».  El extenso setlist que presentó dejaba claro que habían ido a Madrid no sólo para presentar su EP, sino para disfrutar, una de las muchas cosas que ha hecho triunfar a todas luces a Triángulo de Amor Bizarro. Sabían que su público estaba ansioso por dejarse llevar en el desenlace del concierto por los dos temas que restaban de Gatopardo. Tras rememorar exitosos temas como O Salve Eris, cierre de su Salve Discordia, encararon la recta final del concierto presentando Ciudadanos y  Les Llevaré mi Cruz, cuya acogida con la salida del EP fue inmejorable. Con este inmenso tema llegó el punto álgido del concierto por excelencia. Fue asombroso ver el centro del concierto abrirse en un círculo, símbolo que representa la armonía, para que, al estallar la canción, se uniesen en el «pogo» más bestia de toda la noche, con Zippo de nuevo como maestro de ceremonias desde el escenario. Pocos grupos hay que tengan esa armonía circular y efecto en su público, y es de agradecer que Triángulo mantenga esa esencia, y dignifique, de nuevo, la «catarsis colectiva» que es un concierto.

Una despedida a la altura

Pero algo faltaba para despedir tan tremenda cita a lo grande. Y es que lo mejor siempre se deja para el final, y con De la Monarquía a la Criptocracia no iba a ser menos. Todos los presentes en la OchoYMedio de Madrid lo estaban esperando. Y sucedió, y de qué manera. Con los primeros acordes se terminó el concierto y empezó la fiesta de Triángulo de Amor Bizarro. Decenas de fans extasiados subieron al escenario a darlo todo. Ese fue su momento, ese fue el verdadero desmadre controlado de unos Triángulo de Amor Bizarro que pusieron durante dos horas a la OchoYMedio de Madrid a sus pies, otra vez.

Son cuatro discos los que llevan publicados, y sus tablas sobre escenarios y festivales está más que demostrada, pero con conciertos como el del pasado 20 de abril, queda claro que Triángulo de Amor Bizarro va a más en cada actuación, en términos musicales y de seguidores, sin perder esa fidelidad a sí mismos que les ha hecho llegar a donde están. Éxito rotundo de un grupo que parece no tener techo.

 

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