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Eilen Jewell: Abanicarse con vientos del sur

Fotografía: picorcerebral.com

Ahora que vivimos ahogados sin verano y desnudos sin esperanzas, nada mejor que una dulce brisa cálida proveniente del sur para lograr la paz perdida. En esta ocasión no es nuestro amigo Apolo, sino una bella sureña de Idaho quien riega nuestra serena alma con los vientos de ese sur colorido donde todo lo que sucede es entonado en armónicas canciones.

De negro riguroso y ataviada con unas botas de montar negras, la ventisca del sur llegó transformada en el menudo cuerpo de una mujer conocida como Eilen Jewell. El entorno siempre mágico y quasimístico del Teatro Lara se enraiza en su piel clara y sus mechones rubios. Tiene 30 años pero su sencillez y simpatía es la de una niña de quince, al tiempo que su voz y su propuesta es la de un veterano del delta del Mississippi. Tal combinación no puede sino causar una honda reacción interna en quien la contempla. Le entrego mi imaginación que vuela dispersa hacia esas praderas solitarias donde habitan las buenas gentes del sur yanki.

Los músicos de Ms. Jewell muestran todo lo que puede extraerse de un contrabajo, una batería y una guitarra. Imposible desnudar más intensa y sofisticadamente los géneros más autóctonos de su país. El directo se transforma en un hermoso viaje por el Sur con paradas en: Blues, Rockabilly, Country e incluso Surf Rock. La coqueta iluminación deja entrever una belleza acústica sin parangón atrapada en el cuerpo de una musa cuyo talento sobrevuela ininterrumpidamente el teatro.

Sobrevuela su carrera. Sublime y refinada. Nada más revelador que Queen of the minor key como anticipo de lo que va a suceder. Sin embargo, el concierto no es al uso. No sabes lo que aguarda tras el último acorde de la canción que interpreta la rubia estadounidense. De repente descubres que el carisma tiene nombre de canción: Only one. Y asistes a un directo con dos tempos que confluyen a través de sus canciones y la interactividad de Eilen con su público en un más que correcto castellano. Ella detiene el tiempo, lo acelera, hipnotiza y agradece el calor recibido. Vientos huracanados de fuerza 8. Fluyen Warning signs y Shakin all over.

La nube de amor crece y la platea estalla con cada acorde y con cada palabra bienintencionada que la artista dedica a Madrid, el mejor lugar para tocar, al teatro y a todos los asistentes. Soplo de aire fresco. Rain Roll in y Bang, Bang Bang surcan el Teatro Lara. La química entre ella y nosotros es total, dejando a nuestra elección el repertorio restante. Una muestra de desnudez, intimidad y de recursos sobrados para el directo. Las tablas de Eilen sobre el escenario se dibujan a través de las solicitadas I remember you o Santa Fé. El concierto llega a su fin y nos encontramos con el último guiño a España con Kalimotxo, un homenaje a nuestra bebida menos exportable a ritmo de Surf.

Eilen y sus músicos nos esperan a la salida del concierto. Soporta estoicamente mi nueva faceta de groupie y regala afecto a la multitud que le rodea. Fotos, confidencias y una banda implicada con su público. Esa simbiosis perfecta surge de una majestuosa naturalidad innata. Uno a uno atiende a su seguidores. Cuando el último fan se va saciado de su bondad, los mismos vientos del sur que nos la trajeron nos la arrebatan con dirección a Suecia. Es sabido que los errantes no pueden vivir durante mucho tiempo es un mismo lugar. Lo suyo es vagar para recibir y ofrecer felicidad. Ten cuidado, amigo mío, cuando veas un cartel rotulado con su nombre. Te advierto que cuando Eilen desciende del escenario duele su ausencia. Ella es el viento que mece tu espíritu. No la puedes eliminar de la mente. Únicamente ansías entrar en un local sureño de mala muerte y verla sobre el mugriento escenario repartiendo sonrisas entre los desheredados de la tierra.

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