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Editors, o el triunfo de las buenas canciones

Editors se presentaba en Madrid para reivindicarse y recordad a todos que sí, que siguen ahí, que continúan siendo una banda relevante a pesar de las dudas y nubarrones que sus devaneos con la electrónica han producido en torno a su música. Es un tópico mil veces repetido, pero a veces es muy duro para una banda igualar la brillantez de sus comienzos cuando llegas al tercer o cuarto álbum y, como a todos nos pasa en nuestros trabajos, nos “cansamos” de la rutina e intentamos probar cosas diferentes, unas veces sale bien y otras no tanto.

Así que allí estaban los británicos en La Riviera madrileña, dispuestos a descargar un arsenal de buenas canciones que llegó a las 2 horas de concierto, algo que hoy en día no ocurre todos los días, con un público visiblemente entregado y una banda orgullosa de lo que hace que acabó totalmente agradecida al público y su entusiasta respuesta.

Tom Smith y compañía empezaron jugando con presente y pasado, ya que encadenaron Sugar, uno de los mejores temas de su último trabajo, con Someone Says, extraído de aquel brillante debut del que ya han pasado ocho años, para pasar inmediatamente a la enorme Smokers Outside the Hospital Doors, que en directo siempre suena completamente épica.

La banda se mostró segura de sí misma en todo momento, como una máquina perfectamente engrasada, seguros de que el repertorio acumulado a lo largo de estos años es una apuesta ganadora. Y eso demostraron a continuación con temas tan magníficos como Bones, You Don’t Know Love, Formaldehyde (otro de los mejores momentos del reciente The Weight of Your Love) o la inconmesurable All Sparks y ese riff de guitarra que es imposible que no haga que tus entrañas se agiten.

Pero no había momento para la pausa, y cómo va a haberla con canciones como Bullets, In This Light and on This Evening o el que quizá fue el momento estelar de la noche (o a lo mejor ese llegó algo más tarde, pero ya hablaremos de eso luego), con An End Has A Star y ese estribillo cantado a plena voz por la gran mayoría de asistentes al recinto madrileño.

Tras un momento de calma, el único del recital, con la acústica The Phone Book y el enorme chorro de voz que aún se gasta el amigo Smith, que enseguida se deshizo de la guitarra y volvió a acelerar a tope para finalizar con nada menos que Munich, The Racing Rats y Honesty.

Una vez cumplido el ritual del parón y obligada vuelta al escenario, los británicos estaban tan felices con la actuación que incluso cumplieron los deseos de uno de los fans situados en primera fila, que armado con un cartel solicitaba que tocasen Bricks and Mortar, y eso hicieron. Aunque aún se guardaban un as en la manga, y fue convertir La Riviera en una especie de rave improvisada con los sintetizadores acelerados de Papillon. Impresionante ver a todo el público bailando con los brazos levantados y la banda despidiéndose de Madrid visiblemente emocionados y satisfechos.

Larga vida a Editors

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