Yo soy la nena. Leído como «xo soy la nenna«. La nena es ella y es también la de todos. Una nena interior, dulce, fresca, que vive dentro de todos. Una nena, de belleza y musicalidad innata. Una dulzura incansable. Un cello o chelo y unos pedales. Notas. Notas melódicas y capas, sobre las que va montando la canción. Construyendo, capa sobre capa, un río de miel, un arroyo dulce y sinuoso que acuna y embelesa a partes iguales.
Cierren los ojos o ábranlos de par en par, al gusto. Están ustedes inmerso en un lugar de felicidad. Con lo difícil que es eso. Una felicidad suave. Un bienestar dulce. Sin exceso de azúcar. Una nube en la que acurrucarte y dejarte llevar.
Dom La Nena es Dominique Pinto y este es el último concierto de una gira de dos años por el mundo.Una persona pegada a un “cello” casi instintivamente. Un cello que le ha hecho ser brasileña-argentina-francesa. Un objeto mágico con el que puede viajar y desplazarse por el tiempo. Que en los directos se deja acompañar por un ukelele y un par de bombos. Y hay pedales y loops. Pero sobre todo cercanía y sonrisas.
Dominique Pinto canta en “español” con acento argentino, en brasileño con acento brasileño, en francés-inglés… con acento también.
Dom La Nena presentaba aquí su nuevo Ep Cantando en la que envuelve y adopta las enormes canciones de Violeta Parra, Caetano Veloso, Beirut y Jacques Brel. Y las presentaba en un Café Berlín lleno hasta arriba, con ese rojo quemado, casi de terciopelo y ella sola en el escenario.
Todos sentados. Ella también. Aunque ella baje del escenario, haga que todos bailen y haga un canto a la vida y a esa felicidad que nos hace olvidar por unos momentos, todo, todo el resto. Repasando su larga duración SOYO y resto de grandes éxitos.
Pero tú no estabas. O sí. Dos cosas te voy a decir. Ya que me lo preguntas. Los conciertos en directo, elevan los discos grabados por encima del nivel del everest, y los corazones. También elevan los corazones. Y dos. Se recomienda escuchar y acudir a los conciertos de Dom la nena.