FECHA: 14 abril 2011
LUGAR: Sala Monasterio (Barcelona)
Lo mío con los Dënver fue amor a primera escucha, os he de confesar. Una tarde anodina, tediosa e insulsa, por esas casualidades de la vida, topé con Los adolescentes de estos chilenos y no hubo ya nada que hacer. Me cautivaron con su melodía adhesiva, pop, electrónica y algo naif. Mi tarde cobró un nuevo sentido y me lancé a profundizar en su trabajo. Y lo mejor de todo fue descubrir que todas las melodías de Dënver, también las que se incluyen en su segundo disco Música, gramática, gimnasia no tienen desperdicio alguno. Y es que esta pareja de Chile tiene un don y su influjo es tan amplio que cruza fronteras, océanos. En España han dejado maravillados a muchos y los que vendrán.
A pesar de que su aventura española comenzaba con NO muy buen pie, lamentablemente, la experiencia en los conciertos creo que ha curado, con creces, la herida inicial. En todas las ciudades por las que pasan, Milton Mahan y Mariana Montenegro imprimen su huella difícil de borrar, dejando a todos encantados. Y se han ganado a pulso eso tan ‘desgastado’ de grupo revelación del año. Y es que cuentan con TODOS los méritos para ser calificados como una gran banda.
En Barcelona, como en todas las ciudades precedentes, había muchas ganas de recibirles también, de ahí el sold out en Monasterio. Ellos, un teclado, una guitarra y un ordenador, junto a las muchas, muchísimas, ganas de verles y escuchar sus canciones en directo por parte del público allí presente, fueron suficientes ingredientes para que tuviera lugar un gran concierto. Eso y el carisma de los de Chile, que son encantadores, sencillos, espontáneos, ocurrentes, ingeniosos, algo tímidos sí, pero es parte de su encanto, y que derrochan talento por los poros de su piel.
Los Dënver atraparon a su público desde la primera canción, desde que comenzaron a sonar las primeras notas de Mi primer Oro. Y así brillaron cual noble metal hasta el final del concierto, ganándonos a todos. Milton y Mariana se propusieron hacer bailar al publico de Barcelona, osado por su parte, pues tenemos fama de publico difícil y es bien cierto, nos soltamos poco, muy poco, demasiado, una verdadera pena. Pero sí, a medida que se iban desgranando temas, Los bikers, Diane Keaton, Feedback, Litoral Central, En medio de una fiesta, Lo que quieras, los allí presentes se fueron soltando sí, y sintiéndose cada vez más a gusto. Y es que es imposible no hacerlo con los temas de Dënver. Insólito, incluso, que se produjeran intentos de invasión del escenario por parte de algún que otro espontaneo ‘bailongo’. Y no desentonó para nada…Los Dënver son capaces de montar una fiesta improvisada donde sea con su talento, su guitarra, su teclado y su ordenador.
Genial fue escuchar en directo Los adolescentes, coreado y canturreado por un público entregado ya a puertas del final. Como un verdadero himno. Y no se hicieron esperar los bises. Nos deleitaron con Los últimos veranos y un tema inédito incluido en la edición española de su disco, totalmente pegajoso y dulce, con aromas a hit. Dulce como el sabor que dejaron los Dënver en su paso por Barcelona. El público se fue entusiasmado y creo que podría afirmar que queriéndoles aún más que cuando entraron por la puerta de la sala Monasterio. Porque esta pareja de chilenos se hacen querer y provocan una ternura y un cariño inmensos. Por cómo son y por lo bien se desenvuelven en el escenario.
Antes de marcharse prometieron estar de vuelta en verano, cuando sus temas conectados con la playa y el verano, en su mayoría, cobrarán un sentido mayor y una magia más especiales todavía. Nosotros, por si les cabía alguna duda, les estaremos esperando encantados, con los brazos bien abiertos y con más ganas, si cabe, de volverles a ver, de rencontrarnos con su música. Y algo me dice que, después de lo de ayer, lo de estos días, seremos muchos más los presentes. El efecto Dënver no se para y crea adeptos a su paso.