«Del alba, de rosa, de dracúla lo rojo,
domingo, la bici, domingo el reposo,
ante el tiempo, la brisa, tu cara, tu sonrisa…»
Todas las cosas en la vida tienen que llegar a su fin: Las relaciones, los trabajos, las series y hasta la propia existencia. Por ello, Delafé y Las Flores Azules y tras dos años de larga e intensa gira, han decidido que es el momento de parar, aunque ellos mismos lo cantan: Esto no se para…
Pero el día llegó y con lleno absoluto en el marco incomparable de Joy Eslava nos dimos cita para poder despedirnos entre bailes y mucho ambiente positivo. Y nos fuimos con una sonrisa a casa, la que nos saben sacar Óscar, Helena y su banda.
Abrieron con De mí sin ti, pieza que aparece en su último trabajo y que además, lo titula. Tenían que seguir tocando canciones de álbum, dónde la voz de Helena toma absoluto protagonismo y el sonido se convierte más rockero y menos enfocado a su estilo habitual. Río por no llorar nos hizo bailar como ellos lo saben hacer.
Desde luego que hubo hueco para clásicos de su repertorio, los más coreados. Y es que Delafé y Las Flores Azules ha sabido traer lo común y un sonido especial que pocos grupos se atreven a hacer al gran público y ahí reside su encanto. El Indio, Espíritu Santo o Gigante nos llevaron a tiempos pasados y maravillosos.
Pero sin duda el momento clave fue cuando interpretaron Mar el poder del Mar, canción que los llevó a lo más alto y supuso la máxima exposición de su singular forma de narrar historias. Al igual que el emocionante instante dónde comenzaron a sonar los primeros acordes de Enero en la playa.
La fiesta se acaba con La Palabra y aunque era un momento difícil tras casi dos horas de fiesta colectiva, había que acabar con esta bonita noche de viernes.
Nunca me cansaré de decir que Delafé y Las Flores Azules son una pequeña gran banda y que aunque la voz cantante la lleven la parte visible, cuenta con unos expertos músicos que ayudan aún más a engrandecer sus directos. Si en disco gustan, sus directos, agitados gracias a los bailes de Óscar y a la bella sencillez de Helena, son auténticas explosiones de color, casi como una holy run.
La noche del viernes fue algo agridulce porque se cierra un ciclo pero aún quedan oportunidades como en el Low Festival o Granada Sound para quitarnos esta relativa pena y seguir disfrutando de sus emocionantes directos, ¡Gracias Delafé y Las Flores Azules!