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Deafheaven en Madrid/El Hades

Esta noche del jueves, unos cientos de personas acudimos a la Sala Shoko a disfrutar de la irresistible oportunidad que nos brindaba Giradiscos para ver a dos bandas punteras del Black Metal en directo. El primer turno fue para Mykur, el proyecto de la vocalista danesa cuenta con muchas fórmulas útiles que metieron rápidamente al público en el set. Esto permitió a los presentes impresionarse ante las variaciones vocales de la cantante, que donde hacía una estrofa dulce y bella (casi a lo Grimes), la continuaba con un vívido alarido que parecía salido de lo más profundo de sus entrañas. Parece que el conjunto tiene bastante que decir, sí; pero también tienen que generar aún más algo que les haga reseñables, y que no les coloque sobre la montonera de grandes bandas de metal que ostenta el género, y que luego no resultan exitosas.
Lo que vino después es historia. Deafheaven en directo son absolutamente incontestables (supongo que dependerá también de la sala o las circunstancias). Desde el primer acorde escondido entre olas de ruido, el aire de la sala se cortó en una especie de satisfacción malévola, que de vez en cuando permitía sonrisas y miradas de complicidad, en medio de una fiesta diabólica que evocaba sin embargo algún tipo de belleza intrínseca. Digamos que todos los asistentes bajaron con Deafheaven al Hades; por hablar tanto en otros conciertos de la capital, y en vez del paraíso recibieron el castigo más bello que podrían esperar. fue así que tras abrir las puertas del infierno estaba George Clarke esperándonos, el general diabólico, dirigiendo a su banda como si un director de orquesta se tratase, y también dando ordenes al público, bañado en sudor, pero eso sí, disfrutando como ninguno de cada griterío eufórico que generaban sus composiciones.
El concierto abrió con Brought The Water, y el set principal se orientó a presentar New Bermuda al completo. En medio del mismo sin embargo pudimos disfrutar de la devastadora From The Kettle Onto the Coil, donde el público se lo gozó dejándose agitar con la fórmula ideal de los de San Francisco. La constante era evidente y funcional; primero todo el mundo se impresionaba ante la terrible e inconmensurable potencia del sonido de cada tema, y después nos dejábamos  embelesar una y otra vez por las melodiosas secciones que ofrecen los mastodontes de Deafheaven. En cierta medida es desconcertante como una banda tan oscura y de canciones tan densas puede sonar tan melódica y armoniosa, y de esto poco desaparece en directo (aunque algunos riffs agudos se oyeron débiles). Pero sobre todo lo desconcertante es el producto final, y el público tan variopinto que llega a consumirlo, pues en la Shoko la variedad era mayor que en un concierto de PXXR GVNG, y todos parecían perfectamente satisfechos. Satisfechos con los desgarradores gritos de Clarke, las sucias/limpias guitarras que jugaban y a las que les salían cuernos, el portentoso bajo y Daniel Tracy en la batería, que aún nos preguntamos como sale vivo de cada concierto, o cuantos brazos tiene para alcanzar los infernales e inconmensurables ritmos a los que tiene que hacer frente.
La comunión se consumó en el bis donde los demonios que nos mostraban todo lo bello y lo horroroso del mundo tocaron dos canciones de su rosado Sunbather; la que da nombre al disco y de cierre la titánica Dreamhouse. Esto sirvió para facilitar una nostálgica marcha, de un lugar en el que nuestros tímpanos y nuestra consistencia se habían puesto al límite, pero a cambio de una divinidad, de una inmortalidad tan densa y prolongada como cualquiera de las canciones que sonaron en el set.

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