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Damien jurado, bandera de lo impecable

DAMIEN JURADO
Fecha: 19 de marzo de 2012

Lugar: Teatro Lara (Madrid)

El Teatro Lara es uno de esos lugares idóneos para crear momentos sublimes. Si a eso le sumamos nombres como Damien Jurado y la gira de un trabajo como Maraqopa (Secretly Canadian, 2012) solo hay un resultado posible.

No puede uno imaginar cómo alguien con la capacidad de plasmar tanta melancolía en sus canciones puede llegar a transmitir tal grado de felicidad y confianza a cada una de las personas que ocupaban esa noche las butacas del teatro.

Es realmente entrañable ver al tipo reservado y ceñudo de las fotografías promocionales encarnándose a sí mismo (naturalmente) salir a la tarima en calcetines, sentarse en una silla y ponerse a mediar con el público mientras manipula su teléfono con una espontaneidad digna de un escolar y mantiene la calma de la que siempre ha sido estandarte.

Lo que no deja de ser impresionante es que algo tan normal resulte admirable. La franqueza que Jurado dirige sobre todo lo que hace le convierte en alguien distinto. Por desgracia, la tendencia de las formaciones ahora es parecer personas menos corrientes de lo que son. Menos personas. Ahí es cuando algunos de nosotros nos inclinamos por lo contrario.

Después de la anécdota del móvil, Damien explicaba, sentado en la silla, que interpretaría algunos temas solo y que tocaría Maraqopa de principio a fin, porque es así como concibe cualquier obra. Como una labor que tiene sentido cuando está completa. “Igual que cuando uno observa una fotografía la observa entera, no una parte de ella”.

Rachel & Cali de Saint Bartlett (2010) y Sheets fueron las primeras. En formato acústico y con el público totalmente en silencio. Abriendo bien los oídos.

Durante el segundo aplauso de la noche, la batería, el bajo, la guitarra eléctrica y los teclados quedaban cubiertos. La banda al completo se preparaba para presentar las dos caras de Maraqopa desde Nothing is the News a Mountains Still Asleep. Pasando por el relato brillante de Working Titles, la percusión y las voces de Life Away From the Garden, la fuerza de Reel to Reel o la americana So On, Nevada. Al concluir, aún con el grupo sobre la tarima, sonó Horizon. Un nuevo corte con el que cerraba ese primer bloque del concierto. Una canción larga, instrumental en buena parte, para deleitarse.

Casi como fijar las distintas piezas que cobran vida en la prolífica carrera musical del cantautor de Seattle se sucedían las canciones, como un regalo.

Es difícil explicar lo que pasó al terminar de desgajar este último trabajo. Damien se molestó en dar razón de su creencia en las infinitas posibilidades de los artistas, sea cual sea la disciplina que practican. Y lo poco que le importa perder adeptos por evolucionar. Aclaraba que principalmente hace música para encontrarse cómodo en ella y que le encanta tocar en acústico pero no entiende qué hay de malo en crecer. Así mencionaba también la infinita libertad para crear que ofrece la música.

Y lo hacía con franqueza. Sentado en el vértice de los escalones de los que parte el pasillo que separa el patio de butacas. Bromeando con alguien en primera fila sobre el olor de sus pies, envueltos en algodón blanco, y las dificultades del idioma.

Arkansas trajo consigo algo más, dirigiéndole la canción a una chica que se encontraba asomada desde el palco. A modo de trovador, desde la intersección de la mitad de las filas del teatro y el pasillo central. Por suerte, algunas cosas no cambian.

Tras esto, entre sonrisas, y menciones a su poca profesionalidad, su cara de enfado en los carteles promocionales y con dificultades para contener la risa: Ohio.

Entre aplausos a los músicos (que no desmerecen) y a la honestidad de lo sencillo, Damien volvió a salir dispuesto a una última confesión: “Los conciertos en España han sido mágicos, amo este país, gracias a vosotros”.

Un broche perfecto, para uno de los inolvidables del año.

No sé cómo decirlo… ASÍ SÍ.

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