InicioConciertos - ArchivoCrónica Primavera Club 2014. Sábado, 1 de noviembre.

Crónica Primavera Club 2014. Sábado, 1 de noviembre.

Foto: © Dani Cantó, gentileza de Primavera Sound

El sábado nos dirigimos al emblemático Teatre Principal de Barcelona, el más antiguo de la ciudad y uno de los más antiguos del país. En sus dos salas, la principal y el Teatro Latino, pudimos disfrutar de las apuestas más sofisticadas y del punk más enérgico dentro de la programación de la segunda jornada del festival.

Abrieron fuego (nunca mejor dicho) los barceloneses The Saurs. Todo el mundo los recordará por ser los ganadores de la primera edición del Bala Perduda, la edición de su segundo EP y actuación en el hermano mayor del Primavera Club, pero ninguna de estas credenciales son necesarias ante el garaje incendiario de estos jovenzuelos. Sobrados de actitud, pegada y diversión; faltos de experiencia, ¿y qué? Precisamente esa es la mejor noticia, que sólo pueden crecer.

Si Plantas de interior (Foehn, 2014) presagiaba un concierto con sabor retro, la verdad es que Karen Koltrane revigorizaron la ternura del synth pop doméstico que destila su disco de debut con ardor eléctrico y actitud rockera. Sobrios sobre el escenario y perfectamente conjuntados, supieron controlar el tempo y expandir el ambiente para llevarse al público a su terreno y acabar ganándoselos con una efectividad al más puro estilo stadium rock: con Ángel Valiente bajando a la platea y cediéndole la guitarra a, suponemos, un colega para subirse y trastear con los pedales. Ovación cerrada ante un repertorio aún escaso y que no acaba de destacar del maremágnum electrónico.

Tampoco es que The Coathangers nos hayan descubierto nada nuevo, pero cuando uno acaba sudado de arriba abajo poco importa. De RamonesBikini Kill, de ramalazos heavy a melodías cercanas al power pop, la batidora de las tres Coathangers (Crook Kid, Minnie y Rusty) no bajó de la velocidad warp en una actuación no apta para melifluos. Apenas media hora de actuación que dio para una quincena de píldoras rabiosas, cambios de posición, dos vocalistas (Rusty es más contundente al micrófono, si cabe, que con las baquetas) que compensaban la falta de versatilidad y de registro con una potencia nuclear, y mucha, mucha diversión.

Mientras The Coathangers vaciaban el cargador, en la sala principal, los británicos Woman’s Hour empezaban a desplegar sofisticación y glamour desgranando los delicados pétalos de su debut en largo Conversations (Secretly Canadian, 2014). Pulcros y certeros cual metrónomo, la atmósfera no alcanzaba la perfección etérea de The xx, con quien tanto se han comparado, ni bajaba a la quizá demasiado vulgar complicidad pop, quedando en un incómodo terreno entre el electropop y la música de consulta de dentista. Se echó a faltar algo más de pasión y de investigación en los lindes del género.

La U.S.S. Enterprise en que se había convertido el Teatro Latino media hora antes salió centrifugada de la galaxia en cuanto White Lung pisaron el escenario y empezaron a soltar trallazos a diestro y siniestro. Todo muy agrio, muy agresivo, muy ruidoso, sin cancha para sutilezas. Si la actitud era encomiable, el resultado quedaba, lamentablemente, aplanado, curiosamente por la zona alta del espectro acústico, y el impacto que el carisma y la fuerza salvaje de Mish Way, auténtica fiera magnética, quedaba prácticamente desactivado. Cuanto menos, el ímpetu y la adrenalina corrieron a raudales.

De Canadá al Reino Unido, de la sala pequeña a la grande y de la rabia al preciosismo. Las composiciones de Younghusband son como fugas contemporáneas compuestas para guitarra y mesa en vez de clavicordio y violoncelo; como tal, precisan mimo, atención y actitud contemplativa, pero resultan constructos melódicos aún frágiles para exponerse al público sin más ayuda. Como resultado, el concierto resultó algo frío y poco natural, sin acabar de cuajar. Dejó la sensación de que nos encontrábamos ante un repertorio de gran potencial, pero cuya explosión cromática acabó siendo sacrificada, eliminando la parte más importante, la emoción, por una precisión falta de nervio.

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