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Crónica del BBK Live: Sábado, 11 de julio

Llegaba la última jornada, con patentes rostros de cansancio en la cola para coger el bus desde San Mamés que llevaba hasta Kobetamendi. Pero hoy iba a ser un día importante, y es que tras años de rumores sobre si Muse iban a actuar un año sí y otro también, el sábado se acabó la espera. Si uno levantaba la mirada y era algo observador, se podían ver bastantes camisetas del grupo inglés. Aunque antes de ellos, habría bastantes cosas que ver.

Después de leer algunas crónicas y opiniones de los más madrugadores, uno se enrabieta por no haber podido llegar a Vintage Trouble, pero es que los horarios de este año no han sido el fuerte del festival. Después de los de Ty Taylor y compañía, le llegaba el turno al grupo más puro BBK Live, The Cat Empire, y su éxito fue rotundo, algo que se sabía que iba a pasar, con Still Young como climax de su actuación. Aunque había ganas de seguir viendo a los australianos, en el tercer escenario en discordia iban a actuar Sheppard, una de esas sorpresas pop que aparece todos los años. Y la verdad es que terminaron con muy buena nota, y la verdad es que Geronimo es un hitazo unfravalorado.

Un servidor tenía ganas de ver a Kodaline en directo, siendo tan piropeados durante el último año y medio por muchos medios musicales. Pero la verdad es que no fueron lo que me esperaba tras escuchar muchas de sus canciones y acabó siendo algo fuera de la línea esperada. Uno se podía sorprender de la cantidad de público que había delante del escenario principal, pero Stephen Garrigan argumentó la situación. «Estáis todos aquí para ver a Muse… Yo también que soy uno de sus mayores fans en el mundo«, decía el líder de la banda británica, a poco más de cuatro horas de su actuación. Se salvaron de la quema High Hopes o All I Want. Qué preciosidad de canciones.

Uno mira los carteles del BBK en los últimos años y The Ting Tings aparecen en bastantes de ellos. Y no es para menos, ya que siendo un grupo tan pequeño, da bastante guerra, ya sea con sus hits más antiguos, como Shut Up and Let Me Go o Hands; o tirando de sus últimos discos, Sounds From Nowheresville y Super Critical. Estaba encantado viendo a uno de los grupos de mi adolescencia, pero tenía que ir a coger sitio para ver a mi grupo del presente.

Y no decepcionaron Of Monsters and Men, teniendo que luchar contra un público que tenía más adeptos a Muse que a los islandeses. Su concierto fue una maravilla digna de admirar, con las canciones de su último disco, Beneath The Skin, subiendo muchos puntos, sobre todo Empire, que sonó a las mil maravillas, pero ese primer disco, ese My Head Is An Animal… ¡Qué disco para el directo! Dirty Paws, Mountain Sound, y la mundialmente conocida Little Talks hicieron recordar a los del norte de Europa (pero bien al norte) a grupos del tamaño de The National o incluso a Arcade Fire, algo que ya se veía de antes.

«Muse». Seguramente sea la respuesta de cualquiera de los miles y miles de personas que estuvieron en la última jornada. Un servidor, sin ser un gran fan de Muse, estaba acabando un poco harto de ellos en un principio: tardaron un cuarto de hora en salir, y poco a poco iban cayendo las primeras gotas, convirtiéndose en un «cala bobos». Pero cuando empezó, uno se da cuenta de por qué tantos fans, de por qué se le considera el grupo con uno de los mejores directos de la historia… Todo lo que tocaron supo a gloria, incluso canciones del disco The 2nd Law, algo que jamás me habría esperado. Ya casi al empezar sonó el primero de los hits de los de Matthew Bellamy y compañía, Supermassive Black Hole, que hizo ya reventar a todos los que se agolpaban en las primeras filas. Siguieron sonando un mix de diferentes discos, dando sobre todo importancia a Drones.

Hubo dos canciones que sobresalieron por encima del resto, Time Is Running Out, haciendo que más de uno se quedará ronco al día siguiente; y el fantástico directo de Mercy, con serpentinas, y confeti por todos lados. Hay que decir que otras como Starlight o Uprising también hicieron disfrutar a las 40.000 personas (parecían muchas más) que estuvieron en Kobetamendi. Tras Muse, a uno no le quedaban ganas de nada, y ya iba saliendo como podía del recinto para enfilar el camino a casa. Muse era el grande antes del festival, y después de la cita en Kobetamendi, se ve que está a años luz de cualquier otro grupo.

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