Poca expectación levantó este último viernes 20 de julio Caroline Rose en la Sala Dabadaba donostiarra. La cantautora, convertida en incombustible y divertida líder pop gracias a su segundo trabajo, Loner, congregó a menos de un centenar de personas en el local. Poco público y donde había más curioso que fan de la artista.
A eso de las 22:05 horas comenzó el concierto de Rose, a la que acompañaban tres músicos sobre el escenario. Tanto ella como el bajista y la segunda guitarrista fueron intercalando teclados y sintetizadores, llenando de glam el ‘schizodrift’ que destila la música de Rose, como ella le gusta llamar a su estilo. Una mezcla de surf rock, pop alocado y juvenil y letras generacionales.
Empezaron metiendo caña con las canciones del disco lanzado a comienzo de año, el cual tocaron prácticamente al completo. Antes de ponerse a ello, cogieron ritmo con la rareza Everybody’s Making Out, en la que fuimos observando el colorido e infantil decorado que acompañaba a Rose y compañía en escena: rosas, peluches, el cable de la guitarra en forma de cable telefónico…
Después de saludar en castellano (“¿Cómo estáis?”) y de recordar que la banda se llama “Caroline Rose” —no en vano ella compone todo el material—, comenzaron a presentar su reciente publicación. Con Cry! todavía dieron muestras de cansancio, venían de actuar en el FIB un día antes… y luego, además, comentó que era su primera vez en el País Vasco. También ha sido su primera gira europea, como aseguró más tarde.
Poco a poco, con More of the Same y Jeannie Becomes a Man, entraron en calor. En esta última incluso bajó entre el gentío Rose, aunque con poca respuesta de la audiencia que parecía, en su mayoría, no conocer en absoluto a la neoyorquina. El juego de luces, muy cambiante, otorgaba dinamismo a la puesta en escena; y la cantante, guitarrista y teclista se sucedió en las continuas bromas. Algunas, como la de “la siguiente es mi canción favorita”, se hicieron algo cansinas.
Versiones con mucha gracia
Entre los temas de su nueva referencia (no tocó ni una de su debut) se coló una inédita, en la línea de su referencia más reciente. Fue justo antes de enganchar Soul No.5 y Money, con un explosivo juego de teclados y un interludio innovador cuando menos. Detuvo la canción para, primero, presentar a la banda; y segundo, para — flauta mediante— interpretar la banda sonora de Titanic, el My Heart Will Go On de Celine Dion, en solitario. Un momento que parecía que iba a acabar en ridículo y que finalmente conectó con la muchedumbre, que la cantó entre carcajadas y no paró de decir “la de titanic”.
Antes de llegar al “encore”, hubo tiempo para su guitarrera versión del hit Toxic de Britney Spears y Talk, un título que resume en buena medida lo parlanchina que estuvo Rose. Para el falso bis, porque ella no quería realizar parada alguna, dejó otras dos composiciones de Loner: la personal y menos accesible To Die Today y el tema que cierra el disco, Animal, que sonó con una fuerza arrolladora.
Y, cuando todo parecía concluido, la insistencia de la peña animó rápido al cuarteto a subirse de nuevo a las tablas. Con el neo rockabilly Yip Yip Yow despidieron un bolo de cerca de hora y cuarto en el que Caroline Rose y sus acompañantes desplegaron dinamismo y mucha caña cuando quisieron. Si con sus próximos discos recorta en el apartado humorístico, aunque no por completo ya que es parte de su personalidad, la estadounidense tiene carrera por delante.