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Crónica DCODE 2018: El auge de la épica

El campo de rugby de la Universidad Complutense, junto con sus zonas colindantes, fue la localización elegida de nuevo para la organización del DCODE 2018. Lo cierto es que ésta volvía presentando un cartel en el que la línea general mostraba una clara orientación por la épica —tanto nacional como internacional—, aunque también hubo espacio para esas propuestas más íntimas a las que ya nos hemos acostumbrado a ver en celebraciones de este tipo. La necesidad de los festivales por completar carteles y la de darse a conocer por parte de las bandas sigue en alza. Ojalá ese público también fuese después a las salas.

El binomio entre «necesitamos completar cartel» y «queremos darnos a conocer ante más público» sigue funcionando. Algo que no estaría mal si no fuese porque el resto del año las puertas de las salas de conciertos parecen el muro de Juego de Tronos, aunque en este caso sin dragones que lo derritan.

En líneas generales el DCODE mostró unos niveles organizativos bastante competentes, especialmente teniendo en consideración que al final se agotaron las 25.000 entradas disponibles. Eso sí, hay que admitir que en España la problemática con los baños para mujeres en los festivales es un denominador común, un hecho tan tan expandido como la inclusión en sus carteles de Izal o La M.O.D.A durante este 2018. Veremos si a corto-medio plazo se encuentra una solución a esto, por el bien de todos.

Respecto a lo demás, remarcaría en especial la necesidad del uso de vasos reutilizables. Además de la cuestión ecológica —especialmente considerando la funcionalidad que tienen de las instalaciones donde se realiza—, eso de ir andando por el recinto y sentirte en un campo de minas de plástico no termino de verlo. Ni tampoco el cómo está estructurada la vuelta desde el recinto, considerando especialmente que todos terminamos recurriendo a lo mismo gracias a que el Metro está cerrado.

Nat Simons y la lluvia a la americana

Dejando de lado las actuaciones matutinas —donde el único interés real era ver a la formación americana Clairo— y tras la breve puesta en escena de los ganadores del concurso BDCODER —Volver—, el verdadero DCODE comenzaba con Nat Simons y su banda. Una formación que, especialmente este 2018 con el lanzamiento del nuevo trabajo titulado Lights, han recorrido varios grandes festivales nacionales e incluso abierto el concierto de Loquillo.

Algo que se nota, ya que a pesar de que las condiciones bajo las que les tocó tocar —a las 16:40, lloviendo y con una duración de 30 minutos— lograron dejar buenas sensaciones al —escaso— público que presenció su paso por el DCODE. Y es que este segundo trabajo va estrechamente asociado a la sensación que transmite la lluvia, incluso cuando te está cayendo encima. Simbiosis perfecta como Endless Summer Road, You Just Can’t Imagine e incluso People logró hacer bailar un poco a un público que, conforme iba cesando la lluvia, volvía a sacar sus cabezas de los chubasqueros.

Jorja Smith y el nacimiento de una diva

Directo, claro y conciso. La primera visita de la cantante inglesa a España deja una sensación muy similar a la que dejó Dua Lipa durante su paso en el FIB 2017. Muy mal se le tiene que dar para que no se convierta en un fenómeno de mayor escala. Y es que, aunque en este caso la tendencia musical no vaya tan ligada al pop sino al R&B, su actuación en el DCODE dejó claro que es un producto muy bien preparado y su futuro puede ser muy prometedor.

Durante 50 minutos presentó su primer trabajo, Lost & Found, con temas que muestran el potencial —aunque todavía queda por pulir— de esta artista como Where Did I Go?February 3rdTeenage Fantasy Blue Lights y también interpretó ‘On My Mind (ft. Preditah) e incluso ‘I Am‘, su colaboración para la BSO de Black Panther producida por Kendrick Lamar.

Coincidió con el parón definitivo de una lluvia que ya no volvería a irrumpir durante toda la jornada y el interés por parte del público quedaba tan claro como que había más gente esperando ante el Escenario 1 que en el otro escenario —donde estaba tocando Nat Simons—. Acompañada de una gran banda que agravó una puesta en escena que hizo que el concierto funcionase como un rodillo desde el minuto uno.

Sam Fender y el pelotazo infiltrado

¿Te acuerdas de los inicios de Nothing But Thieves en España? Pues aquí tenemos el mismo caso, aunque en esta ocasión cuenta con una nueva ventaja: la faceta arrastra adolescentes. Busca una foto de Sam y me cuentas. Nominado dentro del BBC Sound Of 2018 —compitiendo con nombres como Sigrid, IAMDBB, Rex Orange County o Khalid— va a ser, sin duda, uno de los pelotazos de 2018-2019. Recuerda que lo leíste aquí —no sé si primero—, pero quiero que conste en acta.

Un concierto corto pero suficiente como muestra y punto de partida. Presentó singles como Leave Fast, Dead Boys o Play God a la par que, como es lógico teniendo en cuenta el poco material que ha publicado, también recurrió a las versiones para completar su actuación. En este caso fue Born In The Usa, el tema de Bruce Springsteen… que fue probablemente de lo más coreado durante toda la tarde en el recinto.

Albert Hammond Jr. y las problemáticas del show

Sensaciones enfrentadas pero no encontradas. Su último lanzamiento, Francis Trouble, sólo resulta ser un complemento más dentro de la discografía de The Strokes. Ese sonido Nueva York es demasiado claro en temas como Set To Attack o Far Away Truths, por destacar casos evidentes. Sacian pero no te hacen ver la luz. Y es que el peso del pasado, especialmente cuando has pertenecido a una formación que cuenta con Is This It? entre sus publicaciones, es una carga muy pesada.

Actitud a raudales, eso sí que no se puede cuestionar. Al igual que un look que parecía ser toda una referencia a Freddie Mercury: pantalón blanco y chaqueta amarilla. Efusivo, agitador y alegre. Una puesta en escena durante la que Albert estuvo notablemente activo y que, probablemente, trate de ocultar las carencias de su última publicación para no ayudar a hacer comparaciones odiosas. Un bolo del californiano organizadamente improvisado y cuyo peso principal recayó en la exposición de su cuarto trabajo en solitario.

Bastille y la autoguillotina

Dan Smith y los suyos presentaron una versión escenografía descafeinada  —en comparación con su paso por el Wizink Center el año pasado— dentro de su Wild World Tour que también les hizo visitar el Arenal Sound en 2017. Un concierto que sirvió a la perfección como previa hacia esa épica explosiva que tan bien saben administrar Imagine Dragons. Por destacar algo, las mayores y únicas novedades fueron la incorporación al setlist de Quarter Past Midnight y Happier —su poco entendible colaboración con Marshmello—. Y poco más.

Good Grief, Icarus, Things We Lost In The Fire, Two Evils —momento íntimo que siempre funciona—… un repertorio perfecto para festival que garantiza el éxito hacia el público que menos los conocía pero que pocas sorpresas aportaría a quienes, muy probablemente, les hubiesen visto en alguna de sus últimas dos visitas a España el pasado año. Toda una autoguillotina. Un pequeño baño de multitudes por parte de Dan en Flaws y cierre de concierto con Pompeii. Veremos cómo es su cambio, especialmente en directo, con sus futuras publicaciones.

Izal y el festival de la marmota

Creo que sería incapaz de contar todas las crónicas de festivales en las que salen nombrados. Están porque hay demanda, de eso no hay duda, pero poco se puede decir de una banda con más de 30 festivales en 2018. Una gallina de los huevos de oro que no para de recorrerse España de cita musical en cita musical. A estas alturas es muy difícil no haberlos visto durante este verano, lo cual implica que pocas sorpresas se pueden esperar… especialmente tras su momento álgido en el Sonorama Ribera de este año.

Público entregado, puesta en escena más que trabajada y aprendida, setlist memorizado y aclaraciones entre canción y canción repetidas hasta la saciedad. No se les puede quitar el mérito porque han llegado ahí gracias al boca a boca y una gran estrategia comercial, sin embargo hay que ser conscientes de que es un producto que ha logrado que mucha gente se suba a un barco  —especialmente desde 2015— pero que también ha conllevado una desbandada respecto a quienes les conocieron con Magia y Efectos Especiales o Agujeros de Gusano.

Imagine Dragons y la épica explosiva

El rodillo americano comandado por Dan Reynolds llegó a Madrid y dio una lección de cómo coronarse en un festival: música épica —que bandas como Kodaline últimamente están intentando imitar— y show en cantidades industriales. Evolve, su tercer trabajo publicado en 2017, es un complemento perfecto para ese disco debut —Night Visions— que les catapultó a la fama mundial. De hecho, se encuentra tan bien adaptado que sigue relevando a Smoke+Mirrors, su segundo disco, a mantener una presencia también bastante aislada en directo.

Humo, unos visuales en el escenario que lograron desmarcarse del resto de actuaciones del DCODE y, sobre todo, Dan —sin camiseta, al igual que hiciese Sidonie por la mañana— como frontman todoterreno. Radioactive, It’s Time, Whatever It Takes, Natural —el nuevo single—, Thunder… ofrecieron al público todo lo que querían. Y lo dieron sin pausa. Destacable también el pequeño discurso de Dan en contra de la estigmatización de la depresión y la asistencia al psicólogo.

Sin lugar a dudas fueron el punto álgido del DCODE 2018. Ofrecieron todo lo que se esperaba de ellos a través de explotar esa épica implícita en cada una de sus canciones y que les ha catapultado, tanto en términos de caché como en reconocimiento mundial. Ahora tocará esperar un tiempo para volver a verlos por tierras españolas ya que este concierto se encontraba dentro de la gira de despedida de ese Evolve Tour que les ha vuelto a colocar como una de las bandas —para festivales— más potentes del mundo.

The Vaccines y la eterna letra mediana

Supieron cumplir a la perfección dentro de esa franja en la que se encuentran. Y es que, aunque no sea la razón de más peso para que termines comprando tu abono, sabes que es un concierto que no falla y no te va a defraudar. Nightclub supuso el inicio de un directo en el que la idea volvía a estar clara: hacer corear sus pegadizos estribillos que tanto hemos oído en diferentes playlists indies.

Temas míticos como 20/20 se intercalaron con los de su más reciente publicación, Combat Sports, en el que han logrado refinar sus letras pero siguen manteniendo ese espíritu brit —con toques garage— que les hacía parecerse más a The Strokes que el propio Albert Hammond Jr.

 

En líneas generales, sin contar el tema de los baños o los vasos no reutilizables, el DCODE puede presumir de organización. Las cosas como son. Sin excesivos problemas para acceder y salir del recinto, los horarios de los conciertos funcionaron muy bien, no hubo sensación de agobio entre el público —obviamente cuando no estabas en medio de la multitud en el concierto de Izal o Imagine Dragons— y las casetas tenían un servicio rápido. El litro de cerveza a nueve euros ya tal, eso sí.

Lo que sí que me llamó la atención fue el gran contraste visto entre el público, desde aquel fiel que pasó de Imagine Dragons para ver a Berri Txarrak hasta quienes optaban por jugar a las cartas tumbados en el césped durante el concierto de Jorja Smith. Aunque tampoco es algo que termine de ser excesivamente llamativo porque todos conocemos los diferentes perfiles de público que asisten hoy en día a este tipo de eventos: los que van por la fiesta, los que van por el postureo y los que van por la música. Cada uno sabrá en qué se gasta su dinero.

Destacar también el buen gesto de la organización con la entrega gratuita de chubasqueros, probablemente no llegase a todo el público pero sí que fue un detalle que he de mencionar. Al igual que lo bien que resultó la evolución musical, desde Nat Simons hasta Imagine Dragons y toda esa evolución musical intermedia con Jorja Smith, Sam Fender e incluso Bastille. Una buena edición que no pasará a la historia pero que cumplió, especialmente gracias a unos Imagine Dragons cuyo recorrido mundial les ha venido espectacularmente para arrasar allá por donde van.


Fotografías: Christian Bertrand, Mónica Arévalo y Xavi Torrent

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