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Crónica concierto Rufus T. Firefly a su paso por Pamplona y por el Jazpana Fest de Beasain

Podéis comprobar que Crazyminds siempre tiene un hueco especial para aquellos grupos que unánimemente nos tiene, a la familia que conformamos este blog, enamorados. No son pocos, eso es cierto, pero siempre hay alguno que sobresale por encima de los demás. Por eso si Rufus T. Firefly toca en Albacete, allá que vamos a cubrirlo, y si tocan en la otra punta del mapa peninsular, como ha ocurrido este fin de semana en Pamplona y en Beasain (Gipúzkoa) respectivamente, y además tenemos la oportunidad de verlos dos días seguidos en diferentes formatos (sala y festival), no dejamos pasar la oportunidad, porque nunca nos cansamos del buen hacer de Víctor Cabezuelo y los suyos, entre otras cosas por ese halo de magia que dejan tras sus conciertos y por esa sensación de felicidad que te llevas a casa después de disfrutar de sus directos.

Por eso, cuando vimos que el viernes 27 tocaban en Pamplona en la sala Txintxarri a unos 50 minutos en coche de nuestra casa, y el sábado 28 en el Jazpana Fest de Beasain (Gipúzkoa) a tan sólo 20kms de la misma, no lo dudamos ni un segundo, haríamos doblete. Ya lo hicimos en el BBK Live tanto en el recinto de Kobetamendi como al día siguiente en el Arenal de Bilbao y lejos de resultar monótono, nos quedamos con ganas de más. Eso mismo nos ha pasado este fin de semana, que ya queremos volver a verlos.

Viernes 27: Sála Txintxarri de Pamplona. Sudor lisérgico.

Era la primera vez de los de Aranjuez en Pamplona, y a pesar de que en una sala no muy lejana del Txintxarri tocaban The Gift a la misma hora, ya les hubiera gustado a los portugueses tener la acogida y el calor que los pamploneses les dieron a Rufus.

Habíamos quedado allí con unos amigos muy especiales, la familia formada por Isabel, Julian y sus dos hijos Julen y Mikel. Isabel me había advertido de que el lugar era muy pequeñito y que íbamos a pasar calor, y vaya si tenía razón. Llegamos y vimos un escenario de apenas tres metros cuadrados ,separado del resto por un pequeño escalón, con los bafles y los pedales fuera del mismo. Muy puntuales, fueron pasando los cinco miembros de Rufus entre el público, al reducido escenario en el que apenas si cabían. Nosotros que habíamos llegado con tiempo y ocupábamos primeras filas, teníamos a Víctor y a Julia a escasos 30cm de distancia. Esto prometía.

Así con la banda en el escenario, y con imágenes caleidoscópicas al fondo, comenzaron a sonar los primeros acordes de Tsukamori, para el entusiasmo de todo el público que al segundo ya estaban saltando y cantando a pleno pulmón » Que mis ojos atraviesen la coraza de la Tierra enferma» 

Rufus en Sala Txintxarri. Foto: Richard Curiel

 

A pesar de que la banda tiene poco margen de movimiento, bueno la banda y nosotros, dado que la sala está a rebosar, y no cabe ni un alfiler, la magia en seguida se deja notar en el ambiente. Hay una química brutal entre el grupo y el público, y apenas importa el calor que ya empieza a ser importante, y el poco espacio.

Calor que va a más con El Halcón Milenario, que nos hace sucumbir del todo en este universo mágico, y aquí ya comprobamos que pocas bandas tienen la suerte de contar con semejantes músicos, porque nadie puede negar que Julia es de los mejores bateristas que hay ahora mismo en el panorama nacional y dudamos si internacional. Y que decir de la maestría de Víctor no sólo a los teclados sino a la guitarra.

A pesar de que van a tocar íntegro su último disco, Magnolia, siempre hay sitio para piezas magníficas de sus trabajos anteriores como El Problemático Winston Smith de su anterior trabajo Nueve.  El fuerte de esta obra de arte no es otro que la letra y sobre todo la impresionante parte instrumental final que va in crescendo, con esas dosis de psicodelia que tanto nos gustan. Aquí Víctor que no puede, por falta de espacio, tocar los teclados con la guitarra encima, como suele hacer habitualmente, decide cedérsela a Julen para que se la sostenga, mientras se deja la piel a los teclados de manera que la psicodelia florece como la flor del manzano en primavera. Madre mía, esto no ha hecho más que empezar y ya estamos exhaustos y sudando, porque no ha habido tregua.

Ahora si, se presentan. Confiesan que es la primera vez en Pamplona y nos dan las gracias por esta gran acogida,

Es hora de recuperarse un poco con  ..O.. y Espectro, que para esta ocasión es interpretada de manera más intimista, pero nuevamente con un final apoteósico alargando la parte instrumental de teclados.

 

 

Se suceden los temas de Magnolia, con la bailable Cisne Negro (aunque no hay sitio para bailar), o Última Noche en la Tierra, pero hay una grata sorpresa en forma de pieza instrumental. Según nos confesaría Víctor al día siguiente, son piezas que surgen como consecuencia de improvisaciones que hacen. Yo sólo os puedo decir que es una jodida maravilla, como si todos y cada uno de los instrumentos nos acariciaran. Va de más a menos, y nos sucumbe de lleno en el universo Rufusiano, un universo utópico del que nunca querrías salir.

 

La temperatura es de más de 30 grados en el Txintxarri. Estamos sudando más que en una clase de spinning pero no nos importa, porque estamos viviendo un concierto especial. Vemos la felicidad en los ojos de la gente, sudorosa y entregada al doscientos por cien.

Llegamos al fina, no sin antes y como ya es habitual en sus sets, rescatar Pompeya también de su disco Nueve, un tema más industrial si cabe, con esa guitarra que te abofetea en la cara, vamos una locura.

Y ahora si, sabemos que llega el final porque suena una de las más bonitas baladas que hemos escuchado últimamente, a nuestro parecer claro, que no es otra que Nebulosa Jade. Creo que hasta los de la sala de al lado escucharon eso de: » Eres como cruzar a través del espejo, como resucitar después de ver el túnel. Puedes abrir el mar, puedes curarlo todo. Eres la vida en Marte, eres un puto milagro»

 

Magnolia que da nombre a este discazo y Río Wolf, con la que el grupo se deja la piel literalmente encima del escenario sirven para dar por finalizado un concierto único, en el que hemos sudado, cantado y disfrutado como hacía tiempo no lo hacíamos. Gracias porque esto es gracias a vosotros Rufus T. Firefly. Enormes!!!

Estamos deseando volver a veros el día siguiente en el Jazpana Fest.

 

Sábado 28. Jazpana Fest.

El sábado la cita con Rufus T. Firefly cambiaba de ubicación, esta vez estábamos en casa,en la localidad guipuzcoana de Beasain  dentro del Jazpana Fest, un festival denominado rural postmoderno, que para ese día contaba también con nombres muy interesantes como Perlak, Nuria Graham, Cala Vento, Aurora and The Betrayers o Niña Coyote y Chica Tornado en su cartel.

El turno de Rufus T. Firefly no llegaría hasta las 23:40h de la noche del sábado, por ello, antes de cenar y volver a disfrutar de los de Aranjuez, decidimos dar una vuelta por el recinto.

Llevamos asistiendo unos cuantos años a este festival, y podemos decir que los organizadores cada vez lo hacen mejor, así lo atestiguaban todos y cada uno de los grupos que actuaban quienes siempre daban las gracias a éstos por su gran trato a las bandas.

Los dos escenarios se albergan bajo una gran carpa a ambos extremos de la misma, así al terminar un grupo en uno de ellos, comienza otro en el otro escenario, y al público le basta con girarse para disfrutar de los conciertos. Fuera de la carpa, food tracks, y un puesto de café, además de otra carpa de menor tamaño con mesas y bancos para poder cenar lo adquirido en los food tracks al resguardo, y como no, baños.

El festival es gratuito, con lo que se acercan numerosos curiosos, algunos sabiendo lo que van a ver y otros simplemente por curiosidad a tomar algo mientras ven conciertos de grupos que la mayoría de las veces ni conocen.

Uno de los nombres que sobresalía era el de Rufus, y eso se notó en la gran afluencia de público. Hasta vimos a miembros de otros grupos como Grises, uno de los componentes de Luma, también estaban por allí Joseba Irazoki, o Nuria Graham.

En esta ocasión a pesar que los miembros de la formación de Aranjuez salieron puntuales al escenario, un problema con el cableado que les costó solucionar a los técnicos de sonido del Jazpana, hizo que el concierto de Rufus T. Firefly se retrasara unos 25 minutos. A pesar del percance nadie de entre el público se movió de sus respectivas posiciones.

Si el día anterior Víctor y los suyos habían tenido que lidiar con posiblemente uno de los escenarios más reducidos en el que hayan tocado nunca, en esta ocasión era todo lo contrario. Si el día anterior el calor fue insoportable, en esta ocasión  apenas si se alcanzaban los 12 grados bajo la carpa. Y si la noche anterior todos y cada uno de los que llenamos la sala Txintxarri éramos enamorados confesos del grupo, en el Jazpana, había público de todo tipo; en primeras filas fans del grupo y más alejados numerosos curiosos que si bien conocían algo del trabajo del grupo, no se imaginaban ni de lejos que iban a ver un gran directo.

Una vez solucionados los problemas técnicos y al igual que la pasada noche, comenzaron a sonar los primeros acordes de Tsukamori.  Esta vez la atmósfera era totalmente diferente. No había imágenes caleidoscópicas, pero el juego de luces nos metió de lleno otra vez en el universo rufusiano. La banda en la oscuridad de la noche, estaba iluminada por una tenue luz, con lo que en todo momento vislumbrábamos las siluetas de los miembros, y los focos jugaban al son de la batería, alumbrando sólo en momentos puntuales, con lo que la iluminación pasó a ser un sexto miembro del grupo.

Si el set fue el mismo que la noche anterior con algún intercambio entre canciones, en esta ocasión pudimos ver a los componentes del grupo disfrutando del espacio. Hoy sí tenían plena libertad de movimiento y lo aprovecharon como desquitándose de la noche anterior, y aunque la entrega del público no fue tan calurosa como en Pamplona, hoy la banda está disfrutando. Pareciera que que se habían reunido, no para dar un concierto, sino para disfrutar de una buena cena con un buen vino, una conversación agradable y ese momento hubieran decidido ponerse a tocar. Esos momentos especiales en los que la música fluye independientemente de los agentes externos, y ves a los músicos, sobre todo a Víctor, y a Rodrigo (teclista) disfrutar.

Con Cisne Negro, hoy sí, vemos al líder del grupo bailar en los primeros acordes, lo mismo ocurre con la pieza instrumental que nuevamente nos regalan y donde observamos el sutil contoneo de la silueta de Víctor, y es que la luz, como ya hemos mencionado, está jugando un papel fundamental.  En Pompeya, al igual que la noche anterior nos vuelve a abofetear ese ritmo industrial y esa guitarra que hoy parece ser un apéndice de Víctor, y hoy si, tal y como hizo Rodrigo en el inmenso escenario de Kobetamendi en el BBK Live, en la impresionante parte final de la canción, vuelve a levantarse para aporrear la pandereta mientras recorre todo el escenario, bailando y saltando mientras el resto del grupo se congrega en torno a Julia. Los vimos ayer, y con el mismo set, pero este otro concierto. En cada uno nos están haciendo sentir cosas diferentes, y eso es algo que pocos grupos consiguen.

 

Como ya hicieron la noche anterior, y no sin antes agradecer a la organización, a su técnico de sonido y a todo el público, dejaron la artillería pesada para el final. De esta manera, volvieron a sonar la magnífica Nebulosa Jade, Magnolia, con una intro instrumental alucinante, y Río Wolf como colofón final a otra noche mágica. Impresionantes de verdad.

Gracias al Jazpana por apostar por grupos de tantísima calidad.

Y decimos ésto porque si Rufus T. Firefly era uno de los principales atractivos, justo antes, en el otro escenario Cala Vento demostrarían cómo tan sólo dos personas con guitarra y batería pueden sonar a un grupo de 4 o incluso 5 miembros calentando la fría noche a golpe de trallazos de rock, punk y hardcore. Maravillosos.

También maravillados quedamos con la alucinante voz de Aurora, de Aurora and The Betrayers, quienes sucedieron en horario a Rufus y que nos dejó con la boca abierta ante esa actitud, ese carisma, esa impresionante voz, y esas canciones de rock and roll, que bien podía haber interpretado la mismísima Tina Turner.

Como bien hemos comentado al principio, decidimos dar una vuelta por el recinto antes de cenar, llegamos allí sobre las 20.00h de la tarde y en el mismo escenario donde horas más tarde tocarían Rufus, daba inicio el concierto de los guipuzcoanos Perlak. El cuarteto formado por tres chicas y un chico nos alucinó con sus sonidos post punk cantados en euskera. Su música es hipnótica, en ella vemos claras influencias a Joy Division y a The Cure y saben mezclar sonidos más oscuros con canciones más tiernas, dotando al concierto de una intensidad y vitalidad que nos dejaron encantados la verdad. Confesaron que se trata de un concierto muy especial dado que Oihane, anterior componente de la banda, había vuelto a incorporarse a Perlak, y así nos lo pareció a nosotros, por ello Zorionak.

 

Fotos: Richard Curiel.

 

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