Cuando uno acude a un concierto de Liam Gallagher, antes de empezar siempre tiene dudas. Las había con Beady Eye y probablemente muchos de los asistentes a este concierto las tuvieron. Pero siendo justos, Liam estuvo realmente bien.
71 minutos. En este tiempo el pequeño de los Gallagher tuvo más que suficiente para hacer una división exacta: ocho canciones de su primer disco en solitario (dejaremos Beady Eye aparte, como la esperanza de escuchar alguna canción de sus dos discos en esta gira) y ocho de Oasis. Éxito Asegurado.
Con unos teloneros como The Sherlocks, que sin duda tendrán su público, pero que dejaron más bien fríos, alegra, y mucho, que escuchar I am the Resurrection levante a toda la sala a cantar al unísono. Un público variado, con esencia inglesa en parte. Y si la espera se hacía larga, una gran masa cantaba Live Forever que, como no, estaba incluida en el setlist.
Arrancando con el célebre inicio del Fucking in the Bushes, solo hizo falta ver aparecer al pequeño de los Gallagher (de amarillo, no tiene pérdida) para que Rock ‘n’ Roll Star empezase. Y con ello, un continuo vaivén entre Oasis y Liam.
Fue justo después del Morning Glory cuando pudimos escuchar una gran parte de este As you were representado por Greedy soul, Wall of glass y For what it´s worth entre otras, que, dicho sea de paso, sonaron bastante bien. Liam sin problemas de voz es mucho más Liam.
Un broche final con Oasis como protagonista
Eso sí, mucho disco en solitario, pero que las últimas cuatro canciones, bises incluidos, sean de Oasis tal vez sea una declaración de intenciones. O querer contentar a un público que tal vez quiere más Oasis, que lo echa en falta, o que lo busca en sus componentes por separado. Tampoco es casualidad que el propio Liam pregunte si hay algún fan de Oasis en la sala. Pregunta demasiado obvia.
Como broche final, Live Forever para una sala que pudo corear Wonderwall o Slide Away como antaño, o como no hace tanto, cuando la cantaba Noel en la misma sala. Y posiblemente, de forma inconsciente, todos comparemos a los hermanos por separado cantando la misma canción. Y echemos de menos la de Oasis. Pero tal vez no sea el momento. O sí.
Volvemos a casa con la sensación de que este Liam ha encontrado su sitio, más cómodo en una formación más suya, tirando de repertorio propio y compartido. 71 minutos dan para las dos cosas.
A un servidor le hubiera gustado ver a Bonehead, pero parece que en esto en el concierto de Madrid no tuvimos tanta suerte como en Barcelona. Sana envidia.