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Crónica BBK Live 2018: The xx conectan con retraso (Viernes)

Ruidosa se presentó la segunda jornada del Bilbao BBK Live 2018, la del viernes 13 de julio. Una fecha terrorífica que presentó una ronda de actuaciones de mucho nivel. Después de un ecléctico primer día en el que no hubo que lamentar las siempre temidas lluvias en Bilbao, esta vez no hubo tregua y cayó bastante en diferentes momentos, sobre todo con el cabeza de cartel de la noche, The xx.

Con estas condiciones meteorológicas, la lista de conciertos fue igual de variada, aunque con problemas técnicos graves en el segundo escenario. También los hubo en el primero antes de comenzar su show Jamie xx, Romy y Oliver. Un contratiempo que originó una sucesión de retrasos en los horarios para así no perder la oportunidad de ver todo lo que se quería.

Y para empezar la tarde, una grata sorpresa. La Techno Marching Band Meute apareció en la entrada al Bilbao BBK Live para regalar un bolo inesperado a los asistentes que iban entrando. Los 11 músicos, con trompetas, trombones y tambores, comenzaron a tocar antes de pasar los controles de acceso, y terminaron interpretando su versión del You And Me de Flume dentro del recinto. Buena manera de empezar a generar ambiente festivo.

Acababan de salir a escena Carolina Durante en el escenario más cercano a la entrada, pero había que coger sitio para ver a Neuman abriendo el principal. Hace tres años ellos eran los que actuaban en la entrada y ahora estaban en una situación muy diferente. A pesar del frío recibimiento del escaso público que estaba presente, los murcianos que lidera Paco Román fueron subiendo decibelios y desplegaron un buen repertorio en más de una hora de bolo. Abrieron con la progresiva Deleted Files de su último Crashpad y terminaron con clásicos de su trayectoria como la festivalera Turn It y la espacial Sil Fono. Un relajado y atractivo pasatiempo con momentos destacados en Hell y Bye Fear/Hi Love.

Paco Román cambió constantemente de guitarra. Foto: Jordi Vidal

Pogos y profetas

Digo relajado, porque lo que venía a continuación en ese mismo tablado era todo lo contrario. Sí, allí estaban, los australianos de los cinco discos en un año, los melenudos psicodélicos que tan pronto hacen jazz como metal. King Gizzard & The Lizard Wizard se estrenaban en el monte Kobeta y la carta de presentación no podía ser mejor. Con el Murder of the Universe en el punto de mira fueron penetrando en la audiencia con su despliegue de guitarras, teclados del averno y baterías. Las primeras filas eran un hervidero, los pogos se repetían sin cesar, casi con cada nota que sacudían los de Melbourne. Crumbling Castle, The Fourth Colour, Muddy Water, Cellophane, Rattlesnake, Robot Stop… No faltó ni una a la explosiva y sudorosa cita con King Gizzard & The Lizard Wizard.

Nada más terminar el loco y vibrante recital de los australianos, llegaba el turno de una formación legendaria. My Bloody Valentine, profetas de la escena shoegaze y noise, pisaban el segundo escenario del Bilbao BBK Live 2018. Antes de que saliera Kevin Shields, ya se intuía que aquello iba a ser una oleada de ruido y distorsión. En cuanto sonó la batería, el monte retumbó y empezó el viaje al universo que dibuja Shields. Acompañados de unos visuales psicodélicos los británicos ofrecieron un cancionero centrado en sus dos primeros trabajos y, sobre todo, en Loveless. Se pasó tan volada la hora de actuación que, cuando nos quisimos dar cuenta, se les fue el sonido en You Made Me Realise, empañando uno de los bolos más especiales que se han vivido en la historia del BBK Live.

The xx, bailables

Con media hora de retraso por inconvenientes técnicos, como explicó Oliver poco más tarde, The xx atrajeron la atención y las miradas de los asistentes. El sonido, algo deficiente, presentó eso sí una versión bailable del trío londinense. Todo gracias a las bases que Jamie Smith se encargaba de reproducir para acompañar a las voces envolventes de Romy y Oliver. Su última referencia, I See You, protagonizó la segunda actuación en Bilbao de The xx en una semana. El Night + Day organizado por ellos mismos durante los días previos había mantenido desde el 6 de julio a la banda ocupada en tierras vizcaínas.

Así lo recordaron en un concierto que tuvo instantes de conexión entre público y grupo. Mayormente en los temas de su debut, con la dupla inicial Islands y Crystalised; el delicado bajo de VCR; y el magnetismo de Infinity. En Loud Places, se entregaron al cerebro de la formación; y Angels fue un cierre mágico de concierto. Sin embargo, comparada la actuación con las dos vividas el día anterior en ese mismo espacio, se hizo evidente que todavía les falta repertorio para ser los grandes cabezas de cartel de un festival.

Las bases de Jamie compenetraban con las voces de Oliver y Romy. Foto: Jordi Vidal

Coreografía medida

Si antes había actuado una banda legendaria en el segundo escenario, ahora era el turno de otro artista histórico. David Byrne, fundador de Talking Heads, llegaba en plena gira presentación de American Utopia. Un tour que el propio Byrne comentó que estaba al nivel de los conciertos Stop Making Sense de su formación primeriza. Y la verdad es que el show del cantante, a quien acompañaban un total de 11 artistas más (nueve músicos y dos coristas), fue de otro nivel en cuanto a despliegue.

Descalzos sobre el escenario, todos los miembros se movían de forma coreográfica y cada uno de ellos se encargaba de gestionar una parte de la batería, la guitarra eléctrica, el bajo… Todo muy medido y entrenado, pero que no daba esa sensación, ni mucho menos. Destacaron los temas de la influyente y mítica formación como Slippery People, Once In A Lifetime, The Great Curve o Burning Down The House. También sobresalieron las piezas de su reciente trabajo, como la coral Everybody’s Coming To My House o la mecánica I Dance Like This; y pusieron el broche con la versión de Janelle Monáe (Hell You Talmbout) y todos al unisono a la percusión.

Todo estaba muy medido en la banda de David Byrne. Foto: Tom Hagen

El cansancio estaba acumulado en las piernas y no se disfrutaron igual los dos últimos conciertos del día. Por un lado, The Chemical Brothers ofrecían un fiestero espectáculo, con un sonido potente, unos visuales grandilocuentes e intrigantes (alguno seguro que tuvo pesadillas con ese payaso) y juego con el público a través de balones gigantes y los clásicos electrónicos del dúo como Do It Again, Hey Boy, Hey Girl, Galvanize y Block Rockin’ Beats. Y por otro lado, los británicos Friendly Fires brindaban un marchoso bolo con hasta seis músicos en escena y que sufrieron, al igual que My Bloody Valentine, un apagón de sonido.

En definitiva, un segundo día del Bilbao BBK Live 2018 que tuvo al ruido, los pogos salvajes, los problemas técnicos, las leyendas y la electrónica de masas como grandes protagonistas.

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