Fotos: Álex Vidal
Fecha: 21 de febrero del 2014
Lugar: Sala Bikini (Barcelona)
Promotora: Doctor Music
Los medios acreditados, los camareros y algún jovenzuelo amante del pop esporádico: los únicos que no eran angloparlantes en una sala Bikini llena hasta la bandera, que tuvo que habilitar la sala anexa y una pantalla adicional para poder acomodar a un público que reflejaba lo bien que funcionan las becas Erasmus en manos de gobiernos con algo, algo, un mínimo de criterio.
Pero bueno, olvidémonos de la política, no sea que nos pongamos a discutir si esta situación ilustra el desequilibrio entre el poder adquisitivo de la juventud local y la foránea; si estos son los únicos que pueden asumir el incremento del ivazo; si, por tanto, los grupos nacionales quedarán en inferioridad de condiciones…, y centrémonos en el concierto.
Tras unos vulgares The Ramona Flowers, que amenizaron un repertorio con la entidad de una acelga con gestos de rock de estadio que sonrojaron a más de uno (dejando aparte el jolgorio etílico de algunos compatriotas de los Flowers que acabaron, merecidamente, con los huesos en la calle), el inicio rompedor de Bombay Bicycle Club hizo olvidar enseguida el mal trago. Ante un público entregado (de nuevo, muy poco producto interior bruto entre las primeras filas), Overdone e It’s Alright Now, del último álbum, junto con la infecciosa y celebradísima Shuffle consiguieron rendir al repetable con una energía cinética que tenía más de potencial eléctrico (y electrizante) que de músculo y sudor, resultado de un trabajo serio y original en lo musical y honesto sobre las tablas.
Sí, original, porque este párrafo, en el que nos dedicaríamos a situar el sonido BBC dentro de unas coordenadas estilísticas para orientar al profano, se va a quedar más corto que las sinapsis de Wert si lo comparamos con la prolijidad de estilos, ritmos y cadencias presentes en este directo para conseguir algo que, de un tiempo a esta parte, falta en la pista de baile: baile, precisamente. Sana (y no vana) diversión. Alegría a raudales aderezadas, aquí y allá, con unas pequeñas gotas de ese romanticismo pop, ingenuo y eficaz, cada vez menos habitual. Aun así, si intentásemos situarlos (tras aclarar al lector que el esfuerzo no irá más allá del pálido recuerdo de un ambiente festivo que contagió hasta al apuntador), diríamos que, ahora mismo, Bombay Biclycle Club se sitúan en un punto cercano a Vampire Weekend (no quería decirlo, pero facilita la identificación) con un plus de versatilidad y de compacidad que se hecha de menos en los de Brooklyn. La influencia étnica ha sido asimilada y forma la argamasa rítmica que se somete a un objetivo mayor: la melodía. No funciona cual rasgo identificador, como pasa con VW, sino como un ingrediente a veces elusivo. Por otra parte, la electrónica tampoco acaba de definirlos, aunque en A Different Kind of Fix (Island, 2011) y este So Long, See You Tomorrow (Island, 2011) jueguen un papel muy destacado.
Entre el folk y la electrónica destacan el pop y el rock. Visible en las raíces, en la sangre, en el aspecto de chavales del college que salen a divertirse y a divertirnos, con humildad, guitarras en ristre, bajo, batería y sección rítmica como seguro andamiaje. Sin ambages, sin trucos, sin imposturas. En el fondo, lo que queda es, esta vez sí, un repertorio con entidad, que bien se mece entre un rock de compases complejos como Come To y How Can You Swallow So Much Sleep, como en los tonos más clasicistas (y, aun así, originales, propulsados por la base rítmica requebrada que defienden Ed Nash y Suren de Saram al bajo y a la batería, respectivamente) como en su primer single Evening/Morning o Always Like This, de su primer trabajo titulado, sintomáticamente, I Had the Blues But I Shook Them Loose (Mmm…/Island, 2009).
En cualquier caso, se puede resumir este logro, o hechizo, o talento, con un único adjetivo: genuino. Y es que, insisto, la impostura brilló por su ausencia. El concierto se desarrolló cual una balsa de aceite, con los tempos bien medidos, sin que nunca faltase la sonrisa en el rostro de Jack Steadman, la concentración en el ceño de Jamie MacColl o la melena siempre agitada de Ed Nash. Si en algún momento algún tema sonó demasiado denso (porque tocaba presentarlo, caso de Home By Now), enseguida se amenizaba el concierto, como pasó con Feel. Hubo también momentos para la ternura, como la delicada Eyes Off You, con Jack Steadman sentado al piano, respaldado por la deliciosa voz de Amber Wilson en los coros; para los ritmos amables (Whenever, Wherever), y para la locura (What If). Luna, el tercer single extraído de So Long, See You Tomorrow, marcó la recta final con parada en Always Like This y el final electrocatártico de Carry Me. Catarsis que se repitió, esta vez con guitarreo ensordecedor, con el último bis, el propio So Long, See You Tomorrow.
Un espectáculo genuino, optimista pero para nada vulgar, que aúna inteligencia y visceralidad. Un raro equilibrio, y un grupo que no hay que dejar pasar de largo.