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Bombay Bicycle Club, Beck y Chvrches nos hacen soñar en el Dcode

Foto: Vanesa Carro.

La expectación  creada por esta edición del Dcode era mayúscula. Poblado de nombres anglosajones, se consolidaba una vez más como una de las últimas fechas del largo verano musical o también visto como el festival del reencuentro, la vuelta a la rutina. Sea la denominación que sea y aunque se hable de un descenso del número de entradas, es cierto que el festival estuvo a la altura de las expectativas de todos los asistentes.

Nuestra primera parada fue la británica Anna Calvi. Sobria, elegante y arrebatadora dominando el escenario Dcode, supo demostrarnos en 40 minutos lo que vale. Su música, siempre guitarrero, roza a veces lo sinfónico, con una voz brutal brotando como un torrente. Rodeada con una buena banda y con algunos instrumentos menos habituales, tuvimos la oportunidad de oír piezas como Eliza o Desire, alternando canciones de su dos discos publicados hasta el momento. Quizás hubiera sido más mágico si el concierto hubiera sido por la noche, pero estuvo igualmente bien la experiencia vespertina.

Y sin salirnos de Reino Unido, nos fuimos con Bombay Bicycle Club, que aventuraban un atardecer mágico y así cumplieron. Con una sonrisa permanente en la cara de  Jack Steadman, frontman y voz principal del grupo londinense,  nos inundaron de sensaciones positivas.

Hay quién dice que son un grupo que no encuentra su sitio, pero creo que este variado registro les hace más especiales. Coquetean con el folk y la electrónica sin descuidar el rock y sobre todo trabajan muy bien la percusión y los cánones vocales que a veces usan son maravillosos.Brillaron especialmente en temas como Shuffle, Lights out words gone o Always like this así que lo de Bombay Bicycle Club es algo que merece la pena ser vivido. Fueron de lo mejor del festival.

No pudimos contener la curiosidad: Los británicos Royal Blood tocaban a las 20:15 horas y teníamos que ver si el mito superaba a la realidad y todo es producto de una fama efímera. Aunque parecen más potentes en su disco homónimo, cumplieron. No podemos perder la perspectiva: En directo sólo están el batería y la voz de Mike Kerr , que toca el bajo también. La calidad del sonido fue excelente, pero están empezando y tendremos que ver su evolución. Eso sí y algo que nos gustó, es que tienen un ligero aire a The White Stripes.

Antes de comenzar con el maratón de conciertos, nos acercamos a ver a Russian Red, musa del indie local que ha dejado su etapa más folk para pasarse a algo más guitarrero y con sonido norteamericano. En constante evolución, supo mantener la atención intercalando canciones de sus primeros trabajos, más intimistas con el garbo y garra de Agent Cooper.

Era el turno del más joven de la velada, Jake Bugg. El británico está aclamado de forma unánime por la crítica musical pero algo falla en el engranaje.

Salió puntual (un aplauso a los organizadores porque todo fue a tiempo) y sin levantar prácticamente la mirada en todo el show, estuvo soberbio a nivel musical pero lejano y distante en el terreno social. Nadie viene a un concierto a que le cuenten un chiste pero hasta la penúltima canción no fue capaz de entablar un diálogo con el público.

Tenemos claro que es un virtuoso a la guitarra, que bebe de los grandes y puede llegar muy lejos, pero no es ni Liam Gallagher ni Bob Dylan, y creo que no ayude a su ego o timidez semejantes calificativos porque el maravilloso directo se queda mermado por un tono monocromo que hace que uno pierda el hilo del concierto y eso no lo haría ni uno ni otro.  Al final existe un anacronismo entre la música y su actitud.

Abrió el concierto con There’s a Beast and We All Feed It, siguieron grandes canciones como la alegre Me and You o Taste it, eligiendo para cerrar What doesn’t kill you, Broken y Lighting Bolt. Un set list muy efectivo para aquellos que querían descubrir al talentoso Jake Bugg.

Venía lo fuerte de la noche: Beck inundaba el escenario Dcode para demostrarnos que ha regresado para no marcharse jamás. Garantía de su éxito es que muchos artistas, tras largos periodos alejados de los escenarios les cuesta más arrancar, pero no fue el caso de anoche.

Abrió con Devil’s Haircut, del álbum Güero y se provocó una explosión de color, movimiento y energía. Cabe destacar que lleva una banda espectacular que refuerza si cabe aún más el portento que lleva dentro. Black Tambourine y el hit Loser continuaron y tanto el público como él conectaron en una bella simbiosis de energía. Porque si hay una cosa que me encanta en Beck es que guarda ese desparpajo y un brillo en los ojos que le impide crecer, un Peter Pan moderno.

Hell Yes sonó mil veces mejor que en el propio álbum y supo llevarnos a su terreno: Hip-Hop y bailes que unidos a su graciosa complexión y a unos visuales muy trabajados, era imposible quitar la mirada del escenario.

Tuvimos nuestra dosis de Morning Phase con Blue Moon pero si hubo un momento cumbre fue cuando interpretó Wave, donde todo el público contuvo la palabra por un momento ante una letra desgarradora y un acompañamiento musical espectacular. No podemos olvidar que Beck ha estado retirado por motivos graves de salud y que las letras de Morning Phase hacen, en ocasiones, pequeñas metáforas de estos años que afortunadamente, han quedado atrás.

Para él hubiera sido muy fácil tirar de Midnite Vultures en su 15º aniversario, pero fueron inteligentes y  nos hicieron viajar por muchos trabajos. Tras acabar con E-Pro, declararon el escenario como «A criminal music scene» y decidieron clausurarlo, precintando el escenario «porque era peligroso». Y volvieron tras este sketch a tocar Sexx Laws y con una divertida despedida mientras intentaban cantar Where’ it’s at, ¡Apoteósico!

Fue una combinación auténtica de dinamismo musical y de ganas, muchas ganas de volver al directo. Beck era el cabeza de cartel y conquistó el corazón de todos, noveles y experimentados, ¡Gira ya!

Tocaba caer rendidos a los pies de Vetusta Morla, que además y como presagio a su crecimiento orgánico como banda, han anunciado que el día 23 de mayo de 2015 estarán tocando en el Barclays Card Arena de Madrid, como los grandes. Una vez más, supieron emocionar, increpar, vibrar. Su directo se ha consolidado con los años y esta gira de La Deriva está siendo especialmente fructífera. Siguen sonando canciones como Maldita Dulzura o Los días raros, pero las nuevas canciones ganan protagonismo y se nota el trabajo realizado previo y que cuando se lleva a cabo bien es el resultado que nos llevan al directo, ¡Muy grandes!

El festival iba llegando a su ocaso y nos metíamos en la parte más electrónica y en este episodio, vino de la mano de La Roux. Bailamos como locos con canciones como Uptight Downtown, Kiss and don’t tell o la más popular, Bulletproof, pero no tiene mucho de directo porque hay mucho trabajo hecho antes. Si bien nos animó con sus bailes, La Roux nos dejó un poco más fríos de lo esperado.

El desenlace de esta crónica lo cierran unas jóvenes promesas del shynth pop, aunque las etiquetas nunca son bonitas. Chvrches es un acierto. Música electrónica pero con mensaje y con estilo. La bonita voz de Lauren Mayberry nos dejó extasiados ante una estética normcore y mucha clase. Lies, Gun, Recover, The Mother We Share y otras tantas deslumbraron a un público que deseaba verlos en Madrid y que se cumplió gracias al Dcode.

Decidimos dedicar nuestros últimos bailes al son de Digitalism que cerraron una noche mítica, donde afianzamos conocimientos musicales, aprendimos de los grandes, vimos pequeños fallos subsanables a largo plazo y nos lo pasamos muy,muy bien. Mencionar que la organización en esta edición ha sido muy positiva, sin agobios y sin aglomeraciones, ¡A por el Dcode 2015!

 

 

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