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Beyoncé y Jay-Z, el amor por encima de todo

Ayer por la noche, los asistentes al Estadi Olímpic Lluís Companys de Barcelona pudieron vivir una master class de como hacer un gran espectáculo musical en pleno siglo XXI. El matrimonio formado por Beyoncé y Jay-Z dieron un concierto monumental y frenético de principio a fin que dejará marca en la memoria de todos los que lo vivimos. Un repaso musical y personal del recorrido de los dos artistas, con una premisa como base, siempre ha prevalecido el amor por encima de todo.

De los 2000 a la actualidad la pareja ha ido ganando fama y protagonismo, hasta el punto de ser considerada el matrimonio musical más rico e influyente de lo que llevamos de siglo. Si aquí en nuestro país su fenómeno ya ha causado furor, especialmente el de Beyoncé, en Estados Unidos el efecto se multiplica por diez; siendo cada uno de ellos los pesos pesados de la industria en su género musical. Oficialmente empezaron a salir juntos por allí el 2002, después de su colaboración en el tema 03 Bonnie & Clyde, que aparecía en el álbum The Blueprint 2: The Gift & The Curse. A partir de ahí, colaboraron en varias ocasiones, se casaron el 2008 en Paris, el 2012 nació su primera hija, Ivy Blue, y el año pasado tuvieron gemelos, Rumi y Sir.

Pero también pasaron malas épocas. A finales de 2010 Beyoncé tuvo un aborto espontáneo de su primer embarazo, y esto la afectó profundamente. Además, tal y como salió a la luz hace más de un año, la pareja también tuvo sus problemas internos de celos, malentendidos e infidelidades. Y os preguntaréis, ¿por qué nos está contando todo esto? Pues porque todos estos temas son los principales que salieron ayer en el concierto. Un espectáculo que repasa su relación como pareja y familia, pasando tanto por las partes buenas como las malas.

A nivel musical también es importante conocer su situación personal. Aunque al principio de la relación, lo mantenían todo bastante en privado, en los últimos años, al pasar a formar parte claramente de su música, ha salido más a la luz la situación en la que estaban. Beyoncé, con su quinto disco, también llamado Beyoncé (2013), ya nos mostró esos momentos o emociones que habían marcado diferentes momentos de su vida personal. Pero fue con su último disco, Lemonade (2016) en el que hizo visible musicalmente todos los problemas que había tenido recientemente con Jay-Z. Por otro lado, el trabajo más reciente del rapero, 4:44 (2017), también coge en algunas partes discursos muy personales del músico en forma de disculpa.

Pero, tal y como ellos mostraron, todo esto siempre solucionaba gracias el amor que los une, el amor que ha permitido crear la familia que tienen ahora y que los ha unido aún más. Por eso, aún y sus momentos más oscuros (como en Don’t Hurt Yourself o Resentment), siempre acababa brillando más este amor que los une, primero más erótico (Naughty Girl o Drunk In Love) y después más fraternal (Perfect). Y esta unión que tienen, esté entendimiento mutuo, se plasmaba a la perfección en aquellas piezas que cantaban los dos. En el espectáculo que nos tenían preparada se podía respirar como las colaboraciones que hacían encima del escenario fluían a la perfección, especialmente en temas como Part II (On The Run), 03 Bonnie & Clyde, Drunk in Love, Family Feud, Young Forever, Upgrade U y, especialmente, Crazy in Love (aún, para un servidor, de los mejores canciones pop de lo que llevamos de siglo).

Pero si los artistas han crecido tanto en estos años, es principalmente por su carrera en solitario. Así que no faltó un buen repaso de la discografía de cada uno. Y realmente, aunque en algunos temas solo tocaban alguna parte y no la pieza completa, consiguieron hacer un buen recorrido por la mayoría de sus discos. De esta forma el concierto se convirtió en un hit tras hit, provocando la felicidad y éxtasis de los fans, que no paraban de entonar las letras de esas canciones con las que han crecido estos últimos 15 años. Por consecuente, también recuperaron los temas por los que han ido luchando estos años, principalmente, por una parte, la lucha contra el racismo y el empoderamiento negro y, por otra, el feminismo.

Beyoncé cantó todos esos temazos de sus primeros años en solitario con los que se ganó la mayoría de los fans: Diva, Baby Boy, la magnífica Déjà Vu, Ring the Alarm, Countdown, I Care o Run the World (Girls). Pero tampoco faltaron algunos de los hits que la han acompañado estos últimos años: ***Flawless (haciendo perder los papeles al personal con la coreografía), Feeling Myself (tema de Nicki Minaj), Hold Up, Sorry, Formation, Freedom o, su colaboración más reciente con J Balvin, Mi Gente (el rompedor de pistas de la noche).

Jay-Z lo tuvo un poco más complicado en hacer la selección debido a su discografía más extensa: trece álbumes en solitario y cinco colaborativos. Hizo hincapié principalmente en su último disco, 4:44, así como algunos de sus más conocidos y queridos por los fans: The Blueprint, The Black Album, The Blueprint 3 y Magna Carta Holy Grail. Sonaron temas que los fans intentaron recitar como Dirt Off Your Shoulder, On To The Next One, Run This Town, The Story of OJ y los dos protagonistas de provocar una gran marea de brazos subiendo y bajando: 99 Problems y Niggas in Paris.

Además del repertorio musical, lo que llevó a la excelencia el concierto de ayer fueron todos los otros elementos que formaban la puesta en escena. El escenario, en un principio, parecía que solo estuviese formado por una gran pantalla (que ocupaba, básicamente, todo el escenario) y dos pasillos que iban hacia el medio del estadio. Hasta que la pantalla se abrió por el medio y se pudo ver como detrás había una gran estructura cuadricular dónde tocaban y bailaban todos los músicos. Una estructura minimalista pero muy efectiva a la hora de permitir una mejor jugabilidad con las luces y los audiovisuales.

Las imágenes y vídeos que nos mostraban pasaron a ser el tercer miembro del matrimonio. Funcionaban en los entreactos para ponerte en contexto, y mostrarte esas emociones que han vivido como pareja en forma de imágenes, junto con todos esos elementos que los inspiran y los rodean día tras día. Además, mientras cantaban, las cámaras jugaban con ellos, separándolos o uniéndolos cuando tocase dependiendo de la canción que estuviese sonando.

Finalmente, también gran parte del éxito del espectacular concierto de Beyoncé y Jay-Z es gracias a todas las bailarinas, músicos y el equipo que está detrás. No estamos acostumbrado, creo, a ser conscientes de toda la gente que hace falta para hacer un concierto de estas dimensiones. Por eso, quiero destacar, como algo positivo, que ayer, cuando se estaban despidiendo los dos artistas, en las pantallas pasaron los créditos de toda esa gente que ha hecho posible lo que vivimos. Y yo, desde aquí, solo puedo felicitarlos a todos por el explosivo espectáculo que han creado (con más fuego y fuegos artificiales que cualquier otro que haya visto). Si queréis ver más fotos, aquí encontraréis las que hicieron los fotógrafos oficiales de la gira.

(Fotos: Raven Varona, Robin Harper, Andrew White)

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