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Barcelona cae rendida ante Joanne

Hacía tres años que la Mother Monster (o, tal y como nos pidió ella en el concierto, Joanne) vino por última vez a Barcelona presentando ARTPOP. Y esta era la cuarta vez que la americana actuaba en la capital catalana, convirtiéndose ya en una de la ciudades clásicas de todas sus giras. Ella lo dijo, pocas ciudades vibran tanto con ella como Barcelona. Desconocemos si eso es verdad; lo que sí podemos confirmar es que en cada uno de los shows que ha hecho aquí, se ha tenido que colgar el cartel del sold out y los fans han disfrutado y hecho temblar los mismísimos cimientos del Palau Sant Jordi. Esta ocasión no fue menos, es más, vimos aquella misma fuerza que lució en el The Born This Way Ball Tour y que a tantos nos fascinó y enamoró a la vez.

Hablar de un concierto de Lady Gaga, como la mayoría de divas pop, es hablar de un show en mayúsculas. En este caso, dividido por siete actos y un encore, cada uno con cambio de vestuario y separado por piezas audiovisuales o instrumentales que hacían más amena la espera. Una puesta en escena minimalista, pero efectiva, con los protagonistas bailando y moviéndose en el escenario principal por encima de pantallas inmensas que iban subiendo, bajando e inclinándose según el tema o la coreografía. Además, alrededor de la pista había tres plataformas circulares y otro escenario más pequeño entre los cuáles se iban moviendo, así todos los asistentes podían ver de cerca a Lady Gaga en algún momento independientemente de su asiento. Todo esto, con la gran empatía, que caracteriza tanto a la artista, con sus fans: hablando con ellos, saludándolos, posando para que le hiciesen fotos, dando discursos motivadores, animándolos y elogiándolos… Si Gaga sigue manteniendo a todos sus little monsters desde su primer día, se debe principalmente a todo este amor que les muestra constantemente.

El espectáculo empezó con un contador que ocupaba todo el escenario, de color rosa, y que iba marcando los minutos que faltaban para empezar el show. Los asistentes, con cada segundo que veían pasar, más excitados estaban y más ganas tenían de ver qué tenía preparado Lady Gaga. El contador llegó a 0 y empezamos con una explosión musical a cargo de dos de los temas más enérgicos de su último disco Joanne: Diamond Heart y A-Yo. Pero fue después, en la segunda mitad del primer acto, cuando el público realmente enloqueció al escuchar los primeros acordes de Poker Face y, después, Perfect Illusion.

El segundo acto, con una nueva y cambiada Gaga, empezó con John Wayne y, después, tocó cinco canciones seguidas de nostalgia pura para los Little Monsters que crecieron con sus dos primeros LPs: Fame Monster y Born This Way. Scheiße (temazo que no fue single del Born This Way) y Alejandro cerraron el segundo acto, pero lo mejor estaba por llegar. El tercer bloque estaba compuesto por Just Dance y LoveGame, sus primerísimos singles, y la excepcional Telephone. Posiblemente, el acto más de infarto y sudor de los fans. Ah, y obviamente, estas tres últimas con un vestuario más propio de la Mother Monster que de Joanne.

A continuación llegaron las emociones a flor de piel. Después de un enérgico Applause, fue el momento de Lady Gaga a solas con el piano. Primero, dio un discurso a favor de la comunidad LGBTI, la igualdad entre humanos y el amor, relacionándolo con lo que le contaba su madre y cantando Come to Mama. A continuación, homenajeó a las víctimas de los atentados de Barcelona dedicándoles un The Edge of Glory acústico con el piano que a más de uno le saltaron las lágrimas. Y acabó este bloque emotivo cantando a favor de la libertad y aquello que nos hace únicos con Born This Way.

Ya de lleno en el último tercio del espectáculo, fue momento de volver al pasado de nuevo y disfrutar de Bloody Mary, una de esas perlas que no llegó a ser single. Después descubrimos más de Joanne con Dancin’ In Circles y volvemos a enloquecer de nostalgia con Paparazzi. Cambio de vestuario, nos quedamos a solas con las guitarras acústicas y conocemos un poco más del pasado personal de Gaga y su familia con Angel Down y la preciosa Joanne. Con un pequeño parón a la mitad de esta última para leer una carta que unos fans le tiraron a la cantante.

Llegamos a la traca final, la apoteosis de la noche. Suena a empezar Bad Romance y todo el Palau Sant Jordi enloquece. Después de ocho años y medios, el tema sigue siendo un himno para los Little Monsters y nunca se cansan de disfrutarlo en directo. Realmente, como si fuese la primera vez. A continuación, tocó el optimismo y bondad de The Cure y, como no, para acabar, otro número en solitario de Lady Gaga en el piano: Million Reasons fue el tema escogido para terminar la balada. Mostrando el poderío vocal y emotivo, Joanne se despidió de sus queridos fans entre lágrimas de emoción creadas por el segundo single de su último LP. Magnífico final.

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