El pasado sábado 12 de mayo asistimos en la sala Joy Eslava a un momento único, algo que no se repetirá nunca. Dos bandas en un mismo escenario a la vez, Rufus T Firefly y Havalina fueron Bandada en las mismas coordenadas espaciotemporales. Una relación que empezó cuando la banda de Victor Cabezuelo acudió a Manuel Cabezalí para que produjera su música. Todo ello ha terminado desembocando en este acontecimiento tan especial.
El concierto comenzó con el público expectante y los ocho músicos exhibiendo sus capacidades al mismo tiempo con una introducción atmosférica tocando Escribe aquí a la que seguiría Norte perfectamente ejecutada por Havalina y con el público aún un poco frío, quizá sin saber muy bien qué esperar de la noche. Aprovechó entonces buena parte del público para hablar. ¿Por qué tanta gente acude a los conciertos a hablar y gritar durante las canciones? Lo más doloroso es ver que muchos de los que hablaban son músicos. En fin.
Llegó Tsukamori, en la que sufrieron algunos problemas de sonido, acoples y niveles desajustados. Sin embargo el público ya estaba empezando a disfrutar de la fiesta, celebrando el tema de la banda de Víctor Cabezuelo, al fin en silencio. Los temas de Rufus T Firefly tuvieron más tirón ante el público, están en un momento dulce y la gente tiene ganas de verles. Los temas de Havalina engancharon menos, a pesar de mostrar un sonido impoluto y lleno de potencia. Luego le seguirían Test de Voith, Nacidos de la Bruma y Demerol y piedras. En este trío de canciones el público empezó a desperezarse y disfrutar de la música.
Bandada: Una fiesta de la música
Llegados a este punto Manuel Cabezali se presentó ante el público y comentó que la noche era un acto de romanticismo y una fiesta de la música, comentario que escucharíamos más veces a lo largo del concierto. Además anticipaba que podríamos disfrutar de canciones de Havalina tocadas por Havalina, pero también por Rufus T Firefly y por ambos a la vez. Y lo mismo con las canciones de Rufus T Firefly, que serían interpretadas por ellos mismos, por Havalina y por Bandada. Los motores se iban calentando y empezaron a entregarnos toda su potencia, que es mucha, con Las Hojas secas, en la que vimos a ambas bandas jugando e intercalando arreglos y melodías.
Luego llegó uno de los momentos de la noche. Julia Martín-Maestro, batería de Rufus T Firefly se atrevió a cantar (y muy bien) Tengo una pistola, relajando el ritmo acelerado del show y arrancando ovaciones al público. Bandada despegaba para mostrar todas sus cartas, con introducciones a las canciones llenas de matices y dinámicas diferentes. De las distorsiones penetrantes y los bajos abismales a las melodías más sutiles. Lo cierto es que no podían ocultar sus caras de felicidad, era una noche única y todos estaban sumergidos en ofrecer su magia sonora. Con Objetos personales y Alta Tormenta llegábamos al ecuador del concierto, anticipando ya la sucesión de grandes éxitos.
Victor Cabezuelo, visiblemente emocionado repetía las palabras de Manuel Cabezalí, recordando que la noche era una victoria de la música y que era el momento más bonito de su vida. Pulp Fiction nos traía uno de los momentos divertidos, ya que por algún problema no pudieron comenzar la canción a la primera. Sin problema, algún chascarrillo y a seguir. Las tablas de ambas bandas están más que acreditadas. Con esta canción de Magnolia, perfectamente
interpretada, comenzaba la ascensión a lo mejor de la trayectoria de cada grupo.
Todas las canciones fueron ya coreadas por un público ávido de éxitos y que se dejó la garganta cantando. Malditos mamíferos es otro gran tema, de los más festejados de Havalina. Esto no sorprende a los que les siguen desde hace tiempo, pero la banda de Manuel Cabezalí tiene un directo impoluto, potente y cristalino. Pocas bandas pueden presumir de un sonido tan definido, más allá de gustos personales.
Río Wolf volvió a poner a la Joy Eslava patas arriba y con Viaje al sol la locura fue total, con un duelo de baterías increíble entre Julia Martín-Maestro y Javier Couceiro que se dilató por unos minutos. Este fue uno de los momentos álgidos de la noche, recibido con gusto por el público. Con Mamut se cerraba el concierto y llegamos a los bises. Somos el enemigo, Incursiones y Pompeya, esta última ampliamente esperada por todos los asistentes, fueron la traca final de un evento irrepetible. Casi dos horas de magia y la sensación de ser privilegiados por haber vivido una historia irrepetible.