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Arizona Baby y Angel Stanich en el Let’s Festival: Subidón Arizónico

El sábado 5 de marzo fue día grande en la programación del Let’s Festival que se está celebrando en la Salamandra de L’Hospitalet. Con un doble cartel en el que se daban cita dos proyectos hermanos, como son el de Ángel Stanich, al que Javier Vielba produjo su disco y que cuenta entre sus filas con gente arizónica como su bajista Álex Izquierdo, y Arizona Baby madurando cada vez más y mejor sin perder ni un ápice de su garra acústica. Además para que la fiesta fuera redonda contamos también, en la previa, con la presencia de La Doble Fila y su rock de corte urbano.

Lo cierto es que La Doble Fila sirvió, con su puesta al día de las coordenadas de gente como Burning, Coz, Tequila, Loquillo y ese rock que bebe de la tradición rollingstoniana y lo incorpora a los elementos autóctonos, dándole un toque más hardrockero a la propuesta. No es el estilo de música que más me gusta, pero reconozco la calidad de la banda y su puesta en escena macarra y salvaje. Pese al escaso público, consiguieron que este se mantuviera expectante y dispuesto a escuchar su música.

Una vez puestos en marcha y con el cuerpo ya en calor, llega el turno para uno de los artistas revelación de estos dos últimos años: Ángel Stanich. De nuevo con su banda al completo, con la que gana mucho más que en solitario con su guitarra en este tipo de situaciones, demostró que este último año y medio le ha servido para ganar unas tablas inmensas, confianza, seguridad en sí mismo y una energía en directo, que contrastan con su figura enjuta y casi goyesca. Los temas de su Camino Ácido ganan en cuerpo y suben en intensidad con la banda perfectamente engrasada. Y creo que todo surge, como punto de inflexión, a raíz del último concierto que dio el músico en Barcelona, en la Apolo 2, en la que parece que se liberó de algunas ataduras en cuanto a expectativas autoimpuestas. Ese concierto fue el que lo elevó de promesa a realidad. Y eso es lo que vemos hoy en día en sus conciertos. Una banda en estado de gracia, perfectamente ensamblada en la que Lete y Álex ejercen de soporte rítmico perfecto para que Víctor de rienda suelta a sus solos y punteos. Esta conjunción permite que Stanich se sienta libre y perfectamente sostenido, dando rienda suelta a su manera de ver la música. Y, si tal vez la producción de Vielba en Camino Ácido, llevó ese disco hacia zonas texmex y fronterizas, en directo, sin abandonar ese toque, se enriquecen y suenan a banda de Rock clásico. A grupo de rock, como lo eran los Eagles de 1975, The Doors de Morrison Hotel o Gram Parsons. Temas como El  Cruce, sonaron a gloria bendita con toda la sala bailando y botando, Camino Ácido con colaboración estelar de Guille Aragón, de Arizona Baby a la percusión, Carbura o el fin de fiesta con Metralleta Joe. Espectacular y sublime con la sala entregada ante el delgado cantante.

Y con ganas de más nos dispusimos a ver a los que nunca fallan: Arizona Baby. Lo de estos chicos no es normal, te podrán gustar más o menos, podrás estar de acuerdo o no en que su último disco tiene canciones menos directas que su Second To None, pero en las 8 o 10 veces que les he visto en directo, en diferentes circunstancias, sólo puedo decir una cosa:  Son más fiables que AC/DC. No porque siempre repitan la misma fórmula, porque eso no es así en absoluto, sino porque todos sus conciertos están por encima de la media y siempre acabas sintiéndote satisfecho. Y es que Vielba es un puto frontman como los que ya no quedan y de los que apenas salen en nuestro país, y el señor Marrón es el guitar hero que trasciende estilos y que bebe más de Hendrix, Joe Walsh, Peter Green o Steve Marriot que de Eddie Van Halen. Empezaron con Owners of The World y poco a poco fueron desgranando temas de sus tres discos, como ese Survive de su recientemente reeditado primer trabajo: Songs to Sing Along o el ya citado de su Secret Fires, del que también desgranaron previa reflexión filosófico-cultural, Create Your Own God o New Road siempre hacia nuevos horizontes, como destacó Vielba. Pero lo cierto es que los temas que más expectación despertaron entre el público fueron de su segundo disco, el que los puso en el radar de todo el mundo. The Truth y Shiralee con el que cierran casi siempre sus conciertos. Entre ellos, destacar sus momentos de improvisación sonora entre guitarras, lo que les llevó a reivindicar el concepto de subidón, dentro del rock. Porque según Vielba, el subidón no puede ser propiedad sólo de la música disco sino que el rock también merece tenerlo, y así, con tan sólo dos acústicas y una batería consiguió crear un efecto de subidón arizónico que puso a sus pies a toda la gente que nos dábamos cita en la Salamandra.

Lo cierto es que el sábado vimos a dos bandas en diferente estados de su carrera pero ambas plenamente conscientes del lugar que ocupan y como afrontarlo: Ángel Stanich ha dado el salto y está en camino de comerse el mundo y de llegar a lo más alto. Tiene energía, solidez, calidad y música por un tubo, y la arrogancia necesaria para hacerlo. Se nota la pasión y la entrega con la que afrontan cada concierto. Por su parte Arizona Baby son una banda ya consolidada y clásica, los hermanos mayores de Stanich, por poner un ejemplo. Ya no destilan la rabia y la fuerza de hace tres años, pero han ganado en solidez, consistencia y manejan los tiempos encima del escenario de una manera sublime y poco vista en las bandas de este país salvo tal vez por gente como Loquillo, Rosendo o Calamaro, por citar algunos aunque no tengan nada que ver musicalmente con Arizona.

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