El pasado viernes 30 de diciembre del también pasado año y tras una completísima gira de más de dos años por ese Camino Ácido, asistimos al penúltimo concierto de Ángel Stanich (de esta gira, claro está) en la sala Dabadaba de Donostia, sala en la que tocaba por primera vez, pero ya había visitado previamente a tomar cubatas.
Había muchas ganas de ver a este gran músico la noche previa a fin de año, y así lo demostró el numeroso y diverso público que llenó la sala.
Nos encanta ese halo de misterio y ese magnetismo que hace que no podamos despegar nuestra vista de él. Todo contribuye a ello, su mirada, esa que apenas percibimos pues se esconde detrás de una espesa melena rizada que me encanta, su barba, su indumentaria compuesta en esta ocasión por camisa a rayas, tirantes, pantalón vaquero negro pitillo y unos fantásticos botines de piel, su voz, su peculiar voz, y esas letras.
Con todo ese magnetismo y acompañado por su banda, comenzaba, como ya hemos mencionado, el penúltimo concierto de gira con Camino Ácido, canción que da nombre al álbum, haciéndonos partícipes desde el primer momento para acompañarle a los coros, y calentando así la gélida noche donostiarra.
Nos da las buenas noches, para inmediatamente sucederse temas como Mojo y Miss Trueno ´89. Víctor Pescador, magnífico guitarra, (qué gustazo rodearse de una banda así) nos introduce a El Cruce, que nos llevó hasta El Río, canción en la que Ángel nos pidió colaboración en los coros, esos que nos recuerdan tanto a la canción She is My Man de Bigott.
Desde el inicio del concierto parece que Ángel no acaba de encontrar el sonido que buscaba, así que en este punto decide hacer un pequeño parón, puesto que necesita hacer unos cuantos ajustes como un poco de grave, o que le suban la voz . Incluso cambia de guitarra que necesita afinar, pero este parón para nada hizo que bajara la intensidad del concierto, puesto que lo solucionaron muy bien gracias a la profesionalidad de una gran banda que en ningún momento paró de tocar, haciéndonos esa pequeña espera de lo más amena.
Una vez solucionado este pequeño percance, vuelta a la carga con Jesús Levitante, con un Ángel Stanich metido de lleno en el papel de predicador, con el sudor cayendo sobre su guitarra.
Ahora nos pide silencio, pues la canción que prosigue empieza muy chiquitica, «chiquitica de esas de entrar por la puerta del Imaginarium» nos dice. Y es que La Noche del Coyote es para disfrutarla en un silencio sepulcral, de esos de ver rodar alpaca. Sumergidos en ese estado de levitación y de silencio, que no acaba de conseguir ya que hay gente bastante desconsiderada hijos de puta, dice Ángel Stanich por lo bajini al ver que en el fondo es imposible conseguir ese silencio (de verdad,las bandas deberían tener derecho de admisión: que no callas, o estás molestando a los que disfrutan del concierto, pues a la p. calle.
Es una falta de respeto para esa gente que está currando encima del escenario y se está dejando la piel. Y es que de nuevo estamos con lo mismo, si no os interesa el concierto no vayáis. Que sí, que mola mucho decir que habéis visto este concierto, que ese día había que dejarse ver en el Dabadaba con vuestros looks super pensados, y es que va a estar toda la gente guay de la ciudad y no podéis faltar, pero un poco de respeto, por favor!!), nos confesó que el Camino Ácido estaba siendo bastante largo, así que decidió desviarse de él para darnos una más que grata sorpresa y adelantarnos hasta 4 temas nuevos: Río Lobo, canción muy tranquilita y bucólica, vamos una maravilla de esas que sólo pueden salir de una mente como la de este caballero, Señor Tosco, que trata sobre un famoso tertuliano de la televisión, si, ese en el que estáis pensando: Marueda, y otros dos temas de los que no entendimos el nombre, uno de ellos decía que el RockandRoll nunca morirá, y sonaba muy a Corizonas, pertenecientes como él decía, a la sección de novedades de la noche. Todas con un sonido genial, así que estamos deseando escuchar ya el nuevo trabajo al completo.
El Outsider, sirvió de falsa despedida y de prólogo a los bises, para los que cómo no, dejó los platos fuertes: Carbura!, Mezcalito y Metralleta Joe, con los que todos nos desgañitamos y no paramos de mover las caderas y de sudar. La banda puso todas sus energías en éstas dos últimas canciones, sobre todo en la última, con un público venido arriba del todo, en la que el cantante que no dudó en darse un baño de masas bajando a tocar entre el público (momento que aprovechó Lander, uno de los asistentes, para subir al escenario a cantar como si no hubiera mañana «El tipo en quien confía el carnicero, cuando quiere género fresco», madre qué momento), acabó tirado en el suelo extasiado.
Magnífico concierto, con un Ángel Stanich muy comunicativo y con una paciencia y educación exquisitas, ya que durante el concierto le tocó lidiar con varios personajes que había entre el público. Elegancia y saber estar del que ya podían aprender muchos.
A pesar de estos pequeños y livianos percances, salimos de allí con una sonrisa que no se nos fue en lo que restó de año, y con muchas ganas de escuchar ese nuevo material. Chapeau, para Ángel Stanich y su banda.